Historia

Propietarios de fincas de Moya solicitan al obispado permiso para trabajar los domingos y festivos

Los dueños de las fincas plataneras de la Costa de Moya, se vieron “obligados” a solicitar permiso al obispado, para no verse afectados por el parón dominical

Felipe E. Martín Santiago Lunes, 27 de Mayo de 2024 Tiempo de lectura:
Embarque de productos agrarios. Foto: FEDACEmbarque de productos agrarios. Foto: FEDAC

Las tres religiones monoteistas, a medida que iban surgiendo, se pusieron de acuerdo en el día festivo que le correspondía a cada una, de tal forma que desde el viernes al domingo de cada semana, cada una se adjudicó un día.

 

La más antigua de todas había elegido el sábado, el Shabbat. Uno que ha disfrutado del día de descanso semanal de los judíos en Jerusalem, tomó nota de lo que significa para ellos. Desde el viernes, al oscurecer, se inicia el Shabat, no pudiendo realizar trabajo alguno los que practican esa religión. Cuando decimos trabajo alguno es literal, no pueden llamar  al ascensor, existe un elevador de Shabbat en los hoteles, que se abre, cierra, sube y baja de forma automática; de igual forma, el papel higiénico no lo puden partir, existiendo paquetes troceados para dicho acto higiénico. Los gentiles, personas que ejercen otras religiones, suelen suplir la mano de obra durante el Shabbat.

 

Por orden de creación, la segunda en elegir día de descanso semanal fue la cristiana. Para ello acudimos al Génesis, cuando Dios creo al Mundo y el domingo descansó. Por último, la religión musulmana eligió el viernes.

 

Con el descando dominical, “como Dios manda”, la religión católica favoreció a la clase trabajadora, con la obligación de asistir a la misa del domingo, aunque fuera en una ermita aparte para esclavos y siervos, asistiendo a la iglesia mayor lo más destacado de la sociedad colonial, es el caso de  San Gregorio y San Juan Bautista de Telde.

 

Con el desarrollo de cultivos capitalistas de exportación, a finales del siglo XIX, en Canarias, que surtian los mercados europeos y no podían frenar el proceso productivo, desde las tierras de cultivo, el transporte en barcos y las ventas en los mercados londinenses, el respeto a la ley de Dios frenaba el capital.

 

Los dueños de las fincas plataneras de la Costa de Moya, se vieron “obligados” a solicitar permiso al obispado, para no verse afectados por el parón dominical y poder suministrar a los barcos atracados en el reciente muelle construido, desde 1883, en la zona de Santa Catalina de la creciente ciudad del Real de Las Palmas.

 

Y. R. S. Obispo  de  esta Diócesis

 

Pedro Martín García, natural y vecino de Moya ante V. S. Y. comparece y respetuosamente espone: Que está dedicado al cultivo de plátanos y tomates y los exporta directamente al extranjero; y siéndole necesario al suplicante y a sus trabajadores el ocuparse en las faenas de recolección y empaque de dichos artículos en los Domingos y días festivos por no tener los vapores exportadores días fijos de salida,  acude, por tanto, y 

 

Suplica a V.S.Y. se digne autorizarle para poder trabajar en los días festivos en que hubiere verdadera necesidad. Gracia que espera alcanzar de la notaria bondad y rectitud de V. S.Y. Cuya vida guarde Dios muchos años para bien de la Iglesia.

 

Pueblo de Moya a cinco de febrero de 1898” [Archivo Diocesano del Obispado de Canarias]

 

Felipe Enrique Martín Santiago

Hijo de José y Margarita del Barranco del Laurel.

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