Microrrelatos. Hablar es barato

"...es fácil hablar, pues, a veces, a quien habla se le va la fuerza por la boca..."

Quico Espino Lunes, 29 de Julio de 2024 Tiempo de lectura:
Foto: François HamelFoto: François Hamel

Lo que quería decir con TALK IS CHEAP, cuya traducción literal viene a ser el título del relato, era que es fácil hablar, pues, a veces, a quien habla se le va la fuerza por la boca, lo cual, según él, les ocurría a las feministas que se estaban manifestando en esos momentos, justo cuando se acercaba a la boca del metro para entrar en un bar llamado MUSIC, más conocido como POW, ya que la mayoría de los clientes habían sido prisioneros de guerra (prisoners of war), siendo él uno de ellos durante el conflicto en Los Balcanes. Desde entonces tenía agriado el carácter y no había un día en el que no pensara en la prisión en la que lo metieron; incluso sufría pesadillas en las que volvían a estallar las bombas. Boom! Boom!

 

De pronto, antes de entrar al bar, se paró en seco. Luego, pensativo, se descargó la mochila que llevaba a la espalda, sacó una botella de tequila y varios aerosoles de colores y, después de echarse tres buenos tanganazos de su bebida predilecta, pintó con presteza un mural en la pared del metro: aparte de las palabras ya citadas, escribió BAR, BOOM y HIP HOP y dibujó una chica con gafas oscuras, empoderada ella, cargando con un transistor por el que creía escuchar una música rapera con máximas reivindicativas que él consideraba inadmisibles porque, en su opinión, las mujeres se estaban pasando de la raya con tanto feminismo.

 

Luego se echó otro trago más de tequila, tequilita, decía él, y se dirigió al bar, en cuya puerta se giró y miró para el mural que había pintado. Volvió entonces sobre sus pasos, sacó de su mochila un bote de pintura negra y, sobre los ladrillos rojos, al lado de POW, casi imperceptible, escribió: TEQUILA MADE ME DO IT (el tequila me obligó a hacerlo), y lo leyó con detenimiento, creyéndoselo, con su impasible acento inglés. Se quedó tan pancho que entró en el bar con la conciencia tranquila, como si el alcohol fuera el culpable de sus actos, de su manera de ser y de actuar ante ciertos hechos, sabiendo de antemano que estaba equivocado pero con la pretensión de tener la razón. Por eso siempre le echaba la culpa al tequila.

 

Texto: Quico Espino

Imagen: François Hamel.

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