
"Aquí mando yo", “Cuando ganes tu dinero, podrás opinar" ¿Tú qué vas a saber? “Mientras vivas bajo mi techo se hace lo que yo diga”, “No me contradigas, aquí el adulto yo soy” “Cuando los adultos hablan, los niños se callan”
¿Te suenan estas frases?
...y seguro que recuerdas algunas más que habrás escuchado durante tu infancia y adolescencia.
Eso es el adultocentrismo.
No se me ocurre mejor forma de explicarlo.
El adultocentrismo es una relación asimétrica de poder, de preponderancia del modelo social adulto frente al prototipo social de la infancia (muy relacionado con la visión autoritaria en la educación).
En general, la sociedad y las civilizaciones se construyeron, en buena medida, invisibilizando las voces de colectivos que se consideran inferiores, con menos derecho y con menos capacidades.
Pongamos como ejemplo el de las mujeres, a quienes se les consideró, durante siglos, como seres menos racionales, incompletos y en un estado de desarrollo constante. No podían abrir una cuenta bancaria sin su marido, tampoco podían opinar en contra de ellos, y la violencia doméstica estaba justificada. Eran seres inferiores que había casi que domesticar.
Por suerte, las sociedades van avanzando; ya no nos cuesta tanto identificar una situación machista, homófoba o xenòfoba, pero cuando hablamos de los prejuicios que se perpetran contra la infancia no nos resulta tan claro ver nuestra incompetencia.
¿No es esta misma dinámica la que manifestamos hacia los niños? Al igual que las mujeres de épocas pasadas,¿No son vistos como seres inferiores, incapaces de dar opiniones o de expresar emociones sin que se les invalide?
Claro que las personas adultas tenemos más experiencia, claro que tenemos más información de cómo funciona el mundo, claro que los niños deben respetar a sus padres y dejarse guiar cuando éstos lo que buscan siempre es lo mejor para ellos. A lo que me refiero, es a que esa experiencia de adultos deberíamos dirigirla a ayudar, a guiar, proteger y tomar acuerdos en común a través del diálogo y el respeto hacia su propia visión. Me refiero a esas situaciones en las que los niños no se sienten escuchados por los adultos y sus opiniones tienen un peso menor. Me refiero a que es muy difícil aprender a dialogar, a expresar opiniones, a sentirte válido y validado, a sentirte suficiente...si tus opiniones e intereses han sido menospreciados.
Eso es el adultocentrismo
Y Nuestra sociedad es plenamente adultocéntrica. Porque no va sólo de la invalidación de sus emociones o de minimizar sus opiniones . El adultocentrismo va mucho más allá. Es un tema estructural, histórico, educativo.
Que existan lugares donde se prohíbe el ingreso de niños a restaurantes, cafés, teatros, bibliotecas y museos, es adultocentrismo.
Pretender que los niños en espacios culturales se queden quietos, sentados y callados todo el tiempo sin ofrecer alternativas ajustadas a su desarrollo, es adultocentrismo.
Las calles rotas y los bordillos altos por los que es imposible llevar un cochito ... es adultocentrismo.
Que hayan más espacios para mascotas que para ellos… es adultocentrismo.
Cuando se espera que se sienten quietos en el aula y escuchen atentamente a los docentes, sin considerar sus capacidades atencionales y de concentración... ahí también estamos siendo adultocentristas.
Cuando descartamos sus aportaciones en discusiones familiares o decisiones del día a día...tambíen estamos siendolo.
Cuando los anuncios de productos infantiles se dirigen más a los padres que a los propios niños, ignorando sus intereses y gustos; cuando intentan venderles que lo que "mola" es el rollo pre y adolescente con sus cosas de mayores; cuando ponen lo económico por delante de sus derechos y les venden ropa, música y libros que no son para su edad. (los niños no pagan, por tanto, no interesan)...eso es adultocentrismo.
Cuando permiten que determinados programas de la prensa del corazón campen a sus anchas en el horario infantil;... sí, también es adultocentrismo.
Cuando las decisiones que afectan a los niños se toman sin su participación y sin tener en cuenta su perspectiva y necesidades…también..(es que...los niños no votan, por tanto no son prioridad en la agenda política y son relegados a ciudadanos de segunda).
Cuando se dejan de crear áreas de juego y exploración para el desarrollo infantojuvenil, limitando los espacios de recreación propios de la infancia…es adultocentrismo.
Cuando normalizamos y justificamos ese cachete a tiempo...sí, también es adultocentrismo.
Cuando le decimos… “hasta que no te lo comas todo no te levantas de la mesa”….es también un ejemplo de cómo se manifiesta el adultocentrismo...¿Le díriás lo mismo a un adulto?
Tomar decisiones que les concierne sin consultarles (desde elegir su ropa hasta decidir sobre actividades familiares) refleja una profunda falta de respeto hacia la capacidad de los niños para participar en las decisiones que les afectan...y sí, es adultocentrismo también.
Y así un sinfín de ejemplos que vemos sólo con poner un poco de consciencia al asunto.
La pregunta es… ¿Dónde ponemos a los niños?
Reconocerles su lugar como ciudadanos de primera, con los mismos derechos (en la práctica, no solo en los papeles), no es solo una cuestión de justicia para ellos, sino un paso fundamental hacia la evolución de nuestra sociedad.
Haridian Suárez
Trabajadora Social y Educadora de
Disciplina Positiva (@criarconemocion)






























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