
Narra la leyenda, que durante el gobierno del Papa Liberio (352-366), un matrimonio de la alta nobleza romana, formado por Juan Patricio y su esposa, sin hijos y ya ancianos pedían a la Madre de Dios que les diese un indicio de la mejor manera de legar su gran fortuna para mejor agradar a su Hijo.
A ambos esposos, la noche de un cuatro a un cinco de agosto en plena canícula romana, la Virgen se les apareció en sueños y les indicó su voluntad de que levantasen en su honor un templo en el monte Esquilino (una de las siete colinas sobre las que se había construido la capital del Imperio), precisamente en el lugar que apareciese cubierto de nieve.
Esto, en pleno verano y en Roma, no podía ser otra cosa que el resultado de un milagro.
Al día siguiente, los esposos fueron a contar su sueño al papa Liberio que les aseguró haber tenido la misma revelación durante la noche. Rápidamente se organizó una procesión hasta la cima del lugar señalado por la Virgen. Al llegar al mismo, todos los presentes pudieron contemplar maravillados un trozo de terreno cubierto de nieve blanca y fresca mientras a su alrededor toda Roma sufría los rigores del calor de la estación. El templo construido en el lugar del milagro es en la actualidad la Basílica de Santa María la Mayor.
Esta es la leyenda tal como aparecía en los breviarios hasta la última reforma litúrgica y que seguramente no surgió hasta mucho más tarde de la construcción del templo mencionado, en torno al siglo XI, pero que ganó rápidamente el fervor popular, hasta tal punto que en las centurias siguientes muchos artistas representaron el milagro y sus personajes. En la misma basílica, un discípulo del gran pintor Giotto pintó en varios lienzos distintos episodios de la leyenda. En uno de ellos aparece el papa Liberio, con la mitra al lado; encima, ángeles y llamas, y, delante, la Virgen que le dirige la palabra. En otro aparece el noble Juan Patricio, a quien se le aparece también la Virgen. Otra pintura nos presenta a María haciendo descender la nieve sobre el Esquilino.
La primitiva iglesia construida en el Esquilino no estaba consagrada a María. En un principio se le denominaba basílica Sociniana, y en algunos documentos Liberiana, por su papa fundador. No fue hasta su reconstrucción por Sixto III (432-440) cuando se consagró a la Virgen, como consecuencia de la proclamación de la maternidad divina de María, La Theotokos, en el Concilio de Éfeso del año 431 contra lo defendido por el hereje Nestorio. Esta es la explicación que los libros litúrgicos le dan en la actualidad, por lo que la fiesta del cinco de agosto se denomina hoy en día “Dedicación de la Basílica de Santa María”.
La basílica -primera iglesia levantada en Roma en honor a María- se convirtió en la iglesia madre de todas cuantas se alzaron en Occidente en honor a la Madre de Dios por lo que, y atendiendo también a su suntuosidad, desde siempre mereció el título de “la Mayor” (1). Para ella, el Papa Liberio donó la “Madonna Nuestra Señora y el Niño”, que, según la tradición había sido pintada por San Lucas sobre madera de cedro y trasladada a Roma desde los Santos Lugares por Santa Helena. También se conserva en ella lo que se cree sea una parte de la Cuna de Belén por lo que el Papa celebra allí la eucaristía de la Nochebuena y está también ligada a la misma la advocación de Santa María del Pesebre desde el siglo VII. España tiene una especial relación con este templo: a su entrada se encuentra una estatua del rey Felipe IV; el artesonado fue decorado con el primer oro que los españoles trajeron de América; en ella celebró su primera misa el santo español San Ignacio; el rey de España tiene el título de canónigo honorario del mismo; etc.
La nueva devoción se difundió rápidamente por toda la Cristiandad, y bajo el nombre de Nuestra Señora de las Nieves o Santa María la Blanca, se le dedicaron infinidad de ermitas y templos. Sólo en España son incontables los lugares que la tienen por patrona, bajo una u otra advocación: la diócesis de Ibiza, Chinchilla (Albacete), Arcos de la Frontera (Cádiz), Trevélez (Granada), Bulnes de Cabrales (Asturias), Arnedillo (La Rioja), Espinosa de los Monteros (Burgos) Puebla de Lillo (León), ... etc.
Aunque la mayoría de las imágenes existentes de Santa María la Blanca son de los siglos XII o XIII (como, por ejemplo, la de Villalcázar de Sirga en Palencia, ante la que se dice escribió y a la que dedicó sus Cantigas el rey Alfonso X el Sabio); la referencia más antigua que se conoce sobre la advocación viene del reinado del rey godo Gundemaro (610-612), quien con la intención de erradicar la herejía arriana entre los vascos, decidió atacarles con un pequeño ejército al que hizo acompañar con una imagen de la Virgen, que, según la leyenda, había sido fabricada en Antioquia por San Lucas y traída a Toledo, capital del reino. Esta imagen iba sobre un carro, en cuyos lados figuraba la inscripción “Santa María La Blanca”. La imagen y su devoción fue implantada en Marcilla y es la razón de que años más tarde el rey Sancho VI el Sabio, también muy devoto por influencia de su esposa la reina Blanca de Navarra, al fundar en el siglo XII la ciudad de Vitoria sobre una anterior aldea llamada Gastéiz, la pusiera bajo el patronazgo de la Virgen Blanca o de las Nieves (2).
