El acoso escolar más allá de los números
El 3 de mayo de 2023 el Ministerio de Educación y Formación Profesional publicó el Estudio Estatal sobre la Convivencia Escolar en centros de Educación y Formación Profesional, en el que se concluye que el 9,5 % del alumnado de Educación Primaria indica haber sufrido acoso. Aun así, a poco que profundicemos en diferentes estudios y noticias sobre el tema, podremos encontrar diferencias abismales.
Pero más allá de las cifras, que en ocasiones se ajustan a unos u otros parámetros estadísticos, considero que se hace totalmente necesario humanizar estos datos para comprender que tras ellos se esconden niños y niñas viviendo situaciones por las que ningún menor debe pasar. Por ello, todos nuestros esfuerzos como sociedad deben ir encaminados a la supresión total de esta lacra, que en los peores casos llevan a las víctimas a padecer consecuencias psicológicas de por vida.
Para la Organización Mundial de la Salud, el acoso escolar es un problema de salud pública que genera consecuencias a nivel físico, psicológico y social. Olweus lo definió como aquella forma de agresión repetida y deliberada, que realiza una o varias personas sobre otra u otras que no tienen la capacidad de defenderse. Implica, por tanto, cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico y social, que además se sustenta sobre una relación de poder desigual objetivo o subjetivo entre la persona acosadora y la víctima.
De acuerdo con el Estudio Cisneros X (2006), las consecuencias del acoso escolar son variadas y afectan al conjunto de la comunidad educativa. Por un lado, perjudica el desarrollo global del alumnado disminuyendo la oportunidad de aprender y reduce los comportamientos cooperativos perjudicando al sentimiento de afiliación o pertenencia a la institución educativa. Por otro lado, desencadena un proceso de imitación del modelo de interacción violento originando malestar, desánimo y falta de confianza en los profesores. Los daños producidos en la víctima de acoso escolar se pueden clasificar en alteraciones cognitivas, trastornos emocionales, alteraciones del comportamiento y sintomatología psicosomática.
La mejor forma de trabajar con visión de futuro, y de manera efectiva para solventar esta problemática, es adoptar un enfoque preventivo con la capacidad de generar una transformación social, en la que el acoso deje de ser una opción. Los actores básicos del acoso escolar son la víctima o persona agredida, el victimario o persona agresora y los observadores, y es sobre estos tres elementos sobre los que deberían fundamentarse cualquier intervención enfocada a la prevención.
La prevención en este ámbito debe ser una tarea compartida en la que implicarse todos los miembros de la comunidad educativa y las instituciones. Quiero poner el énfasis en esta ocasión sobre el papel que pueden tener los Ayuntamientos y las instituciones locales en la prevención del acoso escolar, que si bien, no tienen competencias directas al respecto, pueden poner en marcha proyectos educativos en colaboración con colegios, asociaciones y clubes deportivos. Es un tema lo suficientemente grave como para mirar hacia otro lado con la excusa de la falta de competencias, puesto que lo que está en juego es el bienestar y la salud de nuestros niños, niñas y adolescentes.
Muchos son los autores y autoras que han puesto sobre la mesa estrategias encaminadas a la prevención del acoso en el contexto escolar. En primer lugar, es conveniente generar un ambiente de respeto y confianza, potenciando el trabajo colaborativo y el fomento de la empatía, al mismo tiempo que establecemos una comunicación efectiva y afectiva con las familias.
Pero desde un enfoque más profundo e integrador, el desarrollo de la inteligencia emocional puede ser clave para dar una respuesta eficaz, tanto en cuanto conforma a personas que son capaces de identificar el dolor ajeno y de empatizar con cualquier estado emocional de quienes les rodean. El psicólogo Daniel Coleman es el gran teórico de la Inteligencia Emocional, y señaló sus principales componentes en: el autoconocimiento y el autocontrol emocional, la automotivación, el reconocimiento de emociones en los demás y las habilidades sociales.
En la actualidad, el acoso escolar es un problema del que cada vez se tiene más conciencia social, muchas veces motivado por los casos que saltan a la prensa y que ponen el foco en el sufrimiento al que están sujetas las víctimas y que como consecuencia más dramática y extrema desemboca en suicidio. Merece la pena el esfuerzo encaminado a mejorar el estado actual de esta situación, porque en última instancia, más allá de los números, existe un niño o niña que está reclamando que le ayudemos a salir del terror en el que está inmerso.
Abraham Ramos Viera
Psicopedagogo
Experto Universitario en acoso escolar, bullying y ciberbullying





























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