Ensaladilla nacional
Andan los tiempos mayormente raros y extraños, como la tierra deseada y mercantil de Fuerteventura, que algunas empresas desean sobremanera.
La clase-casta política ya no sabe cómo ponerse: si de pie, sentada o de hinojos; incluso si está de acuerdo, un suponer, la oposición con el gobierno, siempre hay un matiz, cuando no un simple desliz, donde el insulto se sustancia y la mentira se argumenta. No son buenos tiempos para nada. Y menos aún para la Lírica. Dentro de poco, el viejo vocabulario regresará (en algunas comunidades autónomas empiezan a percibirlo) y la ensaladilla dejará de ser rusa. Y el rojo pasará a ser encarnado, como Caperucita. Al tiempo.
Y así, desde luego, no se puede construir nada. Ni puente que lo aguante. Ni orilla que se precie. Todo se vuelve en contra y es susceptible de cuestionarse, aunque la evidencia sea clara: las opiniones, los pareceres, los puntos de vista, las recurrentes corrupciones (que, por cierto, no cesan) … La mirada del otro no sirve para nada; ni siquiera para reconocer que otra interpretación es posible. Así no hay modo ni manera.
Estos tiempos de ahora, de una simpleza que roza la idiotez, son tan insulsos que solo la lectura y la buena Literatura nos podrán sacar del marasmo y de la neblina en que nos encontramos. No sé si exagero. Igual un poco sí.
Pero la estulticia de estos tiempos raros y extraños es algo que me supera.
Y no entiendo.
¡¡Viva la ensaladilla nacional!!
Juan FERRERA GIL

































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