La Torre de Las Isletas (II)

Este artículo trata sobre la primera obra de fortificación de la ciudad, que aún se conserva en pié, en el interior del Castillo de La Luz

Julio Cuenca Sanabria Martes, 03 de Septiembre de 2024 Tiempo de lectura:
La Torre de La IsletaLa Torre de La Isleta

 

Desde el punto de vista constructivo la torre de Las Isletas mantiene grandes similitudes con la desaparecida Torre de Santa Cruz de Mar Pequeña, por ser contemporáneas, y además porque también fue construida en 1496 por Alonso de Fajardo, siguiendo instrucciones de los Reyes Católicos.

 

Rumeu de Armas señala que en 1954, la Torre de Mar Pequeña estaba ya muy arruinada, y solo conservaba el basamento o plataforma y parte de los muros que entonces no superaban 1.80 m. de altura. Sobre la base de estos vestigios el referido autor supone que la construcción era cuadrada con muros de 8.30 m. de ancho por 2 m. de espesor. Tenía dos plantas, en la primera se abrían veinte troneras muy estrechas que servirían, creemos, para disparar ballestas. Un segundo cuerpo de mampostería estaría rematado por almenas, lo que se adivina, según Rumeu, por los materiales ruinosos acumulados sobre la plataforma. Pero lo que realmente tenía de original esta torre, según el autor referido, era un templete de madera con techo que remataba la edificiación. Basa esta suposición en el hallazgo de cuatro agujeros para postes que se encuentran en los ángulos de la plataforma. “( A. Rumeu de Armas, 1996: 156-157).

 

No menciona el autor las troneras para la artillería que sin duda tuvo que llevar la Torre de Santa Cruz de Mar Pequeña, es posible que el estado de ruina del edificio impidiera ver ese elemento constructivo.

 

Por ahora no hemos encontrado documentos relativos a los costos de la Torre - fortaleza del Puerto de Las Isletas, tanto de los gastos materiales como los del personal que participó en la referida obra. Pero afortunadamente si existe documentación sobre lo gastado en la fortificación de Mar Pequeña.. Para la construcción de esta fortaleza en la costa de berbería, Fajardo llevó hombres y materiales desde Gran Canaria, y cabe plantearnos si no sería la misma contrata, es decir los mismos maestros de obras, albañiles, carpinteros, herreros y peones que hicieron la torre del Puerto de Las Isletas los que llevó Alonso de Fajardo para construir la Torre de Mar Pequeña.

 

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Por su importancia, y aunque abandonemos por un momento el hilo de nuestro relato, conviene mencionar aquí algunos datos referidos a los costos de materiales y personal empleado en la Torre de Mar Pequeña. Así por dichos documentos sabemos que en herramientas y otros materiales constructivos, incluido 33 quintales de hierro para hacer herramientas, se gastaron 45.824 maravedíes.

 

En la madera, que se labró en Gran Canaria para la cepa y obras de la torre, se emplearon 51.662 maravedíes. La cal que preparó en Gran Canaria el calero Alexos de Medina, costó 18.340 maravedíes y transportarla en barcos a Mar Pequeña, 6726 maravedíes. En armas, ballestas, lombardas y espingardas que quedaron en la Torre se gastaron 17.077 maravedíes.

 

En cuanto al personal para la obra sabemos que se emplearon 25 peones, algunos aborígenes, Como Pedro Canario y Martín Canario, que cobraron cada uno de ellos, unos 2.300 maravedíes por trabajar de Agosto a Diciembre de aquel año de 1596.

 

Como maestros mayores de las obras de albañilería, estaban Diego Gómez, Cristóbal Martín y Diego de Armas, ellos fueron quienes probablemente trazaron y después construyeron la Torre, eran por otra parte los que tenían mayor sueldo, unos 7.660 maravedíes por trabajar de agosto a diciembre de ese año. Le seguían los maestros mayores de carpintería, Francisco López y Cristóbal Martines, que cobraron 5.266 maravedíes cada uno por trabajar los cuatro meses, igual cobraba el maestro mayor herrero, Pedro de Madrid. Los aserradores como Diego de Cabreras y Juan Francés cobraban 1000 maravedíes al mes. Los carpinteros como Alfonso Calafate o Luís Xunebes unos 4000 maravedies por los meses referidos. (Primera Data. Relación de lo gastado en los preparativos, construcción y aprovisionamiento de la torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña. Alcalá de Henares, marzo de 1498. En Rumeu de Armas, 1996:84-93).

