LA BRISA DE LA BAHÍA (177). Detrás de la quietud

*Yo no sé lo que esconde “Detrás de la quietud” que la imagen refleja. Como no sé interpretar el “después”, suelo mirar con detenimiento cuando cargo con la pesada cámara: intento atrapar la mirada y el momento.

Juan Ferrera Gil Lunes, 06 de Mayo de 2024 Tiempo de lectura:
Foto: Juan FERRERA GILFoto: Juan FERRERA GIL

“Es curioso cómo, en determinadas y esporádicas ocasiones, se presentan los hechos más cotidianos. A una foto que había captado días atrás, por fin, logré, en algún momento de aquel día, ponerle título. Luego vino la sorpresa: la coincidencia del epígrafe por el que había optado y el de una novela histórica recién publicada. Esta es la secuencia.

 

*Yo no sé lo que esconde “Detrás de la quietud” que la imagen refleja. Como no sé interpretar el “después”, suelo mirar con detenimiento cuando cargo con la pesada cámara: intento atrapar la mirada y el momento. Así que las sombras sobre las fachadas blancas no solo lucen de manera clara y específica, sino que su contorno parece hablar de “otras pantallas” que siempre han estado ahí, pero que no solemos apreciar.

 

**“Detrás de la quietud” también es una novela, extraordinaria y puntillosa, del desconocido escritor Edmundo Armas González, que puede encontrar, estimado lector, en cualquier librería y que representa en ella el papel histórico que las islas han ido desarrollando a lo largo de su trayectoria. Y pongo Historia con mayúscula para que se sepa que estamos ante una Novela Histórica que no solo tiene su público, tan fiel como el de la Novela Negra, sino que también se pone en valor un momento, un instante en el que dicho acontecimiento se dibuja en los personajes de la trama y los traspasa. La novela, con sugerente y coincidente encabezamiento, es más que un sentimiento que camina a nuestro lado; es la constatación clara y precisa de que la algarabía de diversas existencias tiene su orientación, su sentido en el mundo, y que siempre parece estar ahí para lo que se tercie.

 

*Por otro lado, y volviendo a la imagen, ese “diablillo” que en el aruquense Parque de San Juan se encarama en cada esquina, no solo es motivo de inspiración y, quizás, de la lucha diaria contra las distintas adversidades que se presentan, sino que, en su huida constante, su presencia se precipita al lado mismo del acantilado personal que nos define. Tengo para mí que es un signo de creatividad constante.

 

**Por eso la novela me ha interesado tanto: la confirmación de una peculiar manera de contar que Edmundo Armas lleva a buen término, al tiempo que la trama se tamiza dentro de una atmósfera un tanto asfixiante. De todas formas, ustedes, inteligentes lectores, la deberían leer y actuar en consecuencia; igual ni les agrada lo más mínimo y ¡no me extrañaría nada! Ya se sabe: cada uno es cada uno.

 

*Sin embargo, la espigada palmera que en un lado de la foto se eleva hasta el cielo, tal vez señale que la incertidumbre se convierte en el pararrayos de una tormenta que aún no se ha producido o que está a punto de significarse: la sombra de los árboles del parque en los tejados de las centenarias casas sirven para que la proyección traspase las fachadas blancas y suban hasta la mismísima eternidad. O casi.

 

 

**Marisa Delgado, la protagonista de “Detrás de la quietud”, personaje contrastado eficazmente, no solo nos atrapa desde el principio por su sentido común, sino que su cotidiano hacer es tan parecido al nuestro que resulta difícil no sentirse atraído por sus palabras, ecuánimes, unas veces, y, otras, ligeras, que conforman un personaje con identidad propia. Su contrapunto, el osado y pretencioso Arnaldo Batista, sirve para que el odio y la vergüenza, y el machismo más trasnochado que concebirse pueda, encuentre su materialización. Las demás caracterizaciones, de variada clase y condición, constituyen un variadísimo ramillete de pareceres, deseos y miserias que brillan también a gran altura narrativa. Estamos ante un libro que resulta fácil identificarse con él, con su trama y atmósfera que, al tratar la acción en una isla que oprime, y comprime, y hasta cierto punto encarcela, demuestra su variada actuación. Debe ser la escritura, y el estilo, de Edmundo Armas González.

 

*Todo eso está muy bien, sí. Pero yo solo quería destacar que “detrás de la quietud”, la imagen que acompaña y alumbró este comentario en un primer momento, apenas existe la sensación, la conmoción y la naturalidad; y no les hablo de emociones porque esa es otra historia. O, tal vez, todo ello coincida a la vez. Difícil explicación, me temo”.

 

Juan FERRERA GIL

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