La advocación se fue extendiendo pareja a la Reconquista y a fines de la Edad Media eran aún más los templos construidos en su honor, desde Tudela a Sevilla. También es constatable el que en la controversia que durante la Baja Edad Media se creó en torno a la Concepción Inmaculada de María, en la que ésta no se admitió en un primer momento por la totalidad de la Iglesia y fue contestada negativamente por teólogos de importancia, la defensa de la misma fue ejercida básicamente por el pueblo y desde el pueblo (3), produciéndose una estrecha relación entre la antigua advocación de la Virgen de las Nieves-La Blanca y la nueva de la Inmaculada Concepción. Tal es así que por ejemplo en la catedral de Tudela la primitiva capilla dedicada a la Virgen Blanca o de las Nieves se transformó y dedicó a la Purísima Concepción. O también, como para conmemorar la promulgación del Breve del Papa Alejandro VII acerca del dogma de la Inmaculada Concepción (4), el pintor Bartolomé Esteban Murillo representó en 1665 la leyenda de Nuestra Señora de las Nieves en dos lienzos de grandes proporciones (232 x 522 cm.) para la iglesia sevillana de Santa María la Blanca. Las pinturas, en la actualidad en el Museo del Prado, representan respectivamente “El sueño del patricio” y “El patricio revelando su sueño al Papa” (5) y le fueron encargadas por el canónigo don Justino de Neve y Yébenes con ese motivo y por las obras de renovación que entre 1662 y 1665 se llevaron a cabo en dicho templo (6). En las fiestas de dedicación del mismo en 1666 se acuñó una letrilla popular que aludía a la Blancura y Pureza Inmaculada, sin mancha, de la Virgen: “Del Sol, aunque siempre Blanca, no me ofende el arrebol, porque me conoce el Sol”.
Como se puede observar, tanto la de Santa María la Blanca como la de la Inmaculada Concepción son advocaciones con las que Nuestra Señora de las Nieves aparece muy relacionada desde sus inicios.
LA ERMITA Y CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES DE AGÜIMES
Aunque Viera y Clavijo da el año de 1661 como el de la fundación del convento de Nuestra Señora de las Nieves de Agüimes, lo cierto es que la orden de Santo Domingo se implantó en la Villa en 1649 sobre una anterior ermita construida por disposición testamentaria del sacerdote don Juan López en 1578. Este párroco del Agüimes de la segunda mitad del siglo XVI, por su gran devoción a la imagen de la Virgen de las Nieves existente en la iglesia parroquial, ordenó en su carta de testamento y última voluntad la construcción de una ermita, en lugar muy cercano a la iglesia de San Sebastián, que acogiera a la venerada imagen y que no llegó a ver concluida por fallecer antes.
Esta imagen, con toda seguridad la de mayor antigüedad de su advocación existente en Gran Canaria es una escultura flamenca de gran interés artístico:
“La imagen de Ntra. Sra. de las Nieves es una escultura muy pequeña, de 36 cm. sin contar la peana y el sol. De estilo gótico-flamenco, los críticos suelen datarla en los últimos años del cuatrocientos o a principios del quinientos, pero no aparece reseñada hasta el inventario de 1558. Es una talla de cuerpo entero, con mucho parecido en la cabellera y en el pliegue de los paños con la imagen del mismo estilo y procedencia, aunque de mayor tamaño (1,20 m.), que figuraba en la hornacina del frontis de Santo Domingo de Las Palmas. Lleva el Niño sobre el brazo derecho, adherido al costado en un solo bloque y erguida la cabeza sobre el hombro de la Madre...” (7)
Idéntica filiación le atribuye Constanza Negrín Delgado que la sitúa en la producción de los talleres de la ciudad belga de Malinas, hacia la primera mitad del siglo XVI (8).
Al terminarse la ermita fue trasladada a ella la imagen y con ello aumentó la devoción a la misma, manifestándose con donativos, tributos, etc. Allí permaneció hasta el 27 de marzo de 1649, en el que a solicitud del pueblo de Agüimes, el obispo de Canarias don Francisco Sánchez de Villanueva (9) dio licencia para entregar a la orden de Santo Domingo la ermita con todos sus bienes, derechos y créditos (10) con la intención de que ésta fundara convento en la Villa.
