Educación infantil

¿Rescatas o empoderas?

Nuestra función no es evitarle el sufrimiento a nuestros hijos, más bien, es acompañar ese sufrimiento y enseñarles a lidiar con él.

Haridian Suárez Vega Miércoles, 18 de Septiembre de 2024 Tiempo de lectura:

Ya han empezado las clases, y con ellas, situaciones típicas entre niños, con las que a veces, no sabemos muy bien cómo lidiar.

 

Estos días, muchos niños y niñas llegarán a casa con historias del tipo...”Mateo me llamó tonto”, “Eva me dijo que soy fea”, “Daniel me empujó y me dijo que no quiere jugar conmigo”… y a los padres se nos rompe un poco el corazón. ¿Qué padre/madre quiere ver pasarlo mal a su hijo? ¿Quién quiere que su hijo/a se sienta rechazado o marginado? Evidentemente ninguno.

 

Así que acudimos a su rescate.

 

“¿Que te llamó tonto? Pero si tu eres muy listo...No le hagas caso mi amor, por un oído te entra y por otro te sale. Y si te lo sigue llamando me lo dices que hablo con la maestra”

 

“Que Daniel te empujó otra vez? Mañana mismo voy al cole a ver qué está pasando. A ver ese niño qué se va a creer”

 

Y los rescatamos de esas situaciones.

 

Los convertimos en sujetos pasivos sin estrategias para enfrentar los conflictos, a la espera de que alguien les resuelva.

 

La próxima vez, te necesitará nuevamente; y la otra, también.

 

En su adolescencia aumentan las probabilidades de problemas de adaptación con su grupo de iguales, dificultades para poner y hacer respetar sus límites y será más evidente la falta de estrategias para resolver conflictos de forma asertiva.

 

En su vida adulta quizás sea incapaz de decir NO cuando sea necesario y prefiera agradar a todos que lidiar con el trabajo de hacer respetar sus límites.

 

Quizás te parezca un poco exagerado.

 

No porque se pelee con un niño en el patio y venga su madre a rescatarlo, va a ser un adulto con carencias o falta de habilidades sociales.

 

No, claro que no. No es matemática, ni una ciencia exacta.

 

Pero las habilidades sociales y la gestión emocional no la aprendemos con 30 años, ni nos sale de manera natural cuando, en la adolescencia tenemos que ponerle a alguien un límite.

 

Se aprende desde la primera infancia, viendo cómo en casa y en mi entorno, se manejan las situaciones; poniendo en práctica las estrategias que me enseñan, y teniendo el espacio y la oportunidad de ponerlas en práctica.

 

Así que demos ese espacio y esa oportunidad de practicar estrategias tan útiles para el desarrollo de habilidades sociales.

 

Esas situaciones son inevitables y son una grandísima oportunidad para enseñarle a manejarlas.

- “Mateo me ha llamado tonto”

- “¿Y cómo te has sentido?”

- “Mal, no me gusta que me llamen tonto”

- “Normal cariño, a nadie le gusta que le traten mal. Y cuando no te gusta algo hay que decirlo. La próxima vez puedes poner tu manita así (poniendo un límite) y decirle algo como...no me gusta que me llames así, me hace sentir mal”

- “¿y si me lo sigue diciendo?

- “Entonces podrías decirle algo como...no voy a jugar con alguien que me trata mal, me voy a jugar con otros niños”

 

La diferencia con la primera respuesta es que, en este caso, ellos tienen el control de la situación. Pueden hacer algo para manejarla, no sólo espera que venga alguien a rescatarles.

 

¿Qué conseguimos?

 

  • Le estamos validando sus emociones (es normal sentirse mal).

  • Le estamos enseñando a identificar cuando no son bien tratados (no le digamos que hagan oídos sordos e ignoren a quien no los trata bien).

  • Le estamos dando estrategias para lidiar con la situación. No basta con decirle que el otro niño lo hizo mal (eso es más que evidente), hay que decirle lo que el/ella puede hacer ante esa situación.

  • Y por último, le estamos enseñando a poner límites y hacerlos respetar. Ser capaz de poner límites saludables será clave para su bienestar presente y futuro.

 

Nuestra función no es evitarle el sufrimiento a nuestros hijos (eso además de imposible es contraproducente), más bien, es acompañar ese sufrimiento y enseñarles a lidiar con él.

 

Recordemos que no solo somos madres/padres, sino que somos sus entrenadores de vida.

 

Haridian Suárez

Trabajadora social. Educadora de Disciplina Positiva

(@criarconemocion)

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