
Cada cuatro años, tras las elecciones, el nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, se plantea el mismo dilema sobre que hacer con las antiguas fortificaciones de la ciudad, sobre todo con las que se encuentran en estado avanzado de ruina y abandono.
Y es que estas antiguas fortalezas conforman en la actualidad, una parte sustancial del patrimonio histórico de la Ciudad. Son los vestigios que quedan del sistema de fortificaciones que defendía la ciudad de Las Palmas entre los siglo XV y XIX, del queda una parte en pié, como el Castillo de La Luz, el Baluarte de Mata, parte de La muralla de San Francisco y de la Punta de Diamante-Plataforma de San Francisco, y el Castillo del Paso Angosto o Castillo del Rey. Más hacia el Este se conserva la desmantelada Batería de San Juan y cerrando la ciudad por el Sur, la Torre de San Pedro, también llamada de San Cristóbal, en el barrio marinero del mismo nombre.
Entre las fortificaciones ya desaparecidas se encuentran El Castillo de Santa Catalina, que se construyó, según traza del ingeniero militar Prospero Casola, en la punta del mismo nombre, hoy la Base Naval. La Torre de Santa Ana, del último tercio del S.XV, que defendía por el lado del mar la muralla norte de la ciudad. El Reducto de San Felipe que protegía la Puerta de Triana y el lienzo de la Muralla Norte, que también eran defendido por las torres de Santa Ana y San Francisco, esta última se encontró sepultada en el interior del baluarte de Mata, que se construyó tras el ataque holandés a la ciudad en 1599, se descubrió durante los trabajos de excavación arqueológica y restauración del referido Baluarte. Más hacia el Sur se encontraba el Reducto de Santa Isabel y la Muralla que defendía por este lado el acceso a la Ciudad.
Hemos apoyado siempre la propuesta de musealizar estas antiguas construcciones defensivas, como contenedores para albergar la historia de esas fortificaciones y por tanto también de la propia Ciudad.Es cierto que existe otras ofertas museísticas, que hablan sobre la historia de la isla y la ciudad de Las Palmas, pero que estas fortalezas, formen parte fundamental de ese mapa cognitivo que necesita la ciudad para que sus habitantes se identifiquen con el espacio donde habitan, es algo que también resulta absolutamente necesario. Por eso no apoyamos, que estas antiguas l fortalezas permanezcan mudas o en ruinas, o peor aún, que una vez restauradas se utilicen para un fin que nada tienen que ver con su existencia, como sucede con la fortaleza de Las Isletas, hoy convertida en la fundación de un escultor ya desaparecido.
Este artículo trata sobre la primera obra de fortificación de la ciudad, que aún se conserva en pié, en el interior del Castillo de La Luz, hablamos de la Torre de Las Isletas, construida en 1494, bajo el mando del tercer gobernador de la Isla, Alonso de Fajardo, y que es sin duda, la obra arquitectónica histórica más antigua no solo de la ciudad sino de la isla de Gran Canaria.
Esta fortificación, fue el primer bastión defensivo que se construyó en la ciudad de Las Palmas, tras la conquista de la isla, aunque sabemos que se había levantado otra torre en el interior del Real de Las Palmas, durante los años que duraría la guerra de conquista (1478-1484) lo sabemos porque Pedro de Vera fue nombrado alcaide de ese Torreón, del Real de Las Palmas, pero en la actualidad no quedan vestigios del Real ni de esa torre antigua.
Tampoco quedan restos de La Torre de Gando, construida por Diego de Herrera a mediados del S.XV en la playa de Gando, con la intención de utilizarla como cabeza de playa para intentar el dominio de Gran Canaria, una torre que tenia adosada almacenes y otras dependencias para la tropa y que tras una efímera y azarosa existencia, fue desmantelada hasta los cimientos por los canarios de Telde.
La Torre de Las Isletas es por tanto la obra defensiva más antigua de la ciudad, y por tanto también es la construcción histórica más antigua de la ciudad y de Gran Canaria.
LA TORRE DE LAS ISLETAS.
La Fortaleza de las Isletas, también llamada a finales del S. XVI, Castillo de Nuestra Señora de La Luz, tuvo sus orígenes en una antigua torre defensiva construida en 1494 por Alonso de Fajardo, el tercer gobernador de Gran Canaria, que llevó a cabo su construcción, por orden de la reina de Castilla, Isabel La Católica, tras la conquista de la Isla. Se buscaba proteger el puerto natural de Las Isletas, por donde entraba y salía todas las mercaderías, sobre todo el azúcar que se producía en los ingenios azucareros, que se empezaron a construir en la isla, en el último tercio del S.XV. La cuestión era garantizar la seguridad del trasiego de mercancías de la isla, ,que embarcaba y desembarcaba por ese puerto natural. Y es por eso que pronto se construye esta Torre fortificada con cañones, en el extremo norte de la Bahia de Las Isletas.
Esta construcción se realizó a base de sillares de piedra, mortero de cal y madera, aprovechando probablemente los cimientos de otra fortificación más antigua, construida en torno al año 1479 por Juan Rejón, capitán de las tropas castellanas que participaban en la guerra de conquista de Gran Canaria. El cronista Gómez Escudero señala que: " Alonso de Fajardo alzó la Torre de Las Isletas , que estaba baja, púsole dos tiros de hierro...."