Aunque en el nuevo convento en un primer momento fue reservada la capilla mayor para la Virgen de las Nieves como titular del mismo, lo cierto es que los frailes hicieron todo lo posible para aumentar el fervor hacia la advocación de Nuestra Señora del Rosario que también había sido trasladada desde el templo parroquial y por la que tenían mayor predilección ya que, aunque el origen del Santo Rosario sea tan antiguo como el mismo cristianismo, la tradición nos dice que fue Santo Domingo de Guzmán quien le dio su forma actual por lo que desde siempre han sido los dominicos grandes defensores y propagadores de esta devoción. Esta alteración fue progresiva para llegar casi a la supresión de una advocación por la otra por lo que, tal como nos informa don Joaquín Artiles, en el inventario de 1775 los dominicos dan la siguiente explicación del cambio:
“Esta Capilla, aunque se fabricó para la Cofradía del Rosario, se cedió a Ntra. Sra. de las Nieves, Ntra. Patrona, por no caber en ella el pueblo para oír los días de fiesta la misa del tercio, y se colocó la imagen de Ntra. Sra. del Rosario en la Capilla Mayor” (11)
No obstante, la antigua importancia de la veneración por las Nieves hizo que, por escritura del 29 de diciembre de 1770, don Joaquín José Pérez Verdugo de Alviturria fundara un mayorazgo vinculando a su familia el título de Patronos de la Capilla Mayor de Nuestra Señora de las Nieves de este convento. Don José Joaquín había nacido en Trinidad de Cuba el 1 de mayo de 1716, hijo de don Silvestre Manuel Pérez Verdugo de Alviturria y de doña María Antonia de los Reyes Carvajal y Arana y casó en 1746 con su prima hermana doña Micaela Verdugo de Alviturria y Herrera. Fue Coronel de Milicias del Regimiento de Las Palmas; Regidor perpetuo de su Cabildo por Real Título dado en el Buen Retiro el 5 de diciembre de 1748; Corregidor de Ausencias de Gran Canaria; Alcaide del Castillo de Santa Ana y del de Nuestra Señora de la Luz y Juez subdelegado de Indias y Marina. Falleció en Las Palmas en 1772.
Sus descendientes ostentaron el patronazgo hasta su bisnieto y último poseedor legal del mayorazgo don Manuel José Verdugo y Machado de la Guerra Da-Pelo (12); que nacido el 10 de julio de 1807, casó en Las Palmas el 1825 con doña Felipa Pestana Quintana Jaques y Venegas. Fue Capitán de Milicias del Regimiento provincial de Telde; Regidor perpetuo por juro de heredad del Cabildo de Gran Canaria; electo Diputado a Cortes por el distrito de Las Palmas en 1849 y Caballero profeso del Hábito de Santiago. Don Manuel Verdugo falleció en Madrid en 1881. El último sucesor en el mayorazgo fue su hijo don Santiago Verdugo de Alviturria y Pestana (13).
El convento siguió aumentando con los años y su iglesia fue agrandada. Pero los aires desamortizadores del siglo XIX acabaron con su historia eclesiástica el 28 de junio de 1835 (14). A partir de entonces en el edificio se instalaron las escuelas, las viviendas de los maestros, el Juzgado y el Ayuntamiento.
Pero un nuevo e inesperado suceso vendría años más tarde a dar el último y definitivo golpe al cenobio sureño: el domingo 3 de julio de 1887, en el mismo momento en que el párroco don Sebastián Parer y Torrent (15) oficiaba la misa de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, se declaró un voraz incendio que destruyó con gran rapidez convento e iglesia. Los vecinos que inmediatamente acudieron al lugar pudieron salvar parte de la documentación municipal y algunas de las imágenes más apreciadas del antiguo templo, entre ellas la de Nuestra Señora de las Nieves. El alcalde dejó en acta oficial constancia de lo sucedido:
“En la Villa de Agüimes, a las 8 de la noche del 3 de julio de 1.887, bajo la presidencia del alcalde Don Cristóbal Gómez y Suárez, este Ayuntamiento manifiesta: que en la mañana de este día y a eso de las 9:30 de la misma, repentinamente, se presentó un incendio en el Exconvento de esta citada Villa donde se hallaban establecidas las Casas Consistoriales, las escuelas de ambos sexos de instrucción primaria y el local del Juzgado municipal, cuyas oficinas, devoradas por las llamas han sido reducidas a escombros dentro de breve tiempo, lo mismo que el Templo de Santo Domingo, contiguo a dicho Exconvento. Que a la sazón se hallaban en la secretaría de dicho municipio el señor Alcalde Presidente, el Secretario y los vecinos don Gregorio Rodríguez de León y don Joaquín Suárez Romero, los cuales, al oír la voz de fuego, salieron a la puerta de dicha secretaría y tuvieron la ocasión de observar que el fuego venía de la parte sur de dicho Exconvento, parte por donde se hallaba la escuela de niñas y la sala del Juzgado...” (16)
La devoción por la advocación de las Nieves de Agüimes aunque no desapareció totalmente, sí es verdad que acabado el siglo XIX y trasladada su imagen al templo parroquial, no llegó ya a tener entre el pueblo de la Villa la importancia que podía haberse derivado de la existencia de la ermita y del mismo convento de su nombre. Hasta en las coplas populares que la desgracia del incendio hizo surgir en los agüimenses se puede observar el auge del fervor hacia Nuestra Señora del Rosario en detrimento de la primera (17):
En esta Villa de Agüimes
un gran chasco sucedió,
porque se ha pegado fuego
en el Templo del Señor.
