Tejeda. Foto: Juan FERRERA GIL“Llegar al centro de la isla no es solo descubrir una belleza pétrea que se difumina entre distintos tonos de verde, sino que, además, cuando el cielo se tiñe de azul, el frío aún se mantiene ante el tibio sol, que acaricia con extrema suavidad el camino.
Es el Lugar del Parador una etapa en la que descansar, ver y mirar. Cuando la mirada se alarga en el Teide, una misma isla es la que se une entre el mar de nubes que ocultan el otro mar, el que prolonga la vista y deja señales evidentes de libertad infinita.
Desconocemos si los paisajes isleños son capaces de provocar miradas al infinito; pero sí sabemos que son los nuestros, los más cercanos y, por esa misma razón, nos resultan auténticos, grandiosos y tremendamente expansivos. Y libres.
Acaso, como la vida misma.”






























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