Encantos y desencantos de Sardina

Quico Espino

Foto: Quico Espino

Recuerdo que, de pequeño, durante las matanzas porcinas domesticas, mi padre solía decir: del cochino, hasta el rabo, refiriéndose al hecho de que se aprovechaba todo del animal. A los niños que participábamos nos daban, bien asados, un cacho de rabo o de oreja. Mucho tiempo después oí el dicho: del cerdo, hasta los andares, y me pareció igual de acertado.

Ojalá pudiera decir lo mismo de este rincón encantador que me enganchó desde que llegué por aquí, ya que prácticamente todo me gusta de Sardina. El mar, las montañas, el cielo o las nubes, como ésta en forma de fonil que encabeza el artículo y que fotografié, hace ya unos años, en el cielo de Botija.

O como éstas que enmarcan el Teide y parte de la silueta de Tenerife, siendo el otro marco el mar plateado, donde se refleja el último rayo de un sol poniente,

… mientras dos barcas de remo cruzan en calma las aguas. Una foto preciosa de mi amiga Pepa, que estaba contemplando el ocaso desde La Laja.

Así mismo hay nubes difuminadas y cubriendo parte del mar, de plata también, en esta otra magnífica foto que mi amigo Ignacio sacó en Botija, con el mar, el cielo, el Farallón y el Teide como protagonistas,

… y con un sol crepuscular que no quiere despedirse sin antes reflejar su imagen en un espejo blanquecino del agua y difuminar sus rayos dorados en un cielo que, minutos antes, había sido azul.

Un cielo que, de noche, envuelve con sus nubes a la luna creciente, que parece un gajo de naranja

… y que tiñe el espacio de azules, como el celeste añilado que enmarca al satélite dentro de un rombo turquesa. Hay gente paseando en la avenida y se vislumbra la espuma de las olas, que rompen sobre la arena de la playa.

Una playa que amaneció sin nubes y que se abarrotó de gente en muchas ocasiones, como fue el caso de uno de los primeros domingos del pasado mes de septiembre,

… cuando se celebró la VIII Travesía a Nado de Sardina:

Hasta aquí los encantos de la playa de Sardina, aunque el hecho de que se ateste de gente no me resulta precisamente encantador, pero lo que realmente me desencanta es que, una vez acabado el mes de septiembre y retirada la bandera azul nos quedamos sin baño público en la playa y deja de funcionar el ascensor para personas con movilidad reducida.

Éste es el baño público de la playa. Casi a diario me preguntan por él personas extranjeras que han llegado hasta aquí atraídos por la propaganda que de este lugar se hace en las distintas redes sociales. Y cuando les señalo que tienen que subir a la avenida por la escalinata que da al restaurante La Cueva y recorrer unos cien metros para llegar a ese pequeño edificio azul y blanco,

… donde ahora hay un bar llamado El Antojo, y donde está el baño, se me quedan mirando, como diciendo ¿esto qué es? Y a mí me da hasta vergüenza. Además, quienes llevan el bar no abren ni los lunes ni los martes, o sea que estamos bonitos.

Alguien me dijo que el hecho de orinar es más sencillo, pero como uno tenga un apretón, pues fácil se alivia por el camino, como se han aliviado algunos últimamente tanto en la Playa Chica como en la que está por allá del restaurante El Ancla.

En fin, me quedo con los encantos de la playa de Sardina, que son muchos más que los desencantos, los cuales, me da pena decirlo, ya han empezado a dar mal olor.

Texto: Quico Espino

Fotos: Quico Espino, Josefa Molina e Ignacio A. Roque Lugo