Meritocracia metastásica

Ángel Manuel Chavarría López

[Img #18246]«Otro galardón concedido a nuestra poeta –llamémosla Leovigilda, más guarra que las gallinas– por su impresionante poemario Otra que te he clavado».
 
Bueno, esto es una simple representación de lo que muchas personas venimos tragando años y años cuando nos aventuramos en el fascinante mundo de la literatura. Aquí ya ni distingo novela de poesía o teatro, pues al final siempre se lleva el homenaje quien más daño le hace al arte. Uno aplica su obra con la ilusión y la firmeza de que reúne las cualidades aptas y necesarias para poder competir –no voy a ponerme farruquito y decir ganar directamente, porque hay ego; pero el justito debe caminar siempre con los pies en la tierra– junto con otros tantos que también se presentan.
 
La larga marcha, rememorando la prodigiosa novela de Stephen King, comienza una vez se envía, donde uno tras otro van cayendo como moscas mientras los jueces van valor…
 
Espera, ¿valorando? ¿Tomando conciencia objetiva de las cualidades que presentan las obras remitidas? No, no. Ya he sido testigo en muchas ocasiones, de primera mano, como testimonios de gente cercana que les han llamado a ser jueces en uno u otro concurso se han visto empujados a votar por el poemario más zafio e insultante por el mero hecho de que otro de los magistrados tiene cierta afinidad con uno de los finalistas o partícipes.
 
«Vaya, no se le entiende con tanta verga –o clítoris, lo mismo da que da lo mismo– en la boca, le diría tan claramente».
 
Pero se ve que esta corruptela no tiene parangón. Y con tanto ahínco me recriminan que no todos los concursos tienen a un pelota como verdugo de la literatura; sin embargo, bien es cierto que tampoco es tan sencillo como coger y denunciar las tropelías que se ejecutan, pues como abogado, ya aseguro que no interesa ni es tan sencillo. Por tanto, solo cabe hacer como Quevedo, y reírse de sus inmensurables babillas que corren de sus
labios una vez han decidido objetivamente otorgar un humilde premio.
 
«Este premio se lo dedico a toda mi familia, mis amigos y a mi esfuerzo, porque no veáis qué dolor de rodillas y de mandíbula se me ha quedado hasta conseguirlo. El libro va dirigido a una crítica social sobre la tradicionalidad y los modelos impuestos hasta la fecha, pues yo también quiero formar parte de esa tradición y –abro inciso para un término que daré uso, recogido de un profesor de derecho internacional– ser la querindanga no siempre es sencillo. Muchas gracias».
 
Ángel Manuel Chavarría López
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