
Con un libro abierto entre las manos nos pasamos buena parte de la vida.
Los que tenemos la manía de leer y sentarnos a ganar el tiempo destinado a la lectura es algo que sobrellevamos no solo con entereza, sino que, desde la humildad más absoluta, solo damos a conocer cuando se nos pregunta. No vamos por ahí fardando de actitudes, presencias y costumbres más o menos personales. Como no hacemos daño a nadie, un libro abierto entre las manos es toda una declaración de buenas intenciones. A veces quisiéramos que los demás pensaran como nosotros, que tuvieran nuestro parecer; sin embargo, cada uno es cada uno.
No solo en la variedad está el gusto, sino que los distintos colores marcan claramente una forma de ser y estar en el mundo.
Por eso un libro abierto entre las manos es más que un gesto: es la constatación de la imaginación.
Juan FERRERA GIL
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