(146). LA BRISA DE LA BAHÍA. Me murieron y ni me enteré

Uno lidiando con las palabras y, otros, apenas leen el titular de un artículo y dispuestos se muestran a sacar conclusiones necrológicas.

Juan Ferrera Gil Lunes, 02 de Octubre de 2023 Tiempo de lectura:
Juan FERRERA GILJuan FERRERA GIL

¡Oh, madre del amor hermoso!

 

Uno lidiando con las palabras y, otros, apenas leen el titular de un artículo y dispuestos se muestran a sacar conclusiones necrológicas. Así no podemos seguir: el mundo no solo está al revés, sino que, además, parece virado boca abajo, como copiando la actitud del avestruz (¡caramba, la primera vez que escribo esta palabreja!). Ya no sabemos leer ni paciencia para ello tenemos. Y, así, hemos llegado a uno de sus extremos: no saber interpretar el titular de un artículo y que la foto que lo acompaña pertenece a la de su autor.

 

¡Así no podemos seguir!

 

Hay que leer con tranquilidad y paciencia. Y con cabeza. Ya está bien de que los mensajes cortos de las redes sociales sean lo único y verdadero: una cosa es una cosa y otra cosa es otra muy distinta. Algunos no logran ver que leyendo por encima solo sirve para sacar conclusiones equivocadas y encabronarse indebidamente cuando otra persona, amigo o familiar, le espeta aquello de que “hay que leer hasta el final.” Pero no hay modo ni manera. Son tan raros los tiempos de ahora que no encontramos explicación a lo que sucede. Por eso digo que ¡me murieron y ni me enteré! Solo fui consciente cuando la gente me paraba por la calle y se alegraba, decían, de verme “vivito y coleando”.

 

¡Dios mío! ¡Lo que tuve que aguantar! En fin, que, de momento, aquí estamos escribiendo: escribiendo. ¡Toda una hazaña! Y no caí en la cuenta de todo este tinglado hasta que un entrañable amigo me llamó, medio descojonado, para ver cómo estaba. Y me dijo:

 

--- ¡Tengo un titular que te va a encantar!: ¡me murieron y ni me enteré!

 

Sobra decir que su pícara sonrisa, a la vez que sensata y amable, traspasaba el móvil y yo la adivinaba perfectamente: la notaba y la sentía.

 

Sí, por eso digo lo que digo.

 

Juan FERRERA GIL

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