Pío Nono, el rapto y Nuestra Señora del Pino

Giovanni Maria Mastai Ferretti nació en 1792 en una familia de la pequeña nobleza italiana.

José Luis Yánez Rodríguez Jueves, 25 de Enero de 2024 Tiempo de lectura:
PÍO IXPÍO IX

Sacerdote en 1819, obispo en 1832, cardenal en 1840; en 1846 fue elegido para suceder en el Papado a Gregorio XVI, iniciando su largo gobierno como Pío IX, que despertó en los primeros momentos del mismo, fuertes esperanzas entre los nacionalistas italianos por su talante liberal.

 

Tal como exponen Tomás Fernández y Elena Tamaro en sus apuntes biográficos; al estallar las revoluciones de 1848, el papa rechazó la oportunidad de alinearse con el movimiento nacionalista entrando en la guerra contra Austria. Y cuando la revolución alcanzó a sus propios Estados, en los que se proclamó la República romana, Pío IX huyó de la ciudad y se puso bajo la protección de los ejércitos franceses, napolitanos y españoles en Gaeta. Desde allí bendijo la campaña militar contra la República, lo que le permitió recuperar su poder temporal en 1850.

 

Opino que al igual que otros muchos, el Papa falló en su percepción de la importante trascendencia de la evolución social, política y económica que vivía Europa -y a través de Europa, el mundo entero- en aquellos momentos del siglo XIX, en los que se fundamentaron muchos de los aciertos y disparates que lo configuraron y son en gran medida los cimientos de los inestables equilibrios sobre los que vive el mundo actual.

 

[Img #14456]Tras los aconteceres revolucionarios de 1848, Fernández y Tamaro describen como el gobierno pontificio de Pio IX se transformó en una cruzada contra el liberalismo y el mundo moderno, a los que intentó contrarrestar revitalizando la religiosidad católica. También erró en ello porque su presunta revitalización se basaba en decisiones tan acertadas como la organización del Concilio Vaticano I y a la vez en un durísimo enquistamiento de enfoques conservadores que le llevaron, en un cierto desatino, a cuestiones tan fuera de lugar como la declaración del dogma de la Infalibilidad o el del célebre Syllabus, la propuesta de condena y erradicación de los que consideraba los ochenta errores de la sociedad moderna.

 

El panteísmo, el naturalismo, el racionalismo, la falsa tolerancia en asuntos religiosos, el socialismo, el comunismo, las sociedades secretas, el Estado y su relación con la Iglesia, la ética natural y cristiana, el matrimonio cristiano, el poder temporal del Papa, etc; sentaron las bases de sus decisiones y fueron alejando poco a poco al pontífice del mundo que le rodeaba.

 

De tal manera que el proceso unificador de Italia en torno al Reino de Cerdeña entre 1859 a 1870 que culminó con la incorporación de los Estados Pontificios -los territorios gobernados durante siglos por los papas-al nuevo estado italiano y la declaración de la ciudad de Roma como la capital del mismo, dejaron al Vaticano reducido poco más o menos que a la Basílica de San Pedro y su exiguo entorno y a un papa asombrado de que aquello pudiera estar ocurriendo

 

La negativa de Pío IX a aceptar esta situación a través de la ley de Garantías que en 1870 le propuso el nuevo parlamento italiano, terminó con la persona del Papa, encerrado en su casa en medio de un nuevo país del que se consideraba preso e inició la célebre “cuestión romana” que no acabaría hasta 1929 con los Pactos de Letrán.

 

[Img #14458]Y sintiéndose preso de Italia acabó su largo periodo de gobierno a los 85 años el 7 de febrero de 1878; originando una fuerte controversia entre los que le consideraban un santo defensor de la auténtica iglesia católica y los que veían en él a un demente senil, empeñado en llevar al catolicismo hasta la nueva sociedad del siglo XX que se acercaba, con los mismos enfoques intransigentes y reaccionarios de la Edad Media

 

Pero es verdad también que con ese enfoque autoritario tuvo con respecto a España y a Canarias, decisiones que lo acercaron muchísimo al pueblo llano. Contra la opinión de teólogos y órdenes religiosas, el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, proclamó la Inmaculada Concepción de María como dogma de fe, declarando como verdad indiscutible que, por una gracia especial de Dios, la Virgen María fue preservada de todo pecado desde su concepción.