Ya se acabó la alegría
de Agüimes y Tirajana
porque le ha matado el fuego
domingo por la mañana.
Este fuego no se apaga
ni con vino ni con ron,
sólo se puede apagar
con la voluntad de Dios.
Hasta bomberos traían
de la ciudad de Las Palmas
para apagar aquel fuego
que es castigo que Dios manda.
Jesús Nazareno Cristo
fue el último que salió
y, al poner el pie en la puerta,
el coro se derrumbó.
Aquel Niño chiquitito,
aquel Divino Pastor,
aquel que vino a pedir
dicen que asado murió.
Santa Ana y Santa Isabel
todas dos se nos quemaron,
que, como eran santas viejas,
nadie de ellas se acordaron.
El cura de este lugar
intentó morir asado
porque no quería salir
sin la Virgen del Rosario.
Sebastián Viera, valiente,
por medio el fuego pasó
para sacar a la Virgen,
prenda de su devoción.
Antoñita la Monzona
la Purísima sacó
y como que era bajita
por La Vegueta corrió.(18)
Santo Domingo y Vicente
y la Virgen del Rosario
fueron a tener posada
en la casa de un cercado.
Pero el pobrecito cura
se salvó por un milagro
porque, al llegar a la puerta,
el coro se vino abajo.
Agüimes perdió su templo
que era de mucho valor,
pero de la Virgen Santa
no pierde la devoción.
La Virgen perdió sus ropas,
también los rayos el sol.
¡Madre mía del Rosario,
échanos tu bendición!
Aunque aún en el siglo XVII se celebraban fiestas en honor a Nuestra Señora de las Nieves en la iglesia del nuevo convento por fundación de doña María de Pelós y doña Sebastiana de la Peña (19); en la actualidad su imagen, tras más de un siglo de peripecias que la llevaron incluso por un tiempo al Museo de Arte Sacro de la Catedral, se custodia en el camarín de la iglesia parroquial y esta advocación no tiene ya ninguna celebración en la villa de Agüimes.
LA VIRGEN DE LAS NIEVES DE LA VILLA DE AGAETE
La primera ermita levantada en honor a la advocación de las Nieves en Gran Canaria fue mandada construir, en medio de la neblina de la leyenda y la realidad, por el entonces Alcaide de la Torre de Agaete y luego Adelantado de las islas de Tenerife y La Palma, don Alonso Fernández de Lugo (20) en la hacienda de noventa fanegadas que los Reyes Católicos le habían concedido, y donde construyó a fines de la décima quinta centuria un ingenio azucarero. La imagen que ocupara este santuario inicial junto a la construcción militar sería una de tantas de corte bajomedieval que los conquistadores llevaban consigo para ponerse bajo su protección en los avatares bélicos o, tal como afirma Marín y Cubas, fue encontrada en las primeras correrías por las tierras de Agaete como recuerdo de la presencia de frailes mallorquines en años anteriores:
“...en el Gaete se halló entre las piedras una Imagen de Nuestra Señora quebrada y despegada la cabeza del Niño, de barro colorado muy fino, está en La Palma y primero en Canaria, Nuestra Señora de las Nieves, todo el tiempo que duró la conquista desde que se fabricó el fuerte.” (21)
Don Alonso Fernández de Lugo, con intención de continuar las aventuras de conquista de las islas que aún no estaban sometidas ni a los señores de Canarias ni a la Corona, y fallecida su mujer doña Beatriz de Fonseca, abandonó las tierras de Agaete y comenzó como capitán de las tropas castellanas la campaña bélica de La Palma en primer lugar. Una vez conquistada esta isla y para financiar la de Tenerife, Lugo se vio obligado a vender su hacienda de Agaete al genovés Francisco Palomares, hermano del también propietario de tierras en el lugar, Antón Cerezo (22). La venta fue realizada por el futuro Adelantado en escritura pública otorgada en Las Palmas el 19 de agosto de 1494 ante el escribano Gonzalo de Burgos a “Francisco Palomares, mercadero ginovés, vecino de la cibdad de Valencia”, y el traspaso fue confirmado por los Reyes Católicos por cédula especial en Tortosa el 28 de febrero de 1496. La hacienda de Agaete estaba gravada a favor de otro genovés, Francisco de Riberol, con un censo anual de doscientas arrobas de azúcar blanco y cuatro de confites por haber cofinanciado éste la conquista de la mencionada isla (23).
