¿Merecemos la actual oposición al Gobierno Nacional?

Juan Reyes González

[Img #5587]A mi juicio, no; porque entiendo, que de todas las maneras posibles, es exigible, la presencia y la participación de una oposición libre y activa, que demande, siempre de acuerdo con las reglas de funcionamiento, una oposición que controle la acción de gobierno, con capacidad de crítica; pero también con actitud moderada, en defensa de puntos de vista diferentes, a los que conforman el actual Gobierno de coalición; y, siempre, desde el diálogo, el respeto, el rigor y también, con un proyecto propio. Ni que decir tiene, que la primera tarea en este sentido, para los partidos de la oposición, ha de ser, por supuesto, la aceptación de las reglas del juego, de nuestro sistema democrático; que son, entre otras, obligarse a asumir la derrota electoral y la conformación de un gobierno legítimo, así como, la adopción de la enorme responsabilidad que supone el ejercicio de la oposición.

 

A saber: durante la vigencia del bipartidismo en nuestro país, sobre todo, la oposición, de los partidos mayoritarios, adoptaba habitualmente un papel moderado y responsable que asumían, porque sabían, que más tarde o más temprano gobernarían; lo que supuestamente haría, que en algunos momentos pasara por sus mentes, el hecho, de que hacer propuestas perturbadoras, les podría pasar factura, en un previsible futuro gobierno alternativo, y que la falta de respeto, solo contribuiría a contaminar el ejercicio de la alternancia en el poder.

 

Pero, lo que, a mi parecer, pasa ahora, es que, el contexto ha cambiado; y ha cambiado, de manera, que el panorama político, se ha fragmentado en una pluralidad de partidos, que conforman coaliciones, a nivel de gobierno y también a nivel de oposición; lo que, a mi juicio, ha generado, oposición dentro del propio gobierno, porque, cada cual, quiere marcar sus diferencias; pero que también pasa, en los partidos de la oposición, con el único fin, de disputarse, el espacio político para el futuro.

 

No obstante, lo que más me preocupa a mí, es la ciudadanía; ya que, no todo vale en términos de ciudadanía; porque si bien, en este país, afortunadamente, podemos decir con la boca grande, que todos y cada uno de nosotros/as, gozamos de la libertad suficiente y necesaria para pensar, hacer, sentir, creer y decir, lo que nos parezca; también sabemos, que todo tiene un límite; que en este caso concreto, es, que esos sentimientos, esas creencias y ese lenguaje empleado, no atenten, en ningún momento, contra los valores democráticos, porque ese lenguaje inapropiado no puede formar parte del discurso público; es más, debe ser apartado totalmente; en tanto que, la promoción, defensa o apología de la violencia, o el odio, sea contra quien o quienes, sean, son actitudes que La Carta Magna, no ha encomendado nunca, a ninguna formación política.

 

De ninguna de las maneras, el ejercicio de la oposición política, es un mecanismo para deslegitimar el sistema, ni tampoco para insultar gravemente a todo un presidente del Gobierno, ni en desear su huida del país en un maletero; ni tan siquiera, en pronosticar, lo que hará el pueblo con el presidente, en un momento determinado; nada de eso es tarea de una oposición responsable; de tal modo que, la responsabilidad de la oposición es, cuando menos igual, que la del gobierno, entre otras razones, porque constituye el límite democrático y el control del mismo; además de que, no podemos, ni debemos olvidar, que son la voz de la ciudadanía que les votó y la expresión de la pluralidad. Por tanto, ni que decir tiene, que son tareas imprescindibles para el ejercicio de la oposición, la búsqueda del bien común, y también, la propia pervivencia de la democracia, como sistema político, que ha de proteger la diversidad de posiciones, creencias e intereses; logro éste, que se ha de realizar para su consecución, de la única manera posible; es decir, desde la prudencia, el respeto, y el diálogo,

 

A mí personalmente, no me cabe la menor duda, que la democracia (poder del pueblo), y la oposición política son, por regla general, conceptos inseparables; y yo veo, que en la nuestra, no hay, ahora mismo, armonía; en tanto que, percibo, falta de interés en los problemas cotidianos de la ciudadanía y en los serios retos de futuro a que nos enfrentamos; y esto, no se puede pasar por alto, en ningún momento; ni tan siquiera, cuando el sistema les perjudica; porque nos estamos jugando mucho; nada menos que, la confianza de la ciudadanía en nuestro sistema democrático.

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