
Los niños en la primera infancia (entre los 0 y los 6 años) están en una etapa crucial de su desarrollo, donde necesitan expresar libremente sus pensamientos y emociones.
En esta etapa, también están aprendiendo códigos sociales que, si no se enseñan adecuadamente, pueden tomar años deconstruir.
Uno de estos códigos es la idea de mantener secretos, que aunque parezcan inofensivos, implantan la noción de que es aceptable ocultar cosas por presión social.
Si quieren ocultar algo que sea porque no les apetezca contarlo, no por sentirse en la obligación por presión o por un acuerdo con alguien.
Resignificando los secretos.
Evidentemente no todos los secretos son iguales, ni tienen la misma importancia ni son igual de inofensivos.
Por eso es necesario resignificar el secreto para que nuestro hijo entienda la diferencia entre unos y otros.
Nosotros como adultos, designamos con el mismo nombre a todo tipo de información que ocultamos, porque sabemos bien la diferencia, pero para los niños es información confusa.
“Mamá me ha pedido que guarde el secreto del regalo de cumpleaños de la abuela”.
“La abuela me ha pedido que no le cuente a mamá que he merendado chocolate y galletas en lugar de fruta”.
“Estoy sufriendo acoso escolar y me han amenazado con hacerme más daño si lo cuento”.
Si a todas estas situaciones las llamamos secretos...nuestro hijo, en su cerebro básico, les puede dar el mismo tipo de valor o importancia.
“Si con mamá puedo guardar un secreto...supongo que no es tan malo”.
Tenemos que dejar bien clara la diferencia.
-
Secretos divertidos.
Como el caso del regalo de cumpleaños para la abuela (o para quien sea).
Por supuesto no queremos que le cuente a la cumpleañera el regalo que le tenemos preparado, pero podemos hacer lo siguiente:
-
Primero, cambiar la palabra “secreto” por “sorpresa”. Es el cumpleaños de la abuela, y el regalo es la sorpresa, por eso no se lo podemos contar a ella.
La sorpresa es algo momentáneo, que finalmente se revelará y que tiene como intención hacer feliz a alguien.
-
Y Segundo, decirle que aunque no se lo puede contar a la abuela, sí que se lo puede contar a sus amigos, a papá, al tío… dejándole claro, que esa información es inofensiva, puesto que se la puede contar a quien quiera, excepto a la persona a la que le vamos a dar la sorpresa (así además enseñamos a compartir la carga de guardar información).
-
Secretos inofensivos (pero que no lo son tanto).
Es el ejemplo de la abuela que se salta la norma de dar fruta para merendar y pide al niño que guarde el secreto.
En este caso, lo importante es no regañar al niño cuando nos lo cuenta.
En lugar de eso, agradece y exalta la importancia de que te haya contado la verdad.
No podemos enfadarnos porque el niño haya comido algo muy rico que le ha ofrecido una persona tan de confianza como su abuela. No pidamos que tenga tanta fuerza de voluntad y consciencia, porque no es realista.
Si te enfadas porque lo hizo, entenderá que es mejor no contarte nada.
Mejor refuerza la idea de que puede contarte absolutamente cualquier cosa, porque en casa nunca regañamos por contar la verdad.
Si quieres, ,lo que sí puedes hacer es hablar con la abuela, y explicarle la importancia de la alimentación saludable, de respetar tus normas y de no enseñarle al niño a guardar secretos. Pero eso en privado y entre adultos.
-
Secretos peligrosos.
Si alguien quiere abusar de alguna forma de tu hijo/a, le dirá cosas como...”este es nuestro secreto y no se lo puedes contar a nadie” “ como se lo cuentes a alguien te vas a enterar”.
Hay que explicarle al niño que cuando alguien le dice frases de ese tipo es porque quiere hacerle daño y tiene que contarlo siempre, da igual lo que sea. No hay nada que no pueda compartir con mamá y papá.
Si además ese secreto le hace sentir incómodo, es una alerta para saber que hay malas intenciones detrás.
Por eso es tan importante no haberle regañado por contarnos que merendó galletas con la abuela. Nuestra casa es un lugar seguro para contar la verdad, sea cual sea, y nunca nos enfadamos por eso.
Eliminar la cultura del secreto en casa no solo fortalece la confianza y la comunicación, sino que también protege a nuestros hijos de potenciales peligros.
Haz sentir a tus hijos que pueden contarte cualquier cosa, que todo se puede hablar y resolver en familia.
Cuando tu hijo te diga en voz bajita..."tengo un secreto", en lugar de apresurarte a decirle que te cuente, aprovecha la oportunidad para educar y enseñarle a diferenciar entre sorpresas, secretos inofensivos y secretos peligrosos.
Haridian Suárez. Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva
(@criarconemocion)
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.15