Esta presunta primera imagen de las Nieves casi con toda seguridad abandonó las tierras agaetenses con Lugo cuando marchó a la conquista (24). Aunque existen teorías sobre que aquella sería la misma que años más tarde implantaría la veneración por la Virgen de las Nieves en la isla de La Palma, no hay plena seguridad sobre ello (25).
Lo que sí es cierto y resulta la primera datación fiable de la presencia de la advocación en la villa, es que entre los conquistadores y pobladores que quedaron cultivando las tierras del valle de Agaete quedó también el recuerdo de la veneración por Nuestra Señora de las Nieves y que uno de sus más potentados vecinos, el ya mencionado Antón Cerezo “El Viejo”, y su esposa Sancha Díaz de Zurita firmaron en marzo de 1532 con el provincial de la orden de la Merced, Fray Alonso de Sorita, una escritura de compromiso de fabricar un monasterio de tal orden junto a la ermita de las Nieves:
“Primeramente que nos vos damos para hacer y fabricar el dicho monasterio de dicha iglesia y capilla de Nuestra Señora de las Nieves, con sus puertas, herraduras y llaves, con los ornamentos siguientes: el retablo grande que está en el altar de la dicha Capilla de Nuestra Señora la Virgen María, de pincel, con Señor San Antón e San Cristóbal en la una puerta e en la peana del dicho retablo los doce apóstoles con Nuestro Señor Jesucristo en medio; en el puesto e pintado yo el dicho Antonio Cerezo e mi mujer Sancha Díaz de Sorita, bajo Nuestra Señora...
Item, con condición que los ornamentos que al presente la dicha iglesia tiene e los que tuviere de aquí en adelante, para siempre jamás. Están en la dicha iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, e que no se pueden llevar a otra parte o monasterio de la dicha religión, ni para pasar a otro convento ni iglesia alguna; e si de otra manera fuese hecho, que nos como patronos lo podemos resistir, e después de nos, nuestros herederos e sucesores en manera que lo contenido en este capítulo o condición haga efecto. ” (26)
Pero tal como nos informa don Julio Sánchez, la fundación no se llevó a cabo ni se persistió en la intención, ya que este compromiso de fábrica del convento no aparece en el testamento de don Antón ni en el de su hijo Francisco Palomares (27). Sí se construyó la ermita a inicios del siglo XVI, que cuando en noviembre de 1515 el licenciado don Bartolomé López de Tribaldos primer inquisidor y visitador por el obispo Vázquez de Arce visitó el lugar de Laguete, hacia unos años que se había construído, de una sola nave y con graves imperfecciones que provocaron las quejas constantes del vecindario en los años posteriores (28). Ésta fue con posterioridad nuevamente ampliada por Palomares; ampliación de la que sólo resta en la actualidad el arco apuntado que separa el presbiterio del resto de las naves, la cubierta de éste y gran parte de las paredes.
Sí aparece en el testamento de Antón Cerezo otorgado ante el escribano de Gáldar y Guía Alonso de San Clemente el 11 de octubre de 1535, la declaración de la procedencia de la pintura que representa a la Virgen y las otras que le acompañan y el deseo del genovés al hacer la donación:
“Iten. declaro que yo mandé traer de Flandes, para la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de este Agaete, un retablo de pincel, del mejor maestro que se hallare, de la advocación de Nuestra Señora de la Concepción; mando que luego que sea llegado se dé e ponga en el altar mayor de la dicha iglesia sin por el llevar cosa alguna, sino porque haga memoria de mi ánima en la dicha iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, e sea mi abogada.” (29)
El políptico en el que se encuentra está considerado como una de las obras de arte flamenco más importante de Canarias. Las tres tablas centrales son rectangulares con remate conupial, y representan a San Antonio Abad con San Cristóbal en el fondo, a San Francisco ante el Crucificado, y a la Virgen con el Niño en el centro. Los otros dos cuadros tienen forma oval y en ellos se encuentran el donante Antón Cerezo y su hijo Galeoto, y en el otro a Sancha Díaz de Zurita, su mujer (30).
“Esta obra ha recibido diversas atribuciones, sin embargo, la más acertada parece ser la del profesor Hernández Perera, quien se la asigna al pintor de la Escuela de Amberes del segundo tercio del siglo XVI, Joos Van Cleve. Atribución originada por la postura diagonal del Niño; el plegado de las faldas de la Virgen; el dosel de brocado sobre fondo de oro; la guirnalda de flores; la minuciosidad en el detalle, etc...” (31)
Obviamente, el elemento más importante del políptico es su tabla central, la que representa a la Virgen. De una delicadeza sin igual, es una de las representaciones marianas de mayor relevancia en el archipiélago. De todas las descripciones que se han hecho de ella, una de los que mejor han sabido captar su esencia y ese leve “paisaje” que parece envolverla es la del historiador Antonio Cruz:
“El rostro de la Virgen es, quizás, el elemento pictórico mejor tratado. Un magnífico velo cubre una definida y peinada cabellera dorada, que cuelga sobre sus hombros en suaves rizos, quizás inspirada por los pintores italianos. El uso de las veladuras, tan importante en la pintura flamenca, es aquí un alarde de proeza y del conocimiento de la técnica. No enrarece ni enturbia los colores inferiores. Enmarca el velo un rostro delicado, de amplia frente despejada, cejas muy delgadas y ojos almendrados, de suaves tonos carnosos, con ligeros toques de carmín más notables en labios y pómulos...Jesús que juega con un pajarillo de tonos verdosos, que sonriente se dirige en pleno diálogo hacia su Madre. Su factura es elegante, y según nuestra apreciación, desproporcionado con respecto al resto, y de unas constantes volumétricas que recuerdan a los modelos manieristas.” (32).
