Miénteme

Ángel Manuel Chavarría López

[Img #18246]La mentira es esa verdad que nadie —o casi nadie— desea escuchar en su día a día.
 
Quienes saben la verdad tras una mentira se plantan con el valor suficiente para afrentar a la otra persona con la cabeza bien alta. Y no es un rasgo apático, ni mucho menos. Tutelan la vereda del silencio hasta que el otro, o la otra, caiga rendido frente a esa mudez delatora, y rinda cuentas.
 
Ahora bien, la mentira es hoy casi un valor que prevalece sobre otros principios: en política vale más la mentira mientras los votantes se la crean, para así poder ya no refutar, sino insultar a los contrarios. Una circocracia donde los animales se encierran en el Congreso y las palabras que escupen hacen de saltimbanquis en las cabecitas mono-neuronales que actúan antes de pensar. Así la mentira se hace carne.
 
Como dice la canción de Camilo Sesto «Miénteme, porque sólo así me harás saber que así nos podemos entender»
 
Pero la mentira no es algo nuevo; ya en la sociedad de siglos atrás se mentía en uno de los asuntos más fundamentales y pilares que sustenta la idiosincrasia de la gente. El amor. Los prometidos se mentían por compromisos que debían aceptar por las circunstancias que les sobreviniese. Algunos acababan amándose con el tiempo, y otros salían más bien mal parados.
 
La literatura tampoco escapa a la esencia innata de la mentira. En muchos casos se debía ocultar la realidad cuando la “época dorada” del cristianismo nos deleitaba con el poder de la censura y su moral, utilizando recursos como códigos secretos dentro de textos con el fin de mandar mensajes a través de obras. Datos de ello son los boca a boca y algunas pruebas de mensajes en las obras de Shakespeare y Francis Bacon. Incluso como género nos encontramos con la Ficción, definida por la RAE como «Cosa fingida». En la ficción histórica, pese a todos los arduos trabajos de investigación que se hagan, siempre hay que rellenar vacíos con alguna historieta ficticia. Una mentira dentro de la realidad histórica con la que se engalane aquélla.
 
Al final, la mentira no es más que un recurso del cual aprovechamos su tirón para todo tipo de prácticas, buenas o malas, lo que dependerá del uso que se le dé. Es un maquillaje, la fantasmagoría de la percepción con la que concebimos el mundo y la realidad.
 
Ángel Manuel Chavarría López
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