Ajodar: "La Fortaleza perdida de los antiguos canarios". (V Parte)

La investigación arqueológica II

Julio Cuenca Sanabria. Carlos Gil Sarmiento Domingo, 28 de Julio de 2024 Tiempo de lectura:

 

Vamos concluyendo, con esta serie de artículos periodísticos, sobre la investigación histórica y arqueológica que estamos realizando para localizar la legendaria fortaleza canaria de Ajodar, de cuya ubicación apenas se tenían noticias, más allá de unas confusas referencias de cronistas e historiadores, que no hablan de la localización de Ajodar, sino de los acontecimientos bélicos que se produjeron a raíz de la llegada del ejercito de Pedro de Vera con Fernando Guanarteme y sus 400 canarios a la vanguardia, para entrar en la Caldera de Tejeda y atacar las fortificaciones del Bentayga. Fue allí, en la mítica Caldera de Tejeda, donde se producen los acontecimientos bélicos que describen las crónicas, en esta fase de la Guerra de Canaria. El fallido cerco del Bentayga y el posterior descalabro de Ajodar.

 

Los cronistas no dejaron una descripción precisa de donde se encontraba esa fortaleza de los canarios, entre otras razones porque no conocían bien el territorio de esta parte de la isla. Pero si aportan información descriptiva de Ajodar, como la forma enriscada de la fortaleza en su tercio superior, por lo que todos los relatos coinciden en señalar que era la fortaleza más inexpugnable de los canarios, que además solo tenia una subida y un estrecho sendero que circundaba la fortaleza por la parte superior, y que en su cima había una fuente que daba agua para beber a más de cien personas al día.

 

Hasta ahora se venia dando por un hecho cierto que la fortaleza canaria de Ajodar, estaba localizada, bien fuera la actual montaña de Las Loas, entre los barrancos de Tazarte y Tazartico o en La Montaña de Hogarzales, en el macizo de Guguy, en los dos casos ubicadas en el municipio de la Aldea de San Nicolás.

 

Estos supuestos no son sostenibles, porque en primer lugar estas montañas no reunían las características que definen a las fortalezas de los antiguos canarios, ni estaban equipadas para que la población se refugiara y fortificara en ellas, esperando ser sitiadas o atacadas como pasó en el Bentayga. No existen graneros en estos lugares, donde custodiar y conservar el grano y otros alimentos, no hay cuevas para refugiar a la población, ni tampoco agua de naciente suficiente para dar de beber a la población que se supone estaba allí refugiada. Además esa montaña de Horgazales es indefendible, porque se puede acceder a ella desde numerosas vías.

 

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Por otra parte, si hacemos una lectura contrastada de las crónicas y textos históricos, comprobamos como después del desembarco, las tropas y pertrechos de guerra, se dirigen inmediatamente hacia la Caldera de Tejeda, para sitiar el complejo de Fortalezas del Bentayga, donde sabían, por la información que les dio Fernando Guanarteme, que estaban refugiados los canarios, con la determinación de morir todos antes de rendirse. Alli estaban los líderes de la resistencia, Tazarte y Bentejuí, con toda la población que quiso seguirles. El ejercito pone cerco al complejo de fortalezas del Bentayga, con el ejercito que se envió por mar desde el fuerte de Agaete y el que se movilizó por tierra, que siguió la ruta natural del Barranco de Agaete, hacia el Valle, siguiendo los caminos bien trazados de los canarios, por la margen izquierda, hasta alcanzar Artevigua, el actual Barranco Hondo, para luego entrar en la Caldera de Tejeda desde Artenara.

 

En capítulos publicados anteriormente venimos planteando la hipótesis de que Ajodar, fuera en realidad la Meseta del Junquillo, una montaña imponente situada en el extremo oeste de la Caldera de Tejeda, dentro del ámbito de los territorios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en julio de 2019, con la denominación de “Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria”

 

La Meseta del Junquillo responde en gran medida a la descripción de las antiguas crónicas, porque es una fortaleza natural de paredes muy escarpadas, con una sola subida a la cima, que cuenta además con un sendero estrecho que le da la vuelta y que discurre al pie de las paredes escarpadas de la fortaleza. Y que además conserva un gran naciente de agua, con cisternas excavadas de gran capacidad, y que podrían dar de beber a toda la población que se refugia en la fortaleza.

 

Pero además de estas coincidencias ciertamente hacen falta otras pruebas arqueológicas, que se obtienen sobre el terreno, estudiando este inmenso espacio natural. Para ello hemos realizado varias campañas de prospecciones arqueológicas, siempre con escasos recursos, pero que nos han ido permitiendo levantar una carta arqueológica de este territorio desconocido y por tanto hasta ahora, poco estudiado.

 

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La investigación arqueológica.

