
A algunos les ha tocado ser “el desastre” “el torpe” o “la tímida”; otros se podría pensar que han tenido más suerte porque se les ha etiquetado como “la inteligente”, “el responsable” o “el perfeccionista”.
Las etiquetas nos han acompañado generación tras generación. Ha sido un patrón de conducta recurrente y muy difícil de desterrar, sobretodo porque no se le ha dado ningún valor a sus consecuencias, o ni siquiera se ha pensado en ellas.
Pero ¿Crees que nos ha condicionado ser etiquetados así a lo largo de nuestra vida?
Por supuesto que sí.
Las etiquetas influyen en nuestro autoconcepto y en cómo percibimos el mundo. Queramos o no, las etiquetas dejan una marca imborrable (porque somos una mezcla de genética y entorno).
Nuestra identidad se va conformando poco a poco a lo largo de la vida, y la infancia es una etapa clave en la que nuestros referentes nos pueden influir enormemente.
¿Has escuchado sobre el Efecto Pigmalión?
Una teoría demostrada por Rosenthal y Jacobson (1968) que muestra cómo las expectativas de los adultos pueden influir directamente en el rendimiento y comportamiento de los niños.
En su estudio, los investigadores informaron falsamente a los maestros que ciertos estudiantes tenían un potencial intelectual superior. Sin embargo, estos estudiantes fueron seleccionados al azar. Al final del año escolar, los "estudiantes prometedores" mostraron una mejora significativa en el rendimiento académico, simplemente porque los maestros esperaban más de ellos.
Este fenómeno también se conoce como profecía autocumplida: una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se vuelva cierta.
Es muy complicado eliminar completamente las etiquetas, casi un imposible.
Nuestros hijos, los hijos del vecino y el mundo entero es etiquetado constantemente (y no sólo por su entorno más cercano). Muchas de ellas surgirán en su grupo de amigos o compañeros de clase, por ejemplo.
Por eso es tan importante dejar las etiquetas a un lado por lo menos en el entorno familiar, porque además esas son las que más marcan, las más difíciles de deconstruir y las más arraigadas (moldelando la identidad de los niños a largo plazo)
Por ejemplo:
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Escenario: Llevas a tu hijo a una fiesta y él prefiere observar en lugar de lanzarse a la pista de baile.
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Etiqueta: "Es que es muy tímido".
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Efecto: El niño se siente avergonzado y se refugia aún más en su zona de confort. Crece pensando que interactuar socialmente no es su fuerte.
Y es que todos hemos caído en la trampa de las etiquetas. Principalmente porque nos parecen una forma rápida de describir comportamientos; pero la realidad es que con las etiquetas no describimos el comportamiento, sino a la persona. Porque no es lo mismo decir “eres tonto” que “has hecho una tontería”.
Si crezco pensando que soy tonto, bruto o torpe...lo siento, soy así; sin embargo, si he hecho una tontería, he sido muy brusco o se me ha derramado algo, quizás la próxima vez no sea así.
Las Etiquetas "Positivas" También Son Trampa
Todas las etiquetas nos encasillan y nos moldean limitando nuestro crecimiento y desarrollo natural. Las etiquetas consideradas "positivas" también.
Ejemplo :
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Escenario: Tu hijo resuelve muy rápido los problemas de matemáticas.
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Etiqueta: "Eres muy listo".
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Efecto: Procura evitar desafíos que pongan en riesgo su etiqueta de "listo". Puede pensar que su valor está en su inteligencia, no en su esfuerzo.
¿Cómo Dejar de Etiquetar?
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Observa sin Juzgar: En lugar de decir "eres vergonzoso", di "veo que necesitas tu tiempo para sentirte cómodo". Esto ayuda a separar la acción del carácter del niño.
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Enfócate en las Acciones, No en la Identidad: Cambia "eres travieso" por "ese comportamiento no es adecuado". Así, corriges la acción sin atacar la personalidad del niño.
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Refuerza lo Positivo: En lugar de "eres tímido", intenta "veo que te gusta observar antes de unirte, eso está bien". Esto valida su forma de interactuar sin etiquetarlo.
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Fomenta el Crecimiento y la posibilidad de cambio: Cuando tenga algún comportamiento que no es el más usual en él, no lo recalques (anda...con lo tímido que eres y mira lo enralao que estás ahora…) porque estarás señalando que se está saliendo del concepto que tenemos sobre él.
A Largo Plazo: Criando Adultos Saludables
El impacto de dejar las etiquetas en el pasado es enorme.
Los niños criados sin etiquetas limitantes se convierten en adultos seguros, capaces de enfrentar desafíos sin el peso de identidades impuestas por otros. Son personas que se ven a sí mismas como capaces de crecer y aprender, en lugar de estar encasilladas en un molde.
Recuerda: las palabras tienen poder. Utilízalas para elevar, no para limitar.
Después de todo, las etiquetas son geniales para organizar tu ropa, ¡pero no para definir a tus hijos!
Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser ―Johann Wolfgang von Goethe.
Harídian Suárez Vega
Trabajadora Social y Educadora de Disciplina Positiva
(@criarconemocion)
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