A principios del siglo XVIII la ermita construida por Palomares estaba:
“tan indecente que solo servia de acorralar ganados y solo la capilla, sin ninguna dotación ni otra cosa mas que una imposición de una misa y procesion con sus visperas (33) que el día de Ntra. Sra. de las Nieves se dice por el Venerable de dicho Lugar” (34)
Así la encontraron el Capitán y Sargento Mayor de Guía, don Cristóbal García del Castillo, hijo de don Alonso del Castillo- Olivares, Maestre de Campo del Tercio de Infantería de Gáldar y doña María Nicolasa de Múxica y Cerrato, casado con doña Francisca Javiera de Bethéncourt Franchi y Pineda (35), que con su propio caudal fabricaron nuevamente el cuerpo de dicha iglesia y la dotaron de un cercado, casa y cueva canaria inmediata (36).
El patronato de la ermita de Nuestra Señora de las Nieves de Agaete quedó unido al vínculo fundado por don Fernando Olivares (37), y posteriormente a su descendencia, hasta llegar al último poseedor en el siglo XIX, don José María de la Asunción Domingo del Castillo-Olivares y Falcón, nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 23 de mayo de 1805. Casó en Telde en 1828 con su prima hermana doña María de la Asunción Falcón y Quintana, hija de don Antonio Jacinto Falcón del Castillo-Olivares y de doña María del Rosario de Quintana y Llerena. Don José María fue el primer Alcalde Constitucional del Ayuntamiento de Las Palmas por elección. Su hijo primogénito, don Fernando Antonio Cristóbal del Castillo-Olivares sería el último sucesor en la mitad reservable del mayorazgo, a la muerte de su padre (38).
En esta ermita del siglo XVI fue ordenado Bartolomé Cairasco de Figueroa; y a la ermita, la Virgen y el puerto de las Nieves se refiere en la “Presentación” de su obra “El Templo Militante”:
Vagando yo por este mundo esférico,
como acostumbra mi ánimo solícito,
por ver las cosas dignas de memoria,
rompiendo de la mar las aguas prófugas
con blando soplo Céfiro y Favonio,
a un templo me llevaron de Canaria,
que está a la parte do Titán clarífico
en el ocaso baña el carro espléndido.
Hace en aqueste puerto el mar cerúleo
un ancho seno y sale un promontorio
gran trecho por las ondas del océano,
en cuya memorable cumbre altísima
de muy lejos se ven teosos mástiles
con acopada verde gavia umbrífera
de do, para ganar fama perpetua,
solía precipitarse gente bárbara.
Aquí mandé lanzar al hondo piélago,
para afirmar mi nao, tenaces áncoras,
a la parte do está la peña cóncava,
de un gran hombre marino albergo prístino,
de donde se parecen las reliquias
de la primera torre de los vándalos.
Acordé de pisar la tierra florida
y, estando en el esquife, las nereidas
salieron de la mar, acompañándome
hasta llegar a un templo do los túmulos
están, de ilustre gente cristianísima,
dedicado a la Virgen de las Vírgenes
que derramó en agosto nieves cándidas (39)
La ermita actual es el resultado de las obras de ampliación llevadas a cabo en el siglo XVII, y por último en 1870 cuando el mayordomo don Antonio de Armas construyó la singular fachada que hoy se nos presenta.
