Se ha posado en un pitón

que se empina en la montaña,

con ánimo de anunciarnos:

“ha llegado la mañana”.

 

Son muchas las personas, consagradas a la poesía, que han cantado a la luna, cuya imagen se ha convertido en un símbolo vinculado tanto a la fecundidad, a la vida, como al misterio que envuelve a la muerte. La presencia del satélite terrestre en el panorama nocturno ha provocado diversas reacciones entre quienes escriben poesía; unas reacciones llenas de sentimiento y magia que han hecho que la luna sea un tema recurrente en el universo literario.

 

Gustavo Adolfo Bécquer tenía  “Rayo de luna” entre sus leyendas. Miguel Hernández se auto denominaba perito en lunas. Borges decía: “Hay tanta soledad en ese oro”. Carolina Coronado escribió: “Y tú, ¿quién eres de la noche errante, aparición que pasas silenciosa, cruzando los espacios ondulantes…? Jaime Sabines dijo: “La luna se puede tomar a cucharadas… Es buena como hipnótico y sedante…”

 

Lorca es, quizás, el poeta que más habló de la luna en su “Romancero gitano”, sobre todo en el “Romance de la luna, luna”: “La luna vino a la fragua / con su polisón de nardos…” 

 

La luna vino a Las Nieves

a maquillarse la cara

 

 

…y despertó  a los cipreses,
que son amantes del alba.

 

 

También escribió Lorca un zorongo gitano, que él mismo grabó en 1931 con la Argentinita, y que dice: “La luna es un pozo chico / las flores no valen nada / lo que valen son tus brazos / cuando de noche me abrazan …”, al que han versionado diversos cantantes y del que hicieron una versión roquera en Fuente Vaqueros, el pueblo del poeta, en Granada, los alumnos y alumnas del IES Fernando de los Ríos, dirigidos por el vocalista del grupo 091. 

 

Son muchas las voces que han cantado a Lorca y que han sido influenciadas por su poesía, como es el caso de Lole y Manuel, quienes también han cantado a la luna: “La luna le dijo al mar: préstame tu espejo verde porque me quiero peinar. Y se fue a peinar, la luna se fue a peinar en un charco de agua clara con un peine de coral”.

 

La luna, mirando al mar,
con la cara maquillada,

 

 

...le dijo: deja un espacio
para que entre Tamadaba.

 

 

Se arrebolaron las nubes,
el viento deshizo amarras
y la luna se escondió. 
No es que estuviera asustada

 

 

… sino que quiso ocultarse
tras la nubecilla blanca,
que parecía de algodón
y con mimo la abrigaba.

 

Con la luna en la cabeza paré de escribir para merendar algo ligero. Encendí la tele, puse la 2 y me llevé la sorpresa de que estaban hablando de una novela llamada “Historias de la luna llena”, cuya autora, Nefertiti Rodríguez, era entrevistada por la presentadora. Me resultó curioso incluso el nombre de la escritora y pensé entonces, pues lo había leído recientemente, en la estatua de la cabeza de la Nefertiti egipcia, que también era amante de la luna,

 

 

…. cuya vida transcurrió en el siglo XIV antes de nuestra era. El busto fue encontrado por el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt, en 1912, y se conserva en el Museo Nuevo de Berlín, en lugar de estar expuesto, como debería ser, en el Museo Egipcio de El Cairo. ¡Qué cara la de los alemanes que no quieren devolver la obra al lugar que pertenece!

 

Me he salido por peteneras, perdonen, pero, para terminar, vuelvo al tema que tenía entre manos con una foto de la luna posada en la rama superior de un pitón, que parece salir del techo de una casa,

 

 

… y una estrofa con versos octosílabos que haga juego con las ya escritas:

 

La luna visita el pueblo 
a una hora muy temprana,
porque le gusta escuchar
a los gallos cuando cantan.

 

Texto: Quico Espino

Fotos: Waldo Oliva Flores