Hipocresía

Es curioso ver el comportamiento de algunos partidos políticos ante la manifestación Canarias tiene un límite.

Ahora, que parece que le han visto, por fin, las orejas al lobo, actúan, consideran y dicen con la boca chica: no soportan que la sociedad se les haya puesto delante y los haya cogido con el pie cambiado, aprisionado debajo del despacho interino, del escaño provisional o de la concejalía de turno. Y dicen y hablan como si nunca hubiesen gobernado, como si nunca hubiesen ostentado el poder, como si no fueran responsables de la situación provocada y a la que han llegado con sus distintas decisiones. Tamaño nivel de hipocresía no lo había visto: vivimos tiempos raros y distintos; eso está claro. Entonces: ¿qué han hecho cuando estaban y están en el poder? ¿O el poder ya no es lo que era? ¿O no son responsables de nada?

¡¡Mis niños lindos!!

La verdad es que no entiendo nada. Bueno, sí, que algunos, unos más que otros, por supuesto, tienen la cara tan larga como un zapato del 46 que se arrastra por el suelo, que, por cierto, está lleno de asfalto y coches, y colas interminables, y construcciones que han arrasado con laderas y montañas donde la playa queda en el quinto pino: son los mismos que, en connivencia con otros, se han cargado el paisaje isleño: crecer por crecer y hasta el infinito y más allá. Y todo por el mismo precio. Al final, las fotografías nos devolverán lo que una vez fuimos si no se le pone remedio a la situación actual. Y las efemérides brillarán solas.

En fin: la hipocresía también tiene un límite. O debería. Como Canarias.

Juan FERRERA GIL