
“Las sombras ocasionales de los toldos municipales han servido de ayuda para mitigar un poco el abundante calor del último verano; al menos, en algunas calles nos protegíamos del fuerte solajero, que quemaba más de lo normal.
Como aún no sabemos si el cambio climático se ha producido o no, o está en camino, sería conveniente que los toldos fueran creciendo y cubrieran más calles; más que nada para que la salud de los aruquenses, y de todo aquel que nos visita, se convierta en un estímulo más que proteger. Aunque, claro, todo es un decir, un suponer: ni los toldos lograrán salvarnos del calor interminable que sufrimos ni tampoco son la panacea.
Pero ayudar sí que ayudan.”
Juan FERRERA GIL
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