Está claro que el Día de Canarias instituido para conmemorar anualmente la primera sesión del Parlamento de Canarias celebrada el 30 de mayo de 1983 no se vive en ningún lugar de la capitalina ciudad de Las Palmas de Gran Canaria como en el Paseo Romero que desde el año 2009 organiza para disfrute, diversión y afianzamiento de nuestra identidad, el Real Club Victoria.
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Fue y es bastante difícil que el pueblo del archipiélago vea en el 30 de mayo -San Fernando- un día para celebrar lo que lo singulariza como comunidad social.
Crear identidad de pueblo “desde arriba” a golpe de decretos o disposiciones de leguleyos, es cosa imposible o casi.
Porque la identidad, sencillamente, surge del sentimiento, y el sentimiento rara vez nace de los boletines, más bien lo hace del recuerdo de enfermedad del padre, del timple y la guitarra que acompañaban los taperíos de la fiesta de su pueblo, de los momentos compartidos con los amigos en la infancia, de la música que sonaba en las fiestas de la juventud o del fervor profundo que se experimenta cuando uno -aunque rara vez aparezca por una iglesia- se arrodille ante la imagen de su devoción a pedir que una madre sane del cáncer traicionero.
Por ello, el Gobierno de Canarias, por entonces presidido por Jerónimo Saavedra, aprobó al siguiente año, la Ley 2/1984 de 11 de abril, por la que se creaban los Premios Canarias. Se hacía y así lo expresaba el texto, dentro de “las medidas de estímulo que tienden, simultáneamente, a potenciar, encauzar y reconocer los fenómenos culturales con íntegro respeto a su espontaneidad creadora y a su raigambre social. Con los mismos no se pretende recompensar hechos culturales aislados, sino más bien trayectorias de relevante contenido cultural que hayan significado una eminente contribución a los valores propios… a la par que dejar expresión de su inquietud por la promoción y tutela de los valores que representan nuestra propia identidad”
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Otros símbolos oficiales de esa unidad de nuestro disperso territorio tuvieron diferente camino: la bandera había acompañado en 1982 al Estatuto, pero el himno se hizo esperar dos décadas. La música es sentimiento; de ahí la tardanza y sus múltiples polémicas. La primera de ellas justamente en la celebración del primer Día de Canarias en 1983, precedida por la controversia de la supresión en la emisión de un programa grabado por Televisión Española, de la interpretación de la pieza que muchos comenzaban a defender como futuro himno -el pasodoble Islas Canarias del catalán Josep María Tarridas Barri-, interpretada en dicho programa por Los Sabandeños. Pero sería en 1985, con la extensión a todo el Archipiélago y muestras de nuestra cultura, tradiciones y patrimonio como los deportes vernáculos, cuando el Real Club Victoria -uno de los múltiples y más contundentes baluartes y símbolos de la sociedad capitalina y grancanaria desde su fundación en 1910 por el mítico Pepe Gonçalves y profundamente unido al desarrollo de varios deportes en nuestra isla aparece ya absolutamente ligado a esta conmemoración con motivo de su 75 aniversario.
Ese año, la playa de Las Canteras, el Castillo de La Luz y la sede social del Victoria fueron los escenarios del llamado “Día del Deporte Canario”, con manifestaciones de Lucha Canaria, Regatas de Vela Latina, Juego del Palo, etc.
Pero como en todo, dependiendo de la voluntad de otros, tan sólo dos años más tarde los directivos del Victoria se quejaban de haber sufrido la “desidia y falta de consideración de las instituciones públicas, excepto el Cabildo, y por ello este año no podremos colaborar, de la forma que se merece, con el festejo deportivo del Día de Canarias”.
Los años siguientes, manteniendo una estrechísima y colaborativa actuación conjunta con la Dirección General de Deportes del Gobierno Autónomo, la Consejería de Deportes del Cabildo Insular de Gran Canaria y la Real Federación de Vela Latina, el Club Victoria mantuvo muy alta su distinción como promotores del deporte en la Isla y desde el ajedrez, el boxeo a, sobre todo, la Vela Latina todo lo movieron y acrecentaron.
Hasta que el 30 de mayo de 2009 un punto de inflexión generó una modificación en la participación del Club Victoria en la conmemoración festiva de la identidad canaria. Ese día, aquel año, el Victoria organizó la primera Romería del Día de Canarias dentro de las calles y plazas de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Sin ninguna advocación religiosa, sin caminos de recuperación de viejos patrimonios, el Victoria creó y recreó un acto novedoso y convocador: la fiesta dedicada a Canarias.
La música, el parrandeo, la vestimenta, las tradiciones de bueyes y carretas, todo hecho por y para festejar el sentirnos de la tierra. El éxito fue formidable. Participaron 12 carretas, yuntas y más de 20 grupos folclóricos (tres de Fuerteventura, cuatro de Tenerife, uno de La Gomera, uno de La Palma, uno de El Hierro y uno de Lanzarote y otros de la propia Isla) con más de un millar de personas partieron desde el parque de Santa Catalina con la agrupación Flor Canaria y la carreta del Real Club Victoria, hacia la nueva Plaza de La Luz, pasando por las calles Luis Morote, Sagasta, Tenerife, Albareda y Juan Rejón. Pan bizcochado de Moya, ron, gofio, ayudaron el caminar a La Puntilla donde se celebraron varias actuaciones y el yantar final en las instalaciones del club.
El acierto quedo plenamente demostrado.
Por ello, en plenitud de méritos y coincidiendo con el centenario de su fundación, al año siguiente, el Victoria tiró la casa por las ventanas de su sede, frente a ese Atlántico que lo ha cobijado y le ha dado su más profunda razón de ser para celebrarlo como tal hecho merecía.
Una exposición monográfica sobre el timple, el concierto de Benito Cabrera, el concierto de Los Gofiones y Los Sabandeños, la visita y conferencia de Paulino Rivero, presidente del Gobierno regional, diversos talleres y las III Jornadas del Queso Flor de Guía llenaron de aires canarios la brisa de Las Canteras.
Su centenario y sus múltiples valores hicieron merecedor al club de la concesión de la Medalla de Oro de Canarias por su centenario y sus múltiples valores hicieron merecedor aquel año al Real Club Victoria de la concesión de la Medalla de Oro de Canarias “por haberse ganado en sus cien años de existencia el respeto de todos los canarios, que valoran el espíritu solidario y emprendedor de una entidad de enorme arraigo social”
Para celebrarlo, su entonces presidente Antonio Padrón, invitó a los canarios a pasar un día entero de diversión y “dar cuatro gritos para que espabilemos y reivindiquemos nuestra canariedad”.
Su Junta Directiva sigue en la actualidad tan enraizada en esa ciudad dentro de la ciudad que es La Isleta y su istmo; y por ello este año volverán a ser fieles a este compromiso y el Paseo Romero del Victoria que creció hasta convertirse en una completa Semana de Canarias, seguirá estando al servicio de la cultura y las tradiciones de nuestra tierra.
Y eso es algo de lo que el Club Victoria puede presumir con absoluta limpieza mirando el horizonte que se abre ante ellos y ellas: su absoluto arraigo y presencia social en todo el archipiélago.
José Luis Yánez Rodríguez.
Cronista Oficial de Teror.
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