
Invitan las cálidas noches de este mes de diciembre, a pasear por las calles norteñas alumbradas por las luces navideñas.
Esperando que la oscuridad calme el bullicio del día, se preparan las cámaras fotográficas y con ilusión se inicia el paseo que lleva hasta Moya y Arucas.
Bajo el brillo navideño se siente la quietud de la paz que da la ausencia de voces que llenan mañanas y tardes.
Con la cámara se quiere hacer de un cuento un cantar, recogiendo imágenes en una visita fugaz, jugando con lo artístico y lo artesanal.
Los tintes y los reflejos en espejos desbordan las emociones que alumbran los corazones, y se vive con alegría el transitar nocturno intentando captar el detalle privilegiado del ambiente natural.
En este sentido rondar fotográfico no hay principio ni final, y es justo en el instante del silencio, cuando la luz se deja escuchar, cuando nos quedamos atrapados por el colorido iluminar, como si no quisiera soltarnos, obligándonos a seguir descubriendo, calles y rincones, plazas y parques, que en la noche se transforman para hacernos soñar con el tiempo que fue y con el que está por llegar.
Las luces de Navidad dicen mucho de su gente, de los pueblos en general, de su forma de ser de su modo de estar, cada uno a su manera y todos brillando con un color especial.
Resisten nuestros pueblos norteños valientes y humildes, y deseamos con fuerza, que no se rindan jamás.
Galería fotográfica de la villa de Moya en este enlace (191)
(Infonortedigital - /\/\ągaraļvą.z)
Galería fotográfica de la ciudad de Arucas en este enlace (392)
/\/\ągaraļvą.z - Juan FERRERA GIL - Infonortedigital)
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