 

En la última campaña de estudio arqueológico hemos utilizado tecnología avanzada, como el uso de drones programados y georreferenciados, lo que nos ha permitido no solamente contar con modelos fotogramétricos en 3D del territorio, sino además estudiar zonas que de otra forma nos hubiera llevado mucho más tiempo.

 

Hoy sabemos que la Meseta del Junquillo, fue un espacio habitado de forma estacional y por tanto temporalmente por la población canaria. Por una parte se trata de una fortaleza natural y como tal se utiliza como lugar de refugio seguro y de defensa. No hay evidencias de grandes conjuntos de cuevas excavadas que se utilizaran como poblados, como si encontramos en otras fortalezas de la Caldera de Tejeda, como el gran complejo troglodita de Acusa o en los roques- Fortalezas del Bentayga y Cuevas del Rey, donde se encuentran los más espectaculares e inaccesibles graneros en cuevas excavadas de toda la isla, o de otros complejos fortificados que se encuentran también en el interior de la Caldera, como La Montaña del Humo, la antigua Timagán y la Solana del Pinillo, en la cabecera del Barranco de Taigui.

 

Pero si existen espacios y concavidades suficientes para refugiar a la población. Hemos localizado numerosos nacientes de agua, zonas para mantener alimentado al ganado, terrenos llanos para el cultivo del cereal, hemos encontrado también cuevas naturales acondicionadas y retocadas, que se encuentran en un lugar inaccesible, de las paredes escarpadas de la vertiente este de la Mesa. Unas cuevas que pudieron utilizarse como graneros.

 

Pero son los enterramientos humanos, los que nos indican que la Mesa del Junquillo, aunque no fuera habitada permanentemente, según nuestro estado actual de conocimientos, si se utilizó para practicar inhumaciones, aunque no hemos podido cuantificar, la cantidad de sitios donde se practicaron esos enterramientos. Hemos localizado algunas cuevas o concavidades acondicionadas para su uso funerario. No sabemos mucho más porque no se han realizado excavaciones. También tenemos pruebas de las practicas de inhumaciones en roques muy próximos, como los de Degollada Cuartel. Existen también enterramientos tumulares y en cuevas en el barranco de Vigaroe, un lugar próximo a la Mesa del Junquillo. Hemos localizado también concavidades cuya superficie han sido ampliadas artificialmente hacia el exterior, a base de terrazas contenidas por fuertes muros de piedra, con la finalidad, probablemente de practicar inhumaciones colectivas, porque no hay otra explicación de otros posibles usos.

 

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En la misma, la Mesa del Junquillo próximo a un tramo del Camino Viejo hemos localizado construcciones de piedra de diferente tamaño, que forman estructuras artificiales de tendencia circular, que podrían estar relacionadas con enterramientos en fosas, que empatarían debajo de estas acumulaciones de piedras. Quedan pendientes los sondeos geofísicos o la excavación directa de los mismos para determinar si contienen fosas con enterramientos múltiples.

 

Al menos hemos localizado los restos seis “empalizadas” donde se encuentran acumulaciones de grandes piedras depositadas intencionadamente en esos puntos, probablemente para hacerlas rodar ladera abajo como sistema defensivo.

 

Pero tal vez de las cosas más importantes descubiertas hasta el momento, sea el yacimiento denominado Cuevas del Andén de Las Brujas, en la Mesa de La Punta, como así llaman al extremo noreste de la Mesa del Junquillo. En una zona denominada La Umbria de Tagaste, localizamos una serie de cuevas excavadas en el lugar inaccesible, con manifestaciones rupestres, que nos llevan a pensar que podríamos estar en un lugar de culto relacionado con el agua, dado que algunas de esas cuevas fueron grandes cisternas para contener el agua que manaba en aquel lugar. Lo que nos lleva a recordar la referencia de los cronistas que relatan que en lo alto de la fortaleza de Ajodar, había una fuente donde podían beber más de 100 personas diariamente.

 

Por último se han documentado los “camino viejos, como llaman, que comunicaban los barrancos Grande y Taigui con los caminos que circundan la montaña en su tercio superior, lo cual es otra coincidencia con los datos de los cronistas.

 

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Cuevas de habitación. Graneros. Próximos Cuevas cisternas y lugares de ritual.

 

No existen grandes conjuntos de cuevas habitacionales en la Mesa del Junquillo, de hecho salvo las cuevas del Anden de la Mesa y el Solapón de la Mesa, el resto de localizaciones son cuevas naturales, de pequeño tamaño, que pudieron servir solo como refugios ocasionales. Se detecta que pudieron ser utilizadas, por la presencia de pequeños muros de piedra que cierran parte de la entrada. El mayor agrupamiento de cuevas naturales que fueron en parte retocadas se corresponden con las cuevas del Andén de La Mesa, situadas en la vertiente oriental de la montaña, en un lugar hoy inaccesible.