La Torre de tipología medieval guarda estrecha relación con dos fortificaciones de la misma naturaleza existentes hoy en día en el Archipiélago Canario, la Torre de Sancho de Herrera, construida en 1451 y que hoy se conserva, en parte, aunque muy alterada, en el interior del Castillo de Guanapay, Teguise, en Lanzarote. Y la Torre del Conde (1450-1477) en la isla de La Gomera..
La Torre de Las Isletas se encontró , enterrada arena, y en parte oculta también al tener otros edificios adosados por los lados Oeste y Sur, durante las excavaciones arqueológicas que realizamos en el interior del Castillo de La Luz, entre 2001-2003, cuando se desarrollaba un proyecto arquitectónico para transformar el referido Castillo en un museo naval. El proyecto de los arquitectos Nieto y Soberano, implicaba el vaciado radical de la antigua fortaleza, sin contemplar un proyecto de investigación arqueológica, que pudiera determinar, previamente, la presencia de otros restos arquitectónicos en el referido proceso de vaciado.
Durante el proceso de rehabilitación de la fortaleza de Las Isleta, para su reconversión en museo naval, los arquitectos de Madrid, que ganaron el concurso, entraron a saco en la fortaleza metiendo maquinaria pesada desde la cubierta, lo que produjo un gran destrozo. en la imagen el momento en que aparece la torre primigenia.
Pero no se hizo nada de eso, se entró a saco, desde la cubierta superior con maquinaria pesada, vaciando todo el interior, hasta que comenzaron a aparecer los antiguos muros de la Torre, entonces se tuvieron que parar las obras y el Cabildo de Gran Canaria, encargó a la empresa de arqueología PROPAC SL, la intervención arqueológica sobre los restos arquitectónicos que aparecieron durante el vaciado de la fortaleza de Las Isletas.
La antigua Torre constituyó uno de los hallazgos más importantes, junto con la barrera artillera que la rodeaba, unas construcciones antiguas de las que hasta entonces solo se tenían vagas referencias.
Se descubrió casi intacta, en la zona central del interior del Castillo de La Luz, bajo varios miles de metros cúbicos de arena y tapada por otras edificaciones, que se le fueron adosando a lo largo del proceso constructivo de la fortaleza, lo que hacía muy difícil su identificación e interpretación, hasta que se realizaron los trabajos arqueológicos.
Esta fortificación primigenia se construyó, a finales del siglo XV, en lo que entonces era un lugar remoto, a unos cinco kilómetros de distancia de la incipiente ciudad de Las Palmas, en el extremo norte de la bahía de Las Isletas, donde está: “el puerto principal que esta isla tiene que se dice de Las Isletas donde se cargan e descarga todas las mercaderías e contratación que a esta isla vienen e de ella salen e donde está la dicha fortaleza (…)
La Torre que estaba artillada con dos bombardas pedreras, situadas con orientación al mar, en la base de la torre, en los lienzos norte y este,Además contaba con tres falconetes o piezas similares ubicadas en tres troneras de ojo de cerradura invertida, situadas con la misma orientación en la planta primera de la torre.
La edificación de tipología medieval, no era muy grande, presenta planta de tendencia cuadrangular y mide 10 m. de altura por 8 m. de lado. Los muros que alcanzan más de dos metros de grosor en el primer tercio, fueron levantados a base de sillares de piedra y mortero de cal.
En el interior, la torre presenta tres plantas. En la planta baja estaba situada la artillería, como señalamos, dos bombardas de hierro montadas sobre cureñas, hecho constatado por la presencia de dos cámaras de tiro de techo abovedado, descubiertas durante el proceso de excavación arqueológica, abiertas a un metro escaso de la base, en los lienzos Norte y Este de la Torre, que defendían la parte del mar. Se accedía a esta planta baja por una puerta, enmarcada en un arco de medio punto rebajado, abierta en la cara Oeste, donde se encontraba posiblemente la barbacana.
A la primera planta se accedía por una puerta abierta también en la cara Oeste, situada a unos 3 m. del suelo. Se accedía a dicha puerta tal vez por medio de una escalera levadiza que se recogía desde arriba quedando el acceso interrumpido. En esta planta se abrían tres troneras de cerradura invertida y mirilla que por el interior estaban precedidas de cámaras de tiros abiertas en los gruesos muros. Estas troneras estaban situadas al igual que las de la planta baja en los lienzos Norte y Este, la parte que vigila la marina, por su tipología y diámetro, tuvieron que servir para piezas de artillería de menor calibre posiblemente falconetes o ribadoquines.
La segunda planta estaba provista de dos ventanas –troneras en la pared norte, posiblemente utilizadas para la defensa de las puertas de acceso y del pequeño patio o barbacana que pudo haber cerrado esta parte de la torre y defender el acceso a la misma.
Al exterior de la torre cerca de la cubierta, en los lienzos Norte y Este, se encuentran los restos de cuatro ménsulas de piedra arenisca incrustadas en los muros, elementos constructivos que sirvieron para sustentar dos matacanes, hoy desaparecidos, utilizados para la defensa de las dos troneras de la base, por donde el enemigo podía penetrar en la torre. A los referidos matacanes se accedía desde la cubierta de la torre. Es probable además que dicha cubierta estuviese provista de almenas y puede que incluso tuviera una cubierta de madera a modo de templete, para proteger a los defensores. La cubierta fue arrasada cuando se acometen las reformas de 1572, quedando integrada en la explanada de artillería de la nueva fortaleza.
Texto e imágenes: Julio Cuenca Sanabria
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