Pocos son los cayucos que desembarcan en Canarias sin jóvenes a bordo. Pese al aumento de niños y niñas en la ruta más mortal del mundo, la comunidad arrastra lagunas en la identificación y atención de los menores. La saturación de los recursos de acogida, que asisten ya a más de 5500 personas, pone en riesgo los derechos de la infancia migrante. Son menores, solos, lejos de sus casas, sin sus familias, y no hace falta mucha empatía ante esta situación que es muy dolorosa.






























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