
En una tarde tranquila. El sol se ocultaba y el caballo viejo recordó las inolvidables primaveras que permanecían suspendidas en su memoria.
El caballo viejo se levantó de su silla, y miró con sorpresa la caída de la tarde. Era la hora cercana para descansar, la esperó con ansias.
El caballo viejo rogó al día que diera paso a la noche, y así fue.
Mañana, combatirá cuerpo a cuerpo con el reloj, y llamará a la noche para que lo cobije en sueños de juventud.
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