 

Puede como ya apuntamos, que algunos de estos maestros mayores de obra, carpinteros y peones, hubieran participado en la construcción de la Torre del Puerto de Las Isletas, pues a fin de cuentas, la obra se realizó dos años antes bajo la iniciativa del mismo promotor, el gobernador Alonso de Fajardo.

 

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LA TORRE Y EL PRIMER BALUARTE DEFENSIVO

 

Debemos suponer que la Torre construida en el Puerto de Las Isletas, por Alonso de Fajardo, estaría protegida, inicialmente, al menos por una barbacana, para defender las entradas al recinto fortificado, lo cual era bastante frecuente en este tipo de construcciones defensivas aislada.

 

En cualquier caso lo que si sabemos es que el reforzamiento de los sistemas de defensa de la Torre se iniciaron a partir a partir de 1519, porque consta en un documento que la reina Juana ordena al licenciado Francisco de Vargas, tesorero de las penas de cámara, que pague al concejo de Gran Canaria mil maravedíes:” para la construcción de un baluarte y otros edificios en la fortaleza del puerto principal de la dicha isla de Gran Canaria”

 

Probablemente las obras del baluarte o muro perimetral y los otros edificios llegaron a construirse, de aquellas obras, posiblemente se conservan parte de los muros norte y oeste. Además se conocen documentos que nos confirman que si se realizaron. Lo sabemos por una carta remitida en 1545 por Carlos V al gobernador de la isla de Gran Canaria, el licenciado Reyna, para que devolviera al cabildo de la isla el control de la fortaleza del puerto que “ hace treinta años poco más o menos tiempo, que por nos servir y para la defensa de la dicha isla hicieron una fortaleza en ella, en el Puerto de las Isletas y pusieron de su mano en ella alcaide.” ( Libro Rojo de Gran Canaria: 397-398).

 

Se deduce por las referencias cronológicas apuntadas en dicho documento que sobre 1515 ya se estaba construyendo una primera muralla defensiva y otras dependencias interiores para proteger la torre de las Isletas. Además en 1548 Jeronimo Batista, alcaide de la Torre de Las Isletas confirma la existencia del baluarte y otras construcciones en su interior, donde él mismo reside por ser alcaide, afirmando bajo juramento que en ese año, la fortaleza estaba edificada: “ con su baluarte alrededor en la cual a la cortina está e reside un alcaide e artillero e otras personas para custodia e guarda de la dicha fortaleza (…)”

 

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Se desprende de este testimonio que ya en 1548 la torre contaba con otras dependencias que servían de alojamiento, cocina y almacenes, todo ello protegido por una muralla o baluarte que rodeaba perimetralmente todas las instalaciones.

 

En cualquier caso aquella incipiente fortificación resultaba del todo insuficiente e ineficaz para la defensa del Puerto y de los barcos que allí fondeaban, sobre todo por carecer de artillería capaz de cubrir el acceso a la bahía, para mantener a raya a los barcos enemigos. Y es que el Puerto de Las Isletas era “ abierto e sin barra” por lo que carecía de cualquier tipo de defensa natural. Por eso, y ante la inoperancia de la torre-fortaleza, la bahía era un autentico coladero, donde los barcos enemigos entraban y saqueaban a su antojo, de noche y de día, sin recibir daño alguno, desde las pobres defensas que existían en tierra.

 

El primer ataque perpetrado contra el Puerto de La Luz, del que tengamos constancia documental, se produjo en el año 1522, durante la primera de las cinco guerras que enfrentaron a Francia y España a lo largo del siglo XVI.

