Otra mirada. Juan FERRERA GILNo conocía la existencia del australiano Donald Gray (1935-2019) (ICON DESIGN, EL PAÍS, sábado, 25 de mayo de 2024) ni, menos aún, sabía de su pasión sobre La Alpujarra granadina. Sin embargo, de las imágenes que acompañan el comentario de EL PAÍS, escrito hábilmente por Nacho Sánchez, me llama la atención la que ilustra este artículo: Villa Erques, Tenerife.
Y tengo para mí que siempre ha habido gente que ha venido a este mundo no solo a vivir, sino, además, a mostrar a los otros las bellezas más inmediatas que a nuestro lado están y ni siquiera somos capaces de ver y mucho menos de descubrir. Y menos aún de apreciar. Así que Donald Gray se encuentra en una amplia lista de “miradores” que siempre ven más allá. Por eso su capacidad me asombra y me estimula a seguir. Y a tratar de imitar, modestamente, claro, también. Ya dije antes que la foto de este artículo es un dibujo suyo que a mí me parece excepcional y, tal vez, fácil de reproducir: lo que denota una mirada diferente, atrapada en un tiempo que se ha ido esfumando por el bajante de la pileta del patio. De trazo sencillo es altamente sugeridor: ¿dónde está? ¿Queda algo de cuando lo dibujó? Su blancura habla de una especial disposición de ánimo: el que es capaz de observar detenidamente y ofrecer al futuro, que él no verá, que hubo un tiempo y una disposición natural de las edificaciones que tenían su aquel, dentro de la tradición del lugar, a la que en muchas ocasiones los naturales del país ni caso le hacen. Siempre sucede lo mismo: ha de venir alguien de afuera a decirnos y a hablarnos de las maravillas que a nuestro lado caminan, en perfecta armonía con una Naturaleza que se resiste. Aquí, en Canarias, César Manrique se convirtió también en profeta en su propia tierra. Tarea harto difícil, pues casi siempre se tiene en cuenta la voz venida del exterior. En cualquier caso, bienvenidas sean todas ellas, no solo porque han sabido dejar una huella imborrable, sino porque también nos han llegado a contagiar con su peculiar mirada de realidades que debemos mantener y preservar.
Por eso el mirar, y el saber hacerlo, es mucho más que un entrenamiento: es la capacidad real que mucha gente ejerce para que este mundo no se vuelva loco, airado y extremadamente solitario. Al menos, más de lo que ya está. No sé si logramos explicarnos.
Juan FERRERA GIL

































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