Celebró La Aldea el día grande de sus fiestas este domingo, mostrando su devoción al patrón, reflejada en las lágrimas de muchos vecinos en el recorrido procesionar ya que este día se sienten las ausencias más que nunca.

A pesar del calor, se acompañó al patrón en ese recorrer las calles principales, y así lo hicieron Paqui Bolaños y su hija, recordando al padre y abuelo que está siempre presente en la memoria en estos días de fiestas a los que tanto quiso.

Y al volver a la iglesia, se cantó con todo el corazón esa canción titulada “Tierra de Añoranza”, en la que los aldeanos expresan con puro sentimiento lo que representa volver a La Aldea, en estos días de fiestas, pero también cualquier día del año, porque siempre es regresar a casa.

Después llegó el momento de tomarse el helado, la granizada y la fresca cerveza que saben tanto en el día de san Nicolás.

Víctor Julio volvió a compartir el almuerzo familiar en el que se recuerda siempre al padre que tenía el nombre del patrón, y en su casa, como en muchas otras, se brindó por los que ya no están, y a los que se sigue queriendo con el alma.

Y a media tarde se organizaron las carretas para volver a compartir la Romería, y Bene no faltó a su palabra de llevar el sabroso licor para brindar con los amigos.

Y en la azotea de la hermana de Nacha se organizó el tenderete con visitas queridas como la de Daniel y Mónica y la de la galdense Paqui que ya es de la casa.

Caía la tarde llena de luz mientras sonaban en La Aldea los timples y guitarras y se expandían los aromas de las carnes en los braseros, y Margarita no dejaba de agasajar a los que llegaban a su carreta compartida con tantos amigos de la juventud.

Se ofrendó a San Nicolás como se mereció el patrón con los frutos de la fértil tierra aldeana, y se disfrutó de la noche romera en la avenida, con el corazón en un pálpito, ya que llegaba el querido día de El Charco.

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(Infonortedigital)

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