El acto más importante de las fiestas que en la actualidad se celebran en honor a la Virgen de las Nieves es el que tiene lugar en la madrugada del tres al cuatro de agosto. Sus reminiscencias aborígenes, su amplísima participación popular, su profunda esencia etnográfica, han hecho de “La Rama” una cita obligada de todos los que en Canarias sienten el ser de nuestra tierra y sus raíces. Sin olvidar, por supuesto, su profundo carácter religioso:
“La Rama es un ritual, una estrategia simbólica mediante la cual se unen el hombre de la tierra y el mar en la petición de fertilidad en ambos medios ecológicos. El agua es principio de vida, y en la fiesta la vegetación goza de un significado más allá de lo ornamental teniendo un valor simbólico más profundo, pues la ofrenda a la Virgen (Las Nieves) o a los santos patronos (San Pedro, San Nicolás,...) no proviene de los frutos del campo, no proviene de la cultura, sino de la naturaleza“ (40)
LA VIRGEN DE LAS NIEVES DE LOMO MAGULLO
Según tradición oral, la imagen de Nuestra Señora de las Nieves llegó a Lomo Magullo por la acción misionera de los frailes dominicos del mencionado Convento del mismo nombre de la Villa de Agüimes, en fecha desconocida. Como señala don Juan Artiles, la llegada de los religiosos
“...fue algo así como un río de luz que anegó toda la comarca. Porque la irradiación del convento no se detuvo en la villa de Agüimes y sus aledaños, sino que se extendió a toda la geografía sureña, en un afán apresurado y firme de catolicidad...” (41)
Lo que ya no es tradición es que la primitiva imagen, que hoy se custodia en el archivo de la parroquia, se veneraba en una casa de la calle hoy llamada de La Feria y que no sería hasta la llegada de un humilde cura misionero, don Antonio Collado, a fines del siglo XIX cuando la devoción tomaría un cariz más acentuado y se acentuaría el fervor por la misma.
Don Antonio Collado Alonso, el Padre Collado, había nacido en la calle de La Peregrina de Las Palmas de Gran Canaria el 12 de mayo de 1864, hijo de don Antonio Collado y Suárez, natural de Tafira, y de doña Rafaela Alonso y Talavera, natural de Santa Brígida (42). Se ordenó sacerdote y ejerciendo su vocación misionera llegó hasta este barrio del municipio de Telde, donde con profundo y sentido empeño puso su vida entera al servicio de la advocación de las Nieves ya implantada de antiguo en una casa del pequeño barrio teldense.
En 1916, con la primera ermita terminada, la nueva talla adquirida por el fervor y la actividad del Padre Collado fue trasladada desde la iglesia de San Gregorio hasta el Lomo Magullo en la víspera de la festividad de las Nieves.
El Padre Collado falleció en el barrio de San José de Las Palmas de Gran Canaria el 12 de mayo de 1940. En el epitafio de su primera tumba, antes de que sus restos fueran trasladados al templo de Lomo Magullo el 31 de julio de 1977, podía leerse la expresión de su dedicación a María en esta advocación:
“Aquí yacen los restos mortales del reverendo Don Antonio Collado Alonso, sacerdote que se distinguió en la Diócesis de Canarias por su labor misionera. Fue un gran propagador de la devoción a la Virgen de las Nieves, el gran amor de su vida.”
El Padre Collado se dedicó hasta su muerte a este “gran amor de su vida”, y una pequeña muestra son varias, sencillas y sentidas coplas que compuso en su honor (43):
Virgen de las Nieves
De Monte Magullo
Nuestros corazones
Serán siempre tuyos.
En tabla escogida
San Lucas pintó
La Virgen y el Niño
¡Oh Madre de Dios!
El primer retrato
Que el orbe adoró
De María Virgen
San Lucas fue autor.
En Roma sagrada
El sitio marcó
Con copos de Nieve
Su templo mayor.
En estas montañas
Su trono fijó,
De Monte Magullo
El sitio escogió.
Virgen de las Nieves
Reina Soberana,
Ampara a tus hijos
Los de estas montañas.
Virgen de las Nieves
Reina Soberana,
Ampara a tus hijos
Los de estas montañas
En Monte Magullo
Cual mística Flor
Exhalas fragancia
De gran perfección.
A ese Niño hermoso
Que en tus brazos tienes
Suplícale ¡oh Madre!
Nos colme de bienes
Celeste Señora,
Vestida del sol
Que ilustras al mundo
Con tu protección.
Tu imagen destella
Con sacro fulgor
Efluvios vibrados
De fe y devoción.
Excelsa Patrona
Virgen de las Nieves
Defiende a tus hijos
En vida y en muerte.
A Ti sus amores
Magullo te dio
Logrando con ello
Tu gran bendición.
El 26 de diciembre de 1939, “después de humilde y detenida estancia ante el Sagrario”, don Simeón Caballero, párroco de San Gregorio en Los Llanos de Telde, comunicaba al obispo Pildain su conformidad con la erección de una nueva parroquia en el barrio de Lomo Magullo, compuesta de dicho barrio y los de Cazadores y La Breña y proponiendo como límites de la misma los siguientes: al Norte, con Cueva Blanca y Barranco de los Cernícalos; al Sur, con El Duraznillo, La Morisca y el Barranco del Draguillo; al Este, con el Valle de los Nueve y al Oeste, con la Hoya de la Perra por el Barranco de Guayadeque (44).
