Sucede todo el Tiempo

Como las tormentas que traen consigo un torrente aleatorio de rayos, relámpagos y unas gotas de lluvia, sucede todo el tiempo. Con intervalos, entre una y otra, de claroscuros.

 

«Se han perdido los valores», o «estas actitudes antes no las teníamos», entre otras; las mismas frases repetidas una y otra vez entre generaciones, donde la más antigua se lo dice al aire, por si alguien más joven la escucha. Pero siempre es igual: la comodidad en lo costumbrista parece alienar al fantasma de la curiosidad sobre lo que viene. Y vendrá. Una especie de mecanismo defensivo primario. Sin embargo, el perfume de lo eterno crea estos pequeños mosaicos en cadena, ininterrumpidos e interminables a lo largo de nuestra historia.

 

Y no es algo que defienda como algo negativo. En absoluto.

 

Al fin y al cabo, somos herederos de millones de suspiros que nos han precedido bajo nuestros antepasados, al abandono del tiempo como lo está la memoria. Perjudicial sería si luego las brasas de la duda se consumiesen definitivamente, refirmando a golpe de fuerza física todo aquello que se piensa, y por ende dejarse a un lado la salud mental, por ejemplo, que cuesta entender hoy en día porque difícilmente antaño emergía entre periodos de guerra y supervivencia. Pero lleva diezmando en tropelía a muchos jóvenes.

 

Incluso también a personas mayores.

 

El hecho de tratar por encima de la cabeza parece también ser un ejercicio llevado a cabo sobre las ánimas, como es el caso de Velintonia, el hogar donde Vicente Aleixandre vivió y recogió testimonio con muchísimos otros grandes poetas. Y de muchas generaciones. El sello moral que habita espíritu entre esas paredes, observando por su ventana el magnífico cedro del jardín, se ha pisoteado, ajado, y descuartizado atado a varios caballos: la avaricia, el desinterés público, el capricho de algunos usureros en hacer negocio con ella… Pero pocas personas he conocido que todavía le respeten su valor y su sitio en la historia.

 

Ante la visión y convivencia de este tipo de situaciones, previo a que en unos años yo también mendigaré aquestas frases y me deleitaré con el perfume de lo eterno, solo queda disfrutar y aprovechar de todo aquello que hemos construido en sociedad —y como individuo—, previo a su consumo. A su olvido.

 

Todavía quedan muchas cosas por entender.