 

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En ese año de 1522, una escuadra normanda formada por cuatro navíos y cinco galeones al mando del corsario Jean Fleury, irrumpe en el Puerto de La Luz y tras cañonearlo, captura siete navíos que procedentes de Cádiz traían mercaderías y colonos para establecerse en las islas. Ante la impotencia de la Torre, los barcos capturados son obligados a seguir a la escuadra francesa que a la altura de Gando, abandona la presa para dirigirse hacia el Archipiélago de las Azores, donde poco después el corsario normando en un extraordinario golpe de suerte, captura nada menos que las tres carabelas que traían el tesoro de México enviado por Hernán Cortés.1 Además de aquel inmenso tesoro se apoderaron también de una nave con 62.000 ducados, 600 marcos de perlas y 2000 arrobas de azúcar de procedencia canaria. ( A. Rumeu de Armas, 1991. Tomo I: 70-75).

 

La noticia de aquel espectacular golpe, se extendería como la pólvora por media Europa y a partir de entonces, serán sobre todo los corsarios franceses los que patrullarán incansablemente las aguas de los archipiélagos atlánticos, interceptando y asaltando todas las embarcaciones que cruzaban por aquellas latitudes.

 

El Puerto de Las Isletas después de 1522 volvería a ser atacado en numerosas ocasiones, y para evitar que las embarcaciones enemigas se aproximaran demasiado, se idearon varios sistemas para detectarlos, siendo el más utilizado el que consistía en que los barcos cuando se aproximaban a la bahía de Las Isletas, al llegar a un cierto punto acordado, debían amainar, bajar las velas y enviar una barca a la fortaleza, para informar quienes eran y de donde venían. Si este procedimiento no se cumplía, entonces desde la fortleza se les disparaba con pólovora en primer aviso, después con taco de madera y por último si la embarcación no amainaba, se le dispraba con bolaños de piedra como “a navío de hacer mal” según consta en las Ordenanzas del Concejo de Gran Canaria de 1531, sobre la orden de entrada en el puerto.

 

Aún con todas esas medidas de seguridad, el 29 de octubre de 1543 se produciría un asalto espectacular al Puerto de Las Isletas, que culmina con la toma de la mismísima fortaleza, lo cual nunca antes había sucedido El asalto se produjo a plena luz del día cuando corsarios franceses a las ordenes de Jean Alfonse de Saintonge, toman por sorpresa la torre-fortaleza, dominando desde esta posición, durante dos días y una noche la bahía de Las Isletas, y a los barcos que allí estaban refugiados.

 

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En 1548, ante tal indefensión, el gobernador y justicia mayor de Gran Canaria, Juan Ruiz de Miranda recaba información pública sobre “La conveniencia de fortificar y dotar de artillería y municiones la torre del puerto principal de Canarias”

 

La pesquisa del gobernador Ruiz de Miranda constituye un documento excepcional, al igual que lo fue el de Zurbarán para la fortificación de la ciudad de Las Palmas en 1541, por cuanto aporta información de primera mano sobre el estado de la Torre en 1548, así como de los acontecimientos bélicos sucedidos por aquellos años en la ciudad.

 

Se deduce de las preguntas formuladas que en 1548 la Torre del Puerto de Las Isletas estaba protegida por un baluarte y que en el interior del recinto amurallado además de la torre, existían otras edificaciones donde vivían el alcaide de la fortaleza, un artillero y otras personas. También sabemos que entonces la Torre - fortaleza estaba desprovista de artillería desde hacia más de 8 años y que solo contaba para su defensa con dos o tres obsoletos tiros de hierro de poco efecto, que además eran prestados. Sabemos también por dicha pesquisa que la isla intentó en varias ocasiones comprar artillería y munición para la torre en los reinos de Castilla y Portugal sin obtener resultados positivos, por lo que piden al rey les autorice comprar la artillería en Flandes o en el Condado de Brabante, por ser más rápida y barata su adquisición.

