LA BRISA DE LA BAHÍA (167). La vida está llena de despedidas

De todos esos adioses, la incertidumbre siempre hace acto de presencia y nunca llegamos a percibir del todo el desasosiego en el que nos encontramos.

Juan Ferrera Gil Lunes, 26 de Febrero de 2024 Tiempo de lectura:
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Hay despedidas que no terminan de marcharse: parece que se renuevan en cada aniversario, donde el solsticio de verano…

 

Y sucede, así, que vamos contando los años de ausencias en el que una nueva forma de expresión sustituye a las palabras: el nuevo lenguaje de las flores y sus distintas formas y colores adquieren el valor de las expresiones no dichas, de los adjetivos que dicen de otra manera, de las oraciones compuestas que, a veces, coordinadas y/o subordinadas, se suceden para aportar su esencial estimación sobre la vida: una nueva vuelta de tuerca a la mirada cotidiana y universal.

 

Los detalles, entonces, fuertes, se aprecian de otra manera y van conformando una agradable sensación, tal vez emoción, en este lado de la frontera, que sigue su curso natural: despedidas, aniversarios, flores, colores… Detalles que cada día adquieren más importancia donde su presencia resulta altamente significativa. Si contásemos con la capacidad certera y suficiente de interpretarlos correctamente, los detalles, digo, seríamos casi perfectos.

 

Lo dicho: la vida está llena de despedidas.

¡¡Y las que quedan por llegar!!

 

De todos esos adioses, la incertidumbre siempre hace acto de presencia y nunca llegamos a percibir del todo el desasosiego en el que nos encontramos. Solemos achacarlo a cualquier otra eventualidad hasta que optamos por cargarlo a nuestras espaldas, como si colocándolos detrás fueran más llevaderos; incluso apreciamos cierta liviandad, que, al unirse a otros, nos permite seguir caminando, aunque las alforjas vayan a rebosar.

 

Vivimos, en definitiva, atrapados en un malpaís negro y oscuro de difícil y complicada travesía, como el volcán palmero, donde la desesperanza, y acaso la tristeza, “casi” se han convertido en norma permanente.

 

¡¡Sin embargo, sigue siendo un regalo la vida!!

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