 

En el interior de alguna de estas cuevas se observan troncos de pino canario apoyados en sus paredes interiores. Desconocemos su función, pero podrían guardar relación con esa práctica, que refiere las crónicas, sobre subir palos amarrados a la espalda a sitios elevados, a modo de desafíos. Aunque en este caso podría tener una explicación más relacionada con la defensa del espacio, porque las crónicas también hablan de lanzar grandes troncos de madera rodando por las laderas para frenar la subida del enemigo.

 

Una segunda cueva natural, conocida como el Solapón de La Mesa, se encuentra en la vertiente SE, próxima de la cima. No ha sido agrandada y parece ser que se utiliza para refugio del ganado, aunque anteriormente lo más probable es que fuera utilizada como refugio temporal para los canarios. En superficie no se encuentran restos materiales. Cerca hay una pequeña fuente de agua.

 

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Cuevas de Las Brujas.

 

A principio de los años 90 del S.XX, ya había realizado trabajos de prospección en la Mesa del Junquillo, en el marco de la primera carta arqueológica de La Caldera de Tejeda. En aquellas primeras prospecciones, realizamos importantes hallazgos arqueológicos, como los efectuados en La Mesa de La Punta, en la Umbría de Tagaste, en un lugar de difícil acceso, llamado por los vecinos del Carrizal de Tejeda, como el Andén de Las Brujas, donde encontramos cuevas excavadas por los canarios en un estrato de toba blanca. Las cuevas están construidas a ras del suelo y con sus entradas orientadas al Este. Las tres cuevas alineadas a modo de túneles, son estrechos y profundos y de escasa altura, tienen unos 4 metros de largo por un metro o poco más de ancho. En el exterior, en una plataforma de toba volcánica, delante de una de las cuevas, se encuentran canales y cazoletas excavadas en la superficie. En otro andén en pendiente se encuentra la Cueva de la Brujas, de planta cruciforme que conserva restos de pintura de almagre rojo en las paredes interiores.

 

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Empalizadas.

 

En los sistemas de defensa de las fortalezas de los aborígenes canarios, destacan las llamadas “Empalizadas” situadas estratégicamente en los lugares donde resultaba más accesible subir a las fortalezas. Estos sistemas consistían en amontonamientos de piedras de gran tamaño, llevadas a esos puntos, generalmente en pendiente,, donde eran sujetas con estacas de madera para llegado el momento hacerlas rodar montaña abajo para frenar así una ofensiva del enemigo. Este tipo de dispositivo defensivo fue el que ocasionó el descalabro de Ajodar, donde murieron Miguel de Muxica y los trescientos ballesteros que intentaron con él el asalto a la fortaleza de Ajodar en el Otoño de 1482 : “y el gobernador Vera por una parte y el Mojica por otra dieron sobre ellos con tanto ímpetu que los hicieron poner en huida de sierra arriba, y los nuestros siguiendolos, y al pasar por unos malos pasos que los detenían esforzaron los canarios y volvieron sobre los nuestros echándoles encima muchas piedras y galgas en tanta manera que los mataban y hacian pedazos sin poder llegar a ellos no huir para otra parte..

 

Algunos castellanos censuraron la tibieza de Guadartheme, pues también los españoles podian tener experiencia de que los canarios siempre desde los riscos tenían armada empalizada y trampas de arrojar piedras, que no era menester que guadartheme aunque lo sabia, y habia usado siempre contra nosotros ahora lo quisiese o no decir lo que tenían tramado a la subida del risco (Marin y Cubas. S.XVII).

 

También las crónicas de la conquista refieren que se utilizaron con gran eficacia en la defensa del Bentayga, donde murieron debido a las trampas de las empalizadas nueve soldados y fueron gravemente heridos otros quince.

 

En las prospecciones arqueológicas realizadas en la Mesa del Junquillo, hemos localizado hasta seis de estas empalizadas de grandes piedras, obviamente ya no existen las estacas que servían para sujetarlas y que eran retiradas en el momento que se decidía hacerlas rodar ladera abajo. Pero por lo que hemos podido observar no todas estas concentraciones artificiales de grandes piedras estaban siempre asociadas a las empalizadas, porque no era necesario. Cinco de estas concentraciones artificiales de grandes piedras, se encuentran en la cima de la mesa, en diferentes localizaciones, en el perímetro casi siempre cerca del borde de la cima. En un caso la concentración artificial de piedras estaba situada en una ladera que constituye el acceso a la cima una vez superado el primer tramo. En otro caso una gran piedra fue colocada sobre un risco por la vertiente SE de la fortaleza, cerca del camino de acceso al único paso por el que se llega a la cima. Otras acumulaciones están situadas en la propia cima cerca del borde justo en el lugar que controla el andén por donde único se puede subir y llegar a la base del granero conocido como cuevas del Andén de La Mesa.

