Manuel de LeónDurante los tiempos de unos contra otros, donde no había perdón ni escucha, los estallidos rompían cada vez más la esperanza de los amenazados por el fuego.
La muerte se disfrazaba de justicia, y los que no tenían pelos en la lengua desaparecían quedando ausentes en la memoria.
Recuerdo los ríos convertidos en cementerios móviles. Las caravanas de dormidos por perdigones flotaban con la boca hacia el cielo, y el terror había superado la grandeza de Hitchcock.
Los mudos se salvaron, otros quedaron sin lengua y orejas.
Nunca se escuchó la canción de los desconocidos, solos, en la nada. Lanzaban estrofas a sus dioses con el pánico de las noches sin retorno.
A las nuevas generaciones aún les cuentan las historias de los anónimos que cantaron a la vida con la muerte de frente apuntando a la cabeza. Pero algunos siguen creyendo que todo, es ficción.
Manuel de León































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