
¿Pero por qué mi hijo no me escucha? ¿es que hablo en chino? ¿será sordo? ya no sé cómo decirle las cosas, por más que le repito...nada.
Pero si analizamos un poco más en profundidad, quizás la pregunta que realmente nos hacemos es...¿por qué mi hijo no me obedece?
Y es que muchas veces los padres queremos que en cuanto damos una orden, obedezcan, y para nosotros eso significa escuchar.
Pero escuchar y obedecer no son sinónimos, ni siquiera se parecen.
¿Realmente queremos que obedezcan? Si, claro que queremos que obedezcan. Ese es el sueño de todo padre o madre. En eso no hay discusión. Lo que pasa es que queremos que obedezcan según a quién, cuándo y en qué momento nos interesa que obedezcan, y eso ya no es tan realista.
Claro que queremos un niño obediente, lo que no queremos es un adolescente o un adulto sumiso, con falta de criterio, que diga sí a todo, que no sepa defender su punto de vista o sus intereses.
Claro que queremos un niño obediente, que no nos rechiste cuando le damos una orden; pero queremos que sea así sólo dentro de casa, no con sus amigos, ni con cualquiera de la calle, ni con sus futuras parejas, ni con sus futuros jefes….
Y es que los adultos somos así de incoherentes, les pedimos obediencia en casa sin ningún margen a réplica (porque lo digo yo que soy tu madre) pero les pedimos criterio propio y que sean capaces de replicar cuando están fuera de casa (¿o es que si tus amigos se tiran por un puente tu también?)
No olvidemos que la obediencia suele estar acompañada de miedo o de la dependencia a la aprobación externa. ¿Es eso lo que quieres para el futuro de tu hijo?
Volviendo a la pregunta inicial, creo que lo que realmente nos deberíamos preguntar no es por qué mi hijo no me escucha o por qué mi hijo no me obedece; sería más efectivo preguntarnos por qué mi hijo no colabora.
La cooperación o la colaboración no viene acompañada de miedo o de dependencia a la aprobación externa, sino de la motivación y de iniciativa propia.
Si tu hijo coopera, es producto o síntoma de una comunicación efectiva en la dinámica familiar. Quiere decir que tu hijo sabe cuál es su lugar dentro de su familia, y que su colaboración y cooperación son imprescindibles para el buen funcionamiento de su tribu. Y cuando uno se siente importante y necesario colabora, coopera y asume sus responsabilidades.
En cambio cuando no hay colaboración, suele haber luchas de poder (ese “porque yo lo digo” que invita más a revelarse que ha cooperar).
Otra causa de que tu hijo no te escuche, es que realmente no te ha escuchado.
Le has dado un grito desde la cocina para que recoja los juguetes del salón y el sonido no ha llegado a sus oídos (entre la distracción de la tele de fondo y que está absorto en otra actividad...pues realmente no te ha escuchado), así que suele ser mucho más efectivo y menos agotador acercarte a donde está, bajar el volumen de la tele, ponerte delante de su mirada y darle el mensaje que le quieres dar. Es decir, asegurarte de captar su atención.
Otras técnicas que podrías probar serían:
Que el mensaje sea claro y conciso.
La diferencia entre…. “pero hijo mío se va a hacer la hora de la cena y todavía está el salón patas pa arriba y esta casa parece más una leonera que una casa y al final como siempre se nos echa el tiempo encima y nos van a dar las tantas para cenar y ducharnos...ay por dios, este niño que parece sordo, ¿cuántas veces te lo tengo que decir?”
Y… “cariño, es la hora de cenar. Hay que recoger el puzzle”
Pues creo que hay un abismo.
El objetivo del mensaje puede ser el mismo, pero en el primer caso da pereza sólo pensarlo; en el segundo, se hace hincapié en la importancia de la colaboración del niño para el buen funcionamiento de la dinámica familiar.
Y ojo, eso no quiere decir que tu hijo vaya a obedecer a la primera, como buen niño y buen negociador intentará alargar el tiempo de juego. Es lo normal y lo esperable, pero al menos sabrás que tu hijo no es sordo (sólo un buen negociante).
Acompaña siempre tus actuaciones de empatía. Podemos decir… “veo que te lo estás pasando super bien haciendo el puzzle. Ahora es la hora de cenar. Si quieres puedes terminar ese trocito y después recoges”
Comunica con antelación las consecuencias (no el castigo). “si tardas en recoger no habrá tiempo para leer el cuento antes de dormir” (y cúmplelo claro, si no no tiene sentido). Aunque yo soy más partidaria de hablar de las consecuencias desde el aliento (vamos a recoger cariño, para que nos de tiempo de leer el cuento antes de dormir). Que parece lo mismo, pero no lo es.
Modela con tu ejemplo. Si cuando tu hijo te habla, tú no dejas de mirar el móvil para prestarle atención, no pretendas que él deje de hacer el puzzle para escucharte.
Y por supuesto...utiliza más el humor. Decir las cosas con dosis de humor siempre relaja el ambiente y nos permite comunicarnos mejor.
Y recuerda que obedecer y colaborar son cosas muy distintas ¿cuál prefieres que aprenda tu hijo?
Harídian Suárez
Trabajadora social y Educadora de Disciplina
Positiva (@criarconemocion)
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