 

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Cuevas de enterramiento y estructuras tumulares.

 

Se le ha dado, en esta fase del estudio, prioridad a la búsqueda de posibles lugares de enterramiento, porque una de las pruebas que serían definitivas para confirmar que la Mesa del Junquillo es el lugar al que se refieren las crónicas cuando describen la legendaria fortaleza canaria de Ajodar, sería sin duda encontrar el lugar donde Fernando Guanarteme dio sepultura, por orden de Pedro de Vera, a los ballesteros vascos que cayeron en Ajodar.

 

Hemos encontrado algunos enterramientos en pequeñas cuevas, siempre en la vertiente de umbría de la montaña, en el tercio superior, algunos de ellos en andenes de difícil acceso si no se conocen los pasos. Estos enterramientos, de los que desconocemos el número, podrían ser de canarios, porque en superficie sobresalen fragmentos de esteras de junco, que suponemos servirían como sudarios para envolver los cuerpos. Pero también podría ser que muchos de estos ballesteros fueran envueltos en esteras cuando procedieron a ser sepultados. No tenemos pruebas en uno u otro sentido. El Andén de Los Cabritos es uno de esos lugares de enterramiento probablemente de aborígenes canarios, porque sobresalen fragmentos de esteras de junco en los que fueron envueltos los cadáveres.

 

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Estos enterramientos se localizan en pequeños solapones o cejos, que se encuentran al pie de los escarpes de roca basáltica, delimitados por una hilada de piedras y están cubiertos por arena negra cernida. Los más evidentes se encuentran en un lugar de difícil acceso, en el Andén de Los Cabritos, vertiente Norte de la mesa del Junquillo. Tenemos registrados otros sitios (Ver mapa) que pudieran ser considerados como lugares de enterramiento, por la existencia de fuertes muros de piedra que delimitan el espacio y que sirven para contener la tierra. En estos espacios a modo de terrazas artificiales bajo cejos o solapones, localizados muy próximos al sendero que circunda la Mesa, por la vertiente N-NW, pueden caber numerosos enterramientos. Inicialmente, al encontramos con estos espacios supuestamente funerarios, pensamos que podríamos estar en el lugar donde fueron enterrados los caídos en la batalla de Ajodar, no lo descartamos, así que habría que esperar a los sondeos arqueológicos para salir de dudas.

 

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Buscábamos igualmente estructuras tumulares, por considerar que probablemente sería el método más rápido y fácil para dar sepultura a la ingente cantidad de muertos que se produjeron en la batalla de Ajodar. Abrir una fosa en un lugar más o menos llano, donde hubiera un relleno de tierra suficiente, llevar hasta ese sitio los restos humanos recogidos en el lugar de la matanza, para luego enterrarlos en dicha fosa y sobre esta depositar un túmulo de piedras, esto sería mucho más fácil que estar acondicionando pequeñas cuevas para ir depositando unos pocos cadáveres aquí y allá. Otra cosa es que en determinados solapones de mayor capacidad, que parecen haber sido agrandados con fuertes muros exteriores, pudieran estar los restos de los muertos en Ajodar. Como hemos planteado, será necesario realizar sondeos arqueológicos para comprobarlo.

 

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Hay que mencionar la existencia de lo que podrían ser túmulos funerarios, al menos dos, localizados en la vertiente Oeste de la montaña, en una degollada próxima a la Morra de la Peña (Ver mapa). Una de estas estructuras, ha sido en parte desmontada por la zona central interior, pero no se llegó a la posible fosa de enterramiento, que puede existir debajo del cascajo de piedras pequeñas que rellenan el túmulo. La estructura tumular se distingue bien y no parece que se corresponda con un amontonamiento de piedras para limpieza del terreno, nos basamos en este supuesto porque la estructura tiene planta de tendencia circular, delimitada por piedras de regular tamaño, y dentro piedras a modo de cascajos de pequeño tamaño. Es otro de los posibles yacimientos a realizar sondeos arqueológicos, para determinar la existencia o no de enterramientos en la fosa que puede haber bajo el túmulo.

 

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Muy próximo a este lugar en Lomo Gordo, el interfluvio que forma la divisoria entre los barranco de Siberio y Vigaroy, cerca de la confluencia del primero con Barranco Grande, donde empieza el sendero de ascenso a la Mesa del Junquillo, existen varios túmulos de piedra que parecen estar intactos y podrían ser objeto igualmente de estudio.

 

Julio Cuenca Sanabria. Carlos Gil Sarmiento

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