A propósito del centenario del destierro de don Miguel de Unamuno en Fuerteventura
Este año 2024, se conmemora el centenario de una fecha que para los amantes de la filosofía y la literatura y de la isla de Fuerteventura, resulta de lo más reseñable. Estoy hablando del destierro del filósofo e intelectual bilbaíno, don Miguel de Unamuno y Jugo, allá por el año 1924.
Hablar de Miguel de Unamuno (Bilbao,1864-Salamanca,1936) escritor, filósofo, poeta y dramaturgo, me origina cierto pudor. Don Miguel ha constituido siempre para mí uno de los ejemplos más elevados de erudición e intelectualidad de nuestro país. De ahí que siempre me acerque a su figura y a su obra con la timidez de la persona que sabe que nunca estará a la altura de sus conocimientos ni de sus enseñanzas y con la admiración propia de una simple lectora.
Con esa carga de admiración y rubor a partes iguales, visité unas vacaciones de hace unos cuantos años la Casa-Museo Unamuno ubicada en Puerto del Rosario, capital de Fuerteventura, sobre la que hice una reseña para la sección de Las Casas-Museos y sus moradores literarios. Un recorrido personal, que durante un tiempo publiqué en este mismo diario digital y que ahora rescato en parte para este artículo de opinión.
Era media mañana cuando me aposté a la entrada del antiguo hotel Fuerteventura de Puerto del Rosario, por aquel entonces Puerto Cabras, donde el filósofo, natural de Bilbao, se alojó durante los escasos cuatro meses que duró su destierro en la isla majorera, de marzo a julio de 1924.
En febrero de 1924, el autor de ‘Del sentimiento trágico de la vida’ (1912) fue desterrado por Primo de Rivera tras publicar diversos artículos en los que abordaba la situación política en la España de esa época. Aunque distaba mucho de defender las tesis revolucionarias, su discurso político se manifestaba frecuentemente contra el poder imperante de aquel momento histórico. De hecho, era bastante habitual la publicación de artículos de su autoría en medios extranjeros en los que el rey Alfonso XIII y el general Primo de Rivera no salían muy bien parados, lo que originó que se dictara una orden de destierro y el cese de su cargo como vicerrector de la Universidad de Salamanca, puesto que ostentaba por aquel entonces.
Para Unamuno aquella orden de destierro en la isla de Fuerteventura supuso inicialmente un severo castigo que, a la larga, resultó no ser tal, ya que durante los meses que duró su estancia en la isla no solo se entregó con profusión a la escritura sino que ayudó a modificar la visión que de la isla y sus gentes se tenía en el resto de España.
De hecho, desde su llegada comenzó a escribir artículos sobre los paisajes majoreros, su población, su mar,…que se fueron publicando en los diarios madrileños de la época, entre ellos, La Libertad y Nuevo Mundo, Caras y Caretas de Argentina y El Tribuno, de Las Palmas de Gran Canaria, ayudando a revertir la imagen que desde la Península se tenía de la isla. Además, en esta época inició los apuntes del libro de sonetos que, ya en París, publicara bajo el título ‘De Fuerteventura a París’ (1925).
La casa donde se ubicaba el Hotel Fuerteventura fue adquirida por el Cabildo Insular de Fuerteventura en el año 1983 y en mayo de 1995 se abrió al público con el objeto de difundir la obra del autor de ‘Niebla’ (1914).
Desde entonces, la Casa-Museo ofrece al visitante un recorrido por las habitaciones del inmueble, recreadas como en el época, en el que se puede encontrar, entre otros objetos, la mesa de trabajo que le regaló su amigo Ramón Castañeyra Schamann, así como varias referencias del autor de ‘San Manuel Bueno, mártir’ (1931) al paisaje majorero, a sus gentes, a las costumbres insulares, haciendo un recorrido por sus propios sentimientos y pensamientos a través de reproducciones de sus escritos y poemas que adornan en las diversas paredes de la casa-museo y que se pueden ir leyendo a medida que se avanza en el recorrido.
Además, el inmueble cuenta con una sala de exposiciones permanente con fondos bibliográficos y es sede de cursos anuales con motivo de la Cátedra Cultural ‘Miguel de Unamuno’.
Sin duda, una visita imprescindible para cualquier persona que se precie de conocer la literatura y el pensamiento de uno de los máximos referentes de la generación del 98, del que, por cierto, existe un monumento obra del escultor de Gáldar, Juan Borges Linares, a partir de un esbozo del pintor Juan Ismael Mora, y que fue inaugurado en noviembre de 1980 en la zona de Montaña Quemada, donde el filósofo español manifestó, en una de sus cartas a Ramón Castañeyra, que, a su muerte, le gustaría ser enterrado.