 

Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles”

 

Al pueblo español, al pueblo canario y a tantos católicos querenciosos de la ternura maternal de la Virgen, de su consuelo y su cercanía en los males, eterno recurso para llegar a Dios; gustó la decisión y la Inmaculada Concepción estuvo desde 1854 aún más presente en los fervores, las devociones y la cultura popular de nuestra tierra.

 

Alabado sea el Santísimo

Sacramento del Altar

y la Virgen concebida

sin pecado original”

 

[Img #14457]PÍO IX Y NUESTRA SEÑORA DEL PINO

 

Durante el largo periodo de tiempo que ocupa su gobierno, ocuparon la mitra episcopal de Canarias, cuatro obispos: Judas José Romo y Gamboa, Buenaventura Codina y Augerolas, Joaquín Lluch y Garriga y José María Urquinaona y Bidot.

 

Serían los dos últimos los que más unieron al Papa con Teror y la Virgen del Pino.

 

En la línea de permanente penitencia, oración y rogativa que se marcó entre el catolicismo a raíz de los sucesos de 1870; sería precisamente Urquinaona quien más la siguiera, convencido de su necesidad y de la utilidad de la misma para “liberar” al Papa y con ello liberar a la humanidad del alejamiento de la verdad cristiana que éste preconizaba como origen de la maldad del siglo XIX.

 

Queda en Teror una hermosa muestra de ello: la llamada “Cruz de Urquinaona” ubicada aún en el inicio del Paseo González Díaz es el recuerdo de la campaña de rezo y penitencia que el obispo llevó a cabo siguiendo las directrices vaticanas.

 

En agosto de 1873 fueron colocadas las catorce estaciones (con dieciséis cruces, ya que la del Calvario tenía tres) a lo largo de todas las calles existentes en la Villa por entonces. Se inauguraron, tal como nos describe el sacerdote Florencio Rodríguez, con un Triduo de oración y penitencia entre los días 12 y 14 de dicho mes, en el que “por las mañanas y siguiendo la ruta de las cruces se hacía antes de la Santa Misa, la procesión de Rogativas, cantándose las Letanías de los Santos y por las tardes el solemne Vía-Crucis. Y al terminar, la plática henchida de fervor del prelado, hacia correr las lágrimas en la multitud. Y todo el pueblo en masa y con muchas gentes de otros pueblos acudía a la llamada penitencial” Y tanto en aquel momento como en las siguientes ocasiones en que Urquinaona lo celebró; el obispo se descalzaba, se despojaba de las insignias episcopales, descubría su cabeza y ceñía su cuerpo con una triple soga al cuello y la cintura, iniciando el camino delante del pueblo cargando sobre sus hombres la imagen de Cristo Crucificado y sangrando sus pies entonaba penitencia y rezo como ejemplo para los canarios, que le seguían convencidos de que su obispo creía realmente en lo que pregonaba.

 

[Img #14460]Y todo por Pío Nono.

 

Pero sería cuatro años después, cuando el obispado, Teror y toda la isla celebraron el acto más multitudinario en torno a la rogativa por el Papa que vio el archipiélago.

