Educación infantil

Detrás del mal comportamiento (búsqueda de atención)

Muchas veces, lo que hacemos es empeorar las situaciones

Redacción Miércoles, 12 de Junio de 2024 Tiempo de lectura:

No entender el motivo que subyace detrás del mal comportamiento de nuestros hijos, hace que no sepamos abordar las situaciones con las estrategias adecuadas. Y muchas veces, lo que hacemos es empeorar las situaciones.

 

Como hemos descrito en artículos anteriores, el objetivo principal de todo niño/a es sentir que pertenece y que es importante dentro de su unidad familiar. Y muchas veces, los niños, se crean creencias erróneas acerca de cómo conseguir sentirse parte importante de su grupo (a partir de la percepción que tienen del mundo).

 

Las teorías desarrolladas por Alfred Adler, identifican cuatro “creencias erróneas” del comportamiento infantil: atención indebida, poder, venganza y demostración de insuficiencia.

 

En el artículo de hoy vamos a desarrollar “la atención indebida”

 

En el bullicio diario de una familia, no es raro encontrar a un niño que interrumpe constantemente, se queja sin cesar o actúa como el payaso de la casa. Estas conductas muchas veces los adultos las sentimos como frustrantes , desesperantes, nos irritan y nos preocupan.

 

Sin embargo, detrás de estas acciones se esconde una necesidad profunda y legítima: la búsqueda de atención.

 

El niño ha adquirido la creencia errónea de que sólo es importante cuando notamos su presencia o cuando le dedicamos tiempo exclusivo.

 

Lo que Percibimos los Adultos

 

Cuando un niño interrumpe una conversación entre adultos, se queja insistentemente por pequeñas cosas o hace travesuras para llamar la atención, es fácil interpretar estos comportamientos como “este niño es un malcriado”.

 

Los adultos suelen percibir estas acciones como molestia, desobediencia o falta de respeto. La reacción común es regañar (“deja de interrumpir”, “ qué pesadito eres”, “es que te quejas por todo...”), ignorar (esperando que el niño se canse y deje de hacerlo) o castigar (“vete a tu habitación” “ esta noche te quedas sin ver la tele”),, esperando que así cese el comportamiento indeseado.

 

Imaginemos un escenario cotidiano: estás en una llamada de trabajo importante y tu hijo entra repetidamente para mostrarte dibujos o pedir ayuda con un juguete. Te sientes irritado y probablemente le pides que salga de la habitación, quizá alzando un poco la voz, pero el niño sigue buscando tu atención de otras maneras, como haciendo ruidos o comportándose de manera disruptiva.

 

La Realidad Detrás del Comportamiento

 

Desde la perspectiva de la disciplina positiva, estas acciones son ejemplos de "atención indebida", una de las metas equivocadas que los niños adoptan cuando buscan desesperadamente sentirse significativos y pertenecientes. La psicología detrás de esto sugiere que, para un niño, recibir atención (aunque sea negativa) es preferible a no recibir ninguna.

 

Cuando los niños se sienten ignorados o desconectados, recurren a comportamientos que garantizan que los adultos les presten atención. Esta búsqueda constante de atención es una señal de que sus necesidades emocionales no están siendo completamente satisfechas.

 

Cómo podemos intervenir de forma positiva:

 

En general lo ideal sería poder dedicar, en algún momento del día, algo de tiempo exclusivo y de calidad al niño (no mirando el móvil mientras él juega), para ir reduciendo su necesidad de atención indebida; y establecer rutinas en las que mamá o papá participan con el niño (nos lavamos los dientes juntos, leemos un cuento antes de dormir, nos contamos lo que hemos hecho durante el día...)

 

En concreto en el ejemplo anterior y en cualquiera del día a día, debemos dar prioridad a conectar antes de corregir, es decir, empatizar con su situación y su necesidad antes de redirigir su comportamiento (“veo que necesitas algo de mí, en cuanto termine esta llamada me siento contigo”)

 

Podemos también “distraer” al niño involucrándolo en una tarea útil mientras nosotros terminamos lo que estemos haciendo (“puedes ir sacando los colores y preparando todo para cuando mamá termine ponernos a dibujar”)

 

Podemos hacerle alguna señal no verbal o algún contacto físico sin hablar (una caricia, un guiño, una señal de aprobación…) para que sepa que le sentimos presente aunque ahora mismo no podamos atenderle.

 

Utiliza más el humor: en el momento que estamos hablando por teléfono y no podemos atenderle sí establecemos un tono más serio para marcar el límite, pero una vez terminado, no es necesario ponerle cara de enfado y decirle “...desde luego...es que no me dejas ni hablar por teléfono”, mejor hazle cosquillas y dile “ahora sí que puedes contarme lo que me querías contar”

 

Y sobre todo, modelar paciencia y respeto: Los adultos deben modelar el comportamiento que esperan ver. Manejar las interrupciones con calma y respeto les enseña a cómo manejar sus propias emociones y necesidades de manera más constructiva.

 

Entender que la atención indebida es una manifestación de necesidades emocionales insatisfechas cambia nuestra percepción y respuesta como adultos.

 

En lugar de ver a nuestros hijos como desobedientes, podemos verlos como pequeños seres humanos que buscan desesperadamente conexión y validación.

 

Al responder con paciencia, respeto y estrategias positivas, podemos ayudarles a desarrollar comportamientos más constructivos y relaciones más saludables, tanto con nosotros como con el mundo que les rodea.

 

Haridian Suárez

Trabajadora social y

Educadora de Disciplina Positiva para las familias

(@criarconemocion)

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