El profesor fue indultado el 9 de julio de 1924 pero no regresó a Salamanca, sino que decidió auto exiliarse de forma voluntaria a Francia, donde residió, primero en París y luego en Hendaya, hasta la caída del régimen de Primo de Rivera, en 1930.
Fue entonces cuando regresó a la ciudad castellana y fue restituido en todas sus funciones en la Universidad de Salamanca, donde fue rector de la misma, cargo, que por cierto, fue destituido más tarde por otro dictador, Franco. Un ejemplo más de que el libre pensamiento molesta mucho y si no, no tienen más que observar lo que, desde las instituciones competentes, se ha hecho con la enseñanza de la Filosofía en el actual sistema educativo español: también es víctima del destierro y el olvido, empujado por los intereses del colérico y hambriento sistema capitalista donde el mercado lo engulle todo. Es la historia de nuestro país y así nos va. Como diría Unamuno: “El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura al viajando”. Pues eso.
Pero volvamos a Unamuno. Cuando regresó al aula, la tradición popular afirma que, estando frente al alumnado, enunció la famosa frase: “Como decíamos ayer” (Dicebamus hesterna die), una frase que la historia ha atribuido a Fray Luis de León quien la habría dicho en su primera clase tras pasar cuatro años en la cárcel en Valladolid encerrado víctima de la Inquisición en 1572, y que según parece también utilizó Unamuno al regresar a la Universidad salmantina tras cuatro años fuera de la institución.
Con motivo de la conmemoración de su destierro, la isla de Fuerteventura acogió el pasado 14 de marzo el acto de presentación del programa de actos que homenajearán la figura del escritor a través del programa ‘Fuerteventura, a través de su mirada’, que incluye un conjunto de actividades culturales, educativas y académicas impulsadas por la consejería de Cultura del Cabildo insular de Fuerteventura.
A esta programación se suma la Cátedra cultural ‘Miguel de Unamuno’ de la Universidad de La Laguna que pone en marcha en el Palacio de Congresos de la isla, del 8 al 12 de abril, el ciclo “Unamuno en Fuerteventura”. El ciclo consta de un total de once conferencias plenarias a cargo de diversos especialistas en la figura y obra del autor de la Generación del 98, entre ellos, Bénéditte Vauthier, de la Universidad de Berna, Stephen Roberts, de la universidad de Nottingham, Juana Sánchez Gey, de la Universidad Complutense, Adolfo Sotelo Vázquez, de la Universidad Central de Barcelona, Luis García Jambrina, de la Universidad de Salamanca, José Juan Batista Rodríguez, de la Universidad de La Laguna, Juan José Lanz, de la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea, Miguel Ángel Rivero Gómez, de la Universidad de Sevilla, José Luis Mora García, de la Universidad Autónoma de Madrid, Eugenio Luján Palma, de la Universidad Complutense, y Marcial Morera, de la Universidad de La Laguna, que en sus diversas ponencias disertarán sobre la vida y la obra de nuestro autor, en general, y sobre su obra relacionada con Fuerteventura, en particular.
Durante una visita que realicé el pasado año a la ciudad de Bilbao con motivo de mi asistencia al encuentro Poetas en Mayo, que se celebra cada año en Vitoria, pude visitar la casa donde el ilustre nació un 29 de septiembre de 1864. Una breve, poco lucida y bastante abandonada placa recordaba que en aquel edificio del casco antiguo bilbaíno nació uno de los más ilustres pensadores españoles. Un poco triste, la verdad.
Además, contemplé el busto que está ubicado en la plaza que lleva su nombre, también en pleno casco antiguo de la ciudad. Una anécdota respecto al busto: parece ser que durante años la escultura sufrió todo tipo de ataques por parte de algunos desalmados que tachaban a Unamuno de traidor al pueblo vasco y lo pringaban de pintura. Ante la reiteración de las agresiones, las autoridades municipales tomaron la decisión de diseñar una columna bien alta con el fin de ubicar el citado busto a la altura suficiente para evitar ser objeto de pinturas o los huevos voladores.
Por cierto, que justo con motivo de la conmemoración del centenario del destierro del filósofo, Puerto del Rosario luce desde hace unas semanas con un fantástico mural, obra del artista de Lanzarote, Matías Mata, que se puede contemplar en una pared de un edificio ubicado junto a la Casa Museo Unamuno, en pleno centro de Puerto del Rosario.
Para concluir, y como la casa-museo la tenemos más cerca que su casa de nacimiento, les animo a visitar la casa museo de Puerto Cabras o Puerto del Rosario, aprovechando esta conmemoración que hará que esté en plena efervescencia de actividades, porque, tal y como decía don Miguel: “Deberíamos tratar de ser los padres de nuestro futuro en lugar de los descendientes de nuestro pasado”. Vamos a aplicarnos el dicho.
Josefa Molina

































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