Nos vemos donde siempre en Agaete (fotos)

Sopla fuerte, intenso, el vientillo que en el inicio de agosto es habitual en el villa marinera. Dicen que es un vendaval que parece que se va a llevar al pueblo, pero igual esta ventolera, es el reflejo del sentimiento profundo con el que este tres de agosto se despierta Agaete.

Desde las primeras horas del día ya se está en la espera y qué largas serán las horas, este sábado, para los vecinos.

En la casa de Pery ya están los sobrinos y sobrinos nietos llegados desde la península, y el hogar es un puro revuelo.

Fabiola desde el jueves ya hizo la maleta para irse a Agaete y Adriana desde hace días, tiene preparado el patio para compartir la fiesta con la familia y amigos.

Saliendo el sol, la barriga está esconchabada porque la jiribilla festiva es la que domina al cuerpo. A media mañana ya se olerá el caldo reparador, y en las tiendas se escucharán los saludos, mientras se hacen las compras de última hora.

Raúl fue precavido ya que para él estas fiestas serán también de trabajo musical, y desde el jueves, con su hijo Alberto y los amigos, subió a Tamadaba para coger las ramas, y en el corazón está, inolvidable, esa última rama que desde el pinar, Benjamín le trajo a Angélica.

El día irá avanzando y ya estarán preparadas la ensaladilla rusa y la carne mechá, y se irá al Perola a echarse el botellín con el que ir apaciguando la espera.

Sin terminar la tarde, las calles del casco se llenarán de gente, y en las azoteas y patios estará todo preparado para vivir con los allegados ese mirar continuo al reloj para saber cuanto falta.

Cuando llegue la noche, los jóvenes tomarán la plaza para bailar en la verbena, y se paseará calle arriba, calle abajo, dando besos y abrazos a la gente querida que siempre regresa a la villa el tres de agosto.

Nos vemos dónde siempre, y mañana pasa por casa a tomar una cerveza, serán las frases más repetidas en la noche de vigilia en Agaete.

Y después de tanta espera, a las cinco de la madrugada del cuatro de agosto, sonará el ansiado volador con el que el corazón del pueblo se rompe y se reconstruye en ese segundo que da la vida.

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