
“La tranquilidad que muestra la imagen contrasta con que a unos pocos kilómetros el fuego arrasa violentamente y todo lo desencaja. Tranquilidad en un sitio y, en el otro, reina el agobiante trabajo y el riesgo laboral de unos luchadores contra el fuego y, también, la desesperanza de unos vecinos que ansían, sobre todo, poder cambiar de expresión. Y, además, el desasosiego se proyecta cuando ni siquiera es deseado.
La pequeña iglesia, en medio de tanto turista, aguanta el chaparrón como es debido. Y no hará mudanza en su costumbre: estará abierta para todo aquel que quiera un poco de espiritualidad o de paz interior; independientemente de sus creencias personales.
Ya se sabe que el espíritu, el alma o la fe son tan insondables que no solo admiten todas las interpretaciones posibles, sino que, además, dejan hueco para que la tranquilidad nunca deje de ser uno de los ejes fundamentales de la existencia.”
Juan FERRERA GIL
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