Estimados diri-gentes
La clase política que nos ha tocado en suerte, en estos tiempos más bien asirocados, anda transitando por una vía que no conduce a ninguna parte: ni quienes nos gobiernan están a la altura de nada ni quienes nos opositan sirven para otra cosa sino para convertir la mentira en argumento: es tanto el poder que ansían, unos y otros, que sus ojos se han vuelto ciegos. Y hace tiempo que ninguno se pone colorado. Mientras que todos los días se habla de la amnistía, de elecciones venideras y variadas corruptelas y demás zarandajas, la sociedad se mueve en otros asuntos: el campo, la ELA, la cesta de la compra, la sanidad y otros temas trascendentales, porque en ellos, sencillamente, les va la vida. Sin embargo, la mal llamada clase política, que de clase poco, la verdad, camina por senderos opuestos, muy distintos de los que preocupan al resto de los mortales.
¿Y cuándo se jodió todo? ¿Y cuándo se encumbró la mentira?
Últimamente ya no escucho noticias, prefiero emplear el tiempo en LEER, que escrito así, con mayúsculas, sirve para llamar la atención y destacar su importancia, su presencia y su sinceridad, que nunca defrauda. LEER es pretender llegar más allá y, sobre todo, poder quitarse de arriba el miedo, la superstición y la mediocridad que nos rodea (algo así como las “orejas de gato” que invaden las orillas): son los tiempos de ahora en los que nadie pone ya los indicadores laterales que avisen de posibles maniobras y donde las faltas de ortografía hablan de mentes estrechas y jibarizadas. Así nos va, que diría Morgan.
Estimados diri-gentes: cumplan de una vez con su verdadera misión: procuren el bienestar general de la población. No sé si me explico.
Juan FERRERA GIL
































Marcelo Peña | Sábado, 23 de Marzo de 2024 a las 06:00:53 horas
Estimado señor Ferrera, se ha explicado usted perfectamente de una forma breve, clara y sencilla, pero justa y atinada. Esta casta política se entretiene entre ataques de corrupción, prevaricación, independentismo y clientelismo obviando su verdadera dedicación que no es más que la de atender los asuntos que interesan a una sociedad aquejada de necesidades y soluciones a problemas de carácter social, llámense económicos, sanitarios, educativos y laborales. Sí, ¡o tempora, o mores!, tenemos unos gobernantes y una oposición política que no nos representan de una manera adecuada y no desempeñan su papel con sentido de Estado mientras la población pierde la fe y la esperanza ante tanta incertidumbre , desconcierto, sinsabores y desgracias frente a - permítaseme generalizar- unos políticos que han perdido valores tan fundamentales como la dignidad, la honradez y el honor. Y, encima, hemos de escucharlos hablar sin argumentos y sin el dominio de la palabra.
Los buenos oradores ya forman parte de la Historia.
Como bien apunta usted, señor Ferrera, yo también prefiero ocupar mi tiempo en LEER, porque en la lectura encuentro respuestas que me socorren y alivian las penas, además de ser un bálsamo constante que sana mis heridas.
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