La Puntilla. Juan FERRERA GILLa Puntilla, en tempranas horas, luce mucho más grande y tranquila.
Antes de que las mesas de las distintas terrazas regresen a su habitual emplazamiento, donde la vida bulle en cada palabra, en cada conversación, y no precisamente por la profundidad de los temas, aún el día, como si dijéramos, se ha puesto a funcionar a medio gas, y las sombras de las palmeras se convierten en las auténticas dueñas del amplio paseo, como si desearan resaltar su presencia y afianzarse en el lugar, en el que la gente de todas las edades e idiomas lo ocuparán, para señalar, por encima de todo, que “yo estuve aquí”.
La Puntilla tiene un sabor tan especial que todavía no hemos llegado a apreciar del todo, solo “la puntilla”.
Tiempo al tiempo.
Juan FERRERA GIL































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