 

La peregrinación de 1877 está considerada como el inicio de la etapa moderna en la devoción del pueblo canario hacia la imagen de Nuestra Señora del Pino. El 8 de octubre de 1877 el Boletín Diocesano relataba solemnemente una peregrinación a la Villa de Teror en rogativa por Pío IX; que se celebró el 23 de septiembre de aquel año y constituyó además de un acto popular de apoyo al Papa en protesta por la pérdida de sus territorios, una verdadera manifestación de recuperación espiritual del pueblo canario; calculándose que se concentraron aquel día en Teror entre 10 y 12 mil canarios a la llamada de “¡Vamos a Teror! Sea éste el grito que resuene de un extremo a otro de Gran Canaria… sea ésta la palabra que conmueva profundamente a todos los habitantes de esta isla para que seamos muchos los que podamos llamarnos hermanos bajo la salvaguardia de la Virgen del Pino”

 

Las semanas previas fueron de una absoluta exaltación del sentimiento mariano de la Diócesis y aquellos otros “fervores” que habían movido a las bajadas durante más de dos siglos se recuperaron con una fuerza inusitada. Como consecuencia de ello, el camino de San Lorenzo, el secular camino de Teror fue pisado, visto y sufrido por miles de personas que habitualmente no transitaban por él.

 

Pudieron comprobar su abandono, así como que el del sacro lugar con casa aneja que la devoción construyera para lugar de descanso y yantar en las bajadas y subidas de la Virgen en San José del Álamo estaban arruinados, dando así una imagen clara de cierta ruina moral que muchos achacaban a ese alejamiento de los valores espirituales que habían caracterizado al pueblo de Gran Canaria. El mismo año de la aprobación del Plan de Carreteras de 1877 se experimentó la necesidad de una nueva vía -ya de una carretera en toda regla- que llevase a los grancanarios al centro espiritual de la isla estaba con ello encaminada; aunque no lo hiciera hasta 1898.

 

Uno de aquellos miles de peregrinos que llegaron a la Villa, escribió un exaltado poema destacando la belleza singular de lo experimentado en Teror el 23 de septiembre de 1877, que significativamente, terminaba así:

 

Venimos a tus plantas

a ofrecer nuestros pobres corazones

y a que acojas gustosa las plegarias

que te elevan los hijos de Cananas.

Por eso aquí de hinojos

y postrados ante tu excelso trono

venimos peregrinos

a pedirte no olvides a Pío Nono

pues sabes que te puso, Virgen pía,

una diadema de sin par valía.

A estos hijos queridos

que tanto os aman, os adoran tanto,

acógelos benigna

bajo los pliegues de tu hermoso manto,

y al Pastor que dirige estos rebaños

prolonga su existencia muchos años”

 

[Img #14459]EL PATRONAZGO DE NUESTRA SEÑORA DE CANDELARIA

 

El 17 de julio de 1867 Pío IX decretaba que “que en cada diócesis se venere un solo patrono principal, que habrá de ser designado por la Santa Sede, quedando vigente el precepto de oír misa y de abstenerse de obras serviles”.

 

El obispo Joaquín Lluch y Garriga -que era también administrador apostólico de la de Tenerife- hizo su propuesta inmediatamente y el 20 de julio de 1868, cuando Lluch ya había salido de las islas en dirección a Salamanca, se publicó el nombramiento de la Candelaria como Patrona única:

 

Rvdo. Sr. y Hermano. Habiendo expuesto V. E. I. a nuestro Smo. Sr. y Padre el Papa Pío IX que deseaba que tanto en la Diócesis de Canarias, como en la de Tenerife, fuese venerada como Principal Patrona delante de Dios, según se venía ya verificando antes, la Purificación de la Sma. Virgen María, su Santidad, acogiendo benignamente las preces dirigidas y elevadas a su conocimiento por el infrascrito Secretario de la Congregación de Sagrados Ritos, se ha dignado confirmar como Patrona Principal de ambas Diócesis la Purificación de la Sma. Virgen María, cuya fiesta concedió continuara celebrándose en las dos Diócesis el 2 de febrero con rito doble de primera clase con octava y bajo los dos preceptos, a saber, de oír misa y de abstenerse de obras serviles. Excmo. Sr. y Hermano Obispo de Canarias y administrador Apostólico de Tenerife. Roma 12 de diciembre de 1867”

 

Y así, entre nuevos decretos, propuestas y protestas, continuó todo hasta comienzos del siglo XX y Pío Nono entró directamente con su decisión en esta singular historia que es la de los patronazgos de las dos diócesis canarias.

