La importancia de los altavoces mediáticos

Paco Vega

[Img #3806]En la era de las mentiras y de la inmediatez irreflexiva de los mensajescuesta Dios y ayuda llegar a los ciudadanos, en los que la postura dominante es la indolencia y la apatía generalizada“Dejarse llevar” es la actitud mayoritaria de quien no acierta a entender que toda información debe ser sometida a un riguroso control y contraste, aunque nos la ofrezcan “encorbatados señoros” de educadas formas en medios generalistasYa no digamos lo que nos ofrece el torrencial diario de bulos y medias verdades vertidas en grupos de whasapp redes sociales, que una mayoría de ciudadanos traga y difunde a su vez sin apenas masticar.

 

Los altavoces o canales mediáticos no son sólo herramientas de desinformación al servicio del poder económico, son -con demasiada frecuencia- elementos de distracción o censura sobre las informaciones que no conviene al citado poder, unas veces ofrecida directamente y otras a través de sus “medianeros políticos”.

 

Cualquier plataforma del tipo que sea, sindical, ecologista o social, que pretenda llegar a la población con su propio mensajeha de contar con altavoces o medios propiospor modestos que sean, que transmitan su mensaje de forma limpia y nítidaSe hace muy difícil, por argumentadas o documentadas que estén sus causasque el mensaje llegue a la mayoría de población sin estos canales de comunicaciónEn ocasiones, incluso contando con alguna de estas herramientas de comunicación, el ruido mediático de los grandes operadores es tan fuerte que el mensaje puede quedar oculto o minimizado. Por tal motivo se hace imprescindible redoblar el esfuerzo comunicativo, como una herramienta más de la reivindicación. El derecho a la información nunca estuvo tan cuestionado como ahora, a pesar de los múltiples canales disponibles, puesto que los principales medios se encuentran en pocas manosNo obstante no debemos olvidar que, como decía Eduardo Galeano: «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». Nunca hay que despreciar la capacidad de trabajo y acción del ciudadano comprometidoaisladamente o de forma coordinada.

 

Políticos corruptos, sindicatos y asociaciones corruptas, grupos ecologistas corruptos o vendidos al poder, medios de comunicación corruptos y “buscadores de fortuna” de toda condición, hacen que esta batalla sea tremendamente desigual, pero no imposible.

 

Desde los propios altavoces generalistas y mayoritarios, al servicio del poder, se fomenta la despreocupación, el consumismo, el individualismo, así como una contagiosa indolencia colectiva.

 

La complejidad del momento presente obliga a trabajar tanto o más en comunicación que en los cimientos y estructura del propio proyecto, así como en las obligadas alianzas, permanentes o temporalespuesto que si el mensaje no llega a sus destinatarios es un trabajo baldío, por lo que hay que multiplicar el esfuerzo para aquellos que no se conforman con dejarse arrastrar por la corriente de la indiferencia.

 

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