 

Por último para la defensa de la fortaleza solicitan el envío de: “ seis tiros de bronce con su munición de pólvora y pelotas de hierro colado e que los tres de ellos sean cada uno de peso de 40 o 50 quintales de 15 palmos de cumplido, e que tiren pelotas de 16 hasta 18 libras para que puedan tirar lesos a los navíos que de mal fase vienen al Puerto para que no entren en el. E los otros tres tiros que sean de 25 hasta 30 quintales que tiren pelotas de piedra grandes para hacer daño en los navíos que hubieren entrado y entraren dentro de dicho puerto.”

 

Por la lectura de este documento sabemos que las autoridades de la isla solicitaban seis piezas de artillería para el baluarte de la Torre, referencia que coincide con el número de troneras para cañones de gran formato (sacres y culebrinas) descubiertas durante el proceso de excavación arqueológica de la barrera artillera que apareció en el interior del Castillo. Este dato es de gran importancia porque nos permite, identificar la barrera artillera descubierta durante las excavaciones arqueológicas, con el baluarte que es mencionado ya en la información pública de 1548, y para el que se piden los seis cañones. Ahora bien en 1549 el baluarte será sometido a una profunda remodelación sobre todo de recrecido de los muros y posiblemente a la apertura mayor de los huecos de las troneras, en los lienzos Este y Sur, con la finalidad de adecuarlo a las necesidades de las nuevas piezas de artillería. Así se deduce de la respuesta que el gerente del reino el Archiduque Maximiliano remite al gobernador de Gran Canaria, concediendo a la isla las penas de cámara por espacio de 10 años para la construcción de un baluarte y compra de artillería: “ (…) porque a nuestro prejuicio conviene que el dicho baluarte se haga y se compre y aderece la dicha artillería habemos habido por bien de hacer merced como por la presente la hacemos a la dicha isla solamente de lo que valiere y montaren las penas que se aplicaren en ella para nuestra cámara y fisco por el nuestro gobernador (…) por espacio de diez años (..) “

 

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El baluarte de la Torre de Las Isletas, que rectifica y mejora el gobernador Manrique de Acuña, restos de cuya obra son los que han aparecido con motivo de los actuales trabajos de excavación arqueológica, estaba formado, por cuatro lienzos de muralla, dos de ellos, que daban a la parte de tierra (noroeste y suroeste), estaban provistos de almenas, saeteras y pequeñas troneras para armas de fuego portátiles. Los otros dos lienzos del baluarte conformaban la auténtica barrera artillera, que estaba dotada de seis troneras, tres de ellas en el lienzo Este, dos en el lienzo Sur y una sexta tronera abierta en la confluencia de los lienzos sur y oeste. La obra del baluarte fue realizada con piedra del lugar y mortero de cal. La barrera artillera tenía una altura de 5 m. por 175 cm. de grosor y los lienzos o cortinas medían 23 m. de largo. Esta obra debió estar acabada hacia 1552.

 

Esta vieja fortificación, que comenzó a construirse en torno a 1479, para que sirviera de defensa al puerto y a los barcos que allí anclaban, hace mucho tiempo que dejó de cumplir su cometido, y ahora, descontextualizada en medio de la ciudad, como un barco varado tierra adentro, difícilmente puede hacernos creer el extraordinario papel que le toco jugar en la historia de esta Ciudad del siglo XVI.

 

1los quintos o derechos del Rey, y con muchas cosas de las más ricas, una esmeralda fina, cuadrada del tamaño e la palma de la mano(…) una vajilla de oro y plata en tazas, jarros y otras piezas labradas con aves peces y diversos animales (…) manillas, orejeras, bexotes y diversidad de joyas de hombres y mujeres en gran número; ídolos, carbatanas de plata y oro, máscaras, mosaicos de piedras finas, vestiduras sacerdotales, mitras palios, frontales, etc.” ( Archivo de la Historia.: colección Muñóz, t.LXXXVI, fol.269: Memoria de las Joyas, plumajes y otras cosas enviadas al Emperador desde Nueva España).

 

Julio Cuenca Sanabria

Fotos: Julio Cuenca Sanabria

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