 

El pueblo lo aceptó y lo incluyó durante años en sus manifestaciones culturales, aunque nunca cesó en la petición del patronazgo del Pino.

 

Por San Juan me voy a Arucas

y por el Pino a Teror.

por la Candelaria a Moya

que es la Patrona Mayor”

 

Años después, el obispo Ángel Marquina que llegó a fines de 1913, asumió inmediatamente como propias las reclamaciones de pueblo y políticos, por lo que el Ayuntamiento de Teror le manifestó de inmediato una cercanía y adhesión que mantuvo durante todo su episcopado. El resto es historia conocida y mil veces tratada.

 

El 27 de febrero de 1914, el deán de la Catedral de Canarias proponía declarar a la Virgen del Pino como Patrona de la Diócesis de Canarias.

 

La Santa Sede contestó por Rescripto del Papa Pío X afirmando “la elección de la Bienaventurada Virgen María como Patrona Principal de la Diócesis Canariense, hecha por el reverendo obispo y cabildo, y mandó que la fiesta patronal se celebrara en la Natividad de la misma Bienaventurada Virgen María el día 8 de septiembre”

 

[Img #14461]EL CINCUENTENARIO DEL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y LA CORONACIÓN CANÓNICA

 

En 1904, la Comisión formada en Gran Canaria para conmemorar el cincuentenario de la declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción declarado por Pío Nono en 1854, entendió que la mejor manera de hacerlo era solicitar al Papa la Coronación Canónica de la Patrona de la isla, y así lo propusieron al obispo de Canarias José Cueto, que acogió con agrado la propuesta y en mayo de 1904 la elevó al Vaticano.

 

El 24 de julio de aquel año, el Papa Pío X otorgaba a Nuestra Señora del Pino los honores de su Coronación Canónica, comenzando en toda la isla una ilusionada cuenta atrás en lo que iba a ser el primer acto de relevante importancia de los muchos que durante el siglo XX fueron conformando la singular idiosincrasia de la advocación del Pino, su relación con los poderes públicos durante décadas y el auge y configuración de las fiestas que en su honor -y en honor a la simbología de lo canario- fueron acrecentándose y mejorando a lo largo de ese siglo.

 

[Img #14462]Teniéndose prevista la celebración del acto para diciembre, ya que se deseaba hacerlo coincidir con la onomástica de la Inmaculada Concepción, los temores a las lluvias, el deslucimiento del evento por la escasez de tiempo y la buena acogida que estaba teniendo, sobre todo entre las mujeres grancanarias, la campaña de recogida de donativos y de joyas con las que realizar las coronas y sus aureolas nimbadas de doce estrellas tal como las describe el Apocalipsis, determinaron el que la Comisión propusiera al obispo el retardar la fecha de la coronación hasta el año siguiente. La propuesta, aceptada por el prelado fue elevada a Roma y con su visto bueno se eligió el mes de septiembre de 1905 para llevar a cabo el acto con todos los honores que el mismo merecía.

 

Una semana antes de la Coronación, el Sol sufrió un eclipse total, quizás como un preludio de la magnífica y luminosa mañana con que, tal como nos describen las crónicas, la víspera de la Natividad de Nuestra Señora de 1905 anunció a la Gran Canaria que el día tan esperado había llegado.

 

Y al mediodía de aquel 7 de septiembre de 1905, la voz del obispo José Cueto y Díez de la Maza revestido de pontifical anunció, después de mostrar las coronas al pueblo, con tono solemne desde la puerta principal del templo de Teror, donde se había ubicado el Trono, a los más de treinta mil canarios que aquel día asistieron a la ceremonia, las palabras establecidas por la fórmula del Ritual, y repetidas según coronaba a al Niño y a la Virgen:

 

Así como eres coronado en la tierra por nuestras manos, así merezcamos ser coronados por Ti en los cielos de gloria y honor. Así como eres coronada por nuestras manos en la tierra, del mismo modo merezcamos ser coronados de gloria y honor por Cristo en los cielos”

 

Luces y sombras que unen la figura y obra del Papa Pío IX con nuestra Villa y con la devoción que se profesa a la Virgen del Pino.

 

[Img #14463]EL RAPTO

 

La película “El Rapto” que, dirigida por el italiano Marco Bellocchio acaba de estrenarse va de eso, de las luces y las sombras que rodearon toda la vida de Pío Nono.

 

Imagino que como la de cualquier persona. Pero él era el sumo pontífice y en una época difícil, por lo que sus actuaciones tienen y merecen un rasero diferente

 

El escritor y periodista Mauricio Bach afirma que el hecho real sobre el que se basa la película -el secuestro del niño judío Edgardo Montara por parte del Vaticano- marca la absoluta impunidad con la que el Vaticano le arrebató su hijo a una familia judía y lo recluyó con otros niños en la Casa de los Catecúmenos de Roma para educarlo allí en el seno de la Iglesia.

 

Todo se inició en 1858 cuando en Bolonia, que entonces formaba parte de los Estados Pontificios regidos por Pío Nono, la policía se llevó al hijo pequeño de seis años de la familia Mortara, comerciantes judíos que vivían en el gueto de la ciudad.

 

Tal como describe Bach “cuando siendo un bebé Edgardo había enfermado, la criada de la familia, una chica católica de escasas luces llamada Anna Morisi, decidió bautizarlo en secreto para salvar su alma en caso de que falleciera. Esta información llegó tiempo después a oídos del inquisidor local, Pier Gaetano Feletti, que ordenó que se le arrebatara el niño a la familia para educarlo en la fe católica. Según una antigua norma papal, cualquier cristiano podía improvisar un bautizo para salvar el alma de un crío en peligro de muerte. Y una vez bautizado, el infante pasaba a ser cristiano”

 

El caso acabó en las páginas de la prensa internacional y la envergadura del escándalo llegó a tener consecuencias políticas. Rabinos italianos y de Estados Unidos intervinieron y los banqueros Rothschild, que financiaban al Vaticano con sus préstamos, presionaron.

 

Pío Nono se mantuvo firme en su decisión e inició con ello este tema que le acompañó el resto de su vida y volvió a aparecer el año 2000 en su proceso de beatificación por Juan Pablo II, con acusaciones de antisemitismo o autoritarismo senil y contrario a la lógica evolución de la iglesia católica.

 

La película -de una hechura impresionante- parece mantener una plástica barroco-tenebrista donde brilla la blancura de la inocencia del niño en medio de una institución que, aunque lo acogió y trató bien, marcó con fuerza el paradigma del abuso de poder.

 

Edgardo Montaro terminó por ordenarse sacerdote y como tal vivió hasta su fallecimiento en Lieja en1940, hecho en el que algunos investigadores han observado una clara sintomatología del síndrome de Estocolmo

 

Libros como el de David Kertzer o el interés que manifestó durante un tiempo el director Steven Spielberg son una muestra de que este tema sigue siendo atractivo. O propagandístico, como algunos acusan. El caso es que ahí está.

 

Silvia García Jerez titula su excelente artículo sobre la película como “El pecado de Pío IX”. Creo que sí, que el Papa pecó de prepotencia; pero sobre todo de algo que se le supone a todo buen gobernante y mucho más si además de tierras gobierna almas. Pecó de carecer del sentido común suficiente como para no entender que el mundo cambia y que los cambios del mundo deben influir por obligación en los caminos que los que los que gobiernan deben tomar para el buen ejercicio de sus quehaceres.

 

Pío Nono fue un buen papa y un mal político, que son dos cosas parecidas pero diferentes. Después de él, eso ha sido cosa aprendida para los que le han sucedido.

 

José Luis Yánez Rodríguez

Cronista Oficial de Teror

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