No obstante, la erección de la parroquia se aplazó hasta el 17 de marzo de 1943, cuando el obispo de Canarias don Antonio Pildain y Zapiain la decretó en los siguientes términos:
“PRIMERO: Se desmiembra del territorio de la Parroquia de San Gregorio de Telde la parte comprendida dentro de los siguientes límites: Norte, Valsequillo y Barranco de los Cernícalos. Sur, Duraznillo en dirección al Barranco del Draguillo. Este, Casablanca y Oeste, Hoya de la Perra y Barranco de Guayadeque
SEGUNDO: En el territorio desmembrado de la Parroquia antes citada, erigimos la nueva Parroquia que llevará por título: “Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves” y por sede el templo que existe en Lomo Magullo dedicado a la Santísima Virgen bajo esta advocación.” (45)
El decreto entró en vigor el 28 de marzo del mismo año.
En 1968 para celebrar los veinticinco años de la misma, los miembros de la comisión de fiestas con la intención de enriquecer el programa de actos crearon un evento que con el paso del tiempo se ha convertido en el más importante de estas fiestas y en verdadero paradigma de acto popular concebido y mantenido por y para el pueblo.
A propuesta de don Juan Peñate Suárez, un grupo de jóvenes recrearon una simulación de ceremonia de raíces aborígenes: la “Traída del Agua”. Juan Peñate pensó en este acto buscando las similitudes con las referencias culturales de los antiguos canarios:
”Los guanches, representados por los asistentes a la “Traída del Agua”; la leche y manteca, sustituida por el agua; nuestra iglesia, a la que rociamos sus paredes, hace de Almogarén; la Virgen de las Nieves representa a Alcorán; la música de la banda se identifica con los cantos, bailes,...; los gritos de los guanches implorando la lluvia, sustituidos por la sorpresa del remojón inesperado...” (46)
Con el paso del tiempo, no son ya sólo los vecinos del Lomo Magullo los que en pleno calor estival reviven este ritual de invocación popular. Desde la curiosidad, el deseo de disfrutar de la fiesta, la defensa de nuestros valores o la religiosidad, son muchas las personas que desde toda la isla se acercan al Lomo para coparticipar de este acto que ya escapa a una territorialidad concreta para quedar inserto dentro de un marco de mayor ámbito que abarca todo lo que en Canarias ayuda a formar y conformar nuestra esencia como pueblo.
El Himno a la Virgen de las Nieves con letra mía y música de Juan Luis Costas Martínez se estrenó en Lomo Magullo el 23 de julio de 2018 por el grupo Súbito Koral y se ha interpretado por la Banda Municipal de Música de la ciudad de Telde hasta el cinco de agosto del pasado año.
¡Dulce Virgen de las Nieves!
¡Señora y reina de Telde!
¡Que el candor de tus amores
Hasta el Cielo nos eleve!
ESTROFAS
Recibe nuestras plegarias,
Rezos que el fervor enciende…
Antes que llegue la hora
De que mis ojos te vieren…
Al blanco de la azucena
Y a la albura de las nieves
Une su aroma el jazmín
Que a las mantillas se prende
Y todo es ofrenda a ti
Pureza que el alma enciende
Es blancor de las espumas
Y con aguas ensalzamos
¡Dulce Virgen de las Nieves!
Las paredes de este templo
Que tu pureza merece
Tu Santa Imagen Gloriosa
Desde San Lucas nos viene
Y aquí concluye el camino
Que de Roma llega a Telde
Por eso aquí proclamamos
Amor que el alma conmueve
¡Quédate en Lomo Magullo
Y nunca solos nos dejes!
LA VIRGEN DE LAS NIEVES DE MARZAGÁN
La devoción a Nuestra Señora de las Nieves se implantó en el barrio capitalino de Marzagán en el siglo XVIII a raíz de la decisión de don Miguel Marcelino García, soriano asentado en Gran Canaria, de fundar una ermita en honor a la Virgen en la advocación a la que él tenía especial fervor: Nuestra Señora Santa María la Blanca. Don Miguel era natural de la villa de Cabrejas del Pinar (47), en Soria, donde nació el 26 de abril de 1721, hijo de don Santos Antonio García Cabrejas y de doña Inés Anguiano Pérez (48). Su tío don Juan García Cabrejas, escribano de su Majestad, sirvió de padrino (49).
En 1753 ya residía en la isla y compraba a las hermanas Josefa, Rosalía y Sebastiana Castrillo un fundo “en el Valle de Ginamar” con higueras y algodoneros, heredado de su abuela Sebastiana Castrillo, (50) que posteriormente plantó de viña y arboleda y en el que fabricó casas para la hacienda. El nueve de agosto de 1763 solicitaba al obispo autorización para fabricar en esta misma hacienda un oratorio público, con campana y puerta al camino, para colocar “la Ymagen de María Ssma. Nra. Señora, con el Titulo de Nra. Sra. de la Blanca, que se venera en la Villa de Cabrexas del Pinar, obispado de Osma, de mi naturaleza, y de mi espesial devocion, de que tengo retrato,...” (51). Para dotarla, requisito imprescindible antes de la autorización episcopal, levantó escritura el veintisiete del mismo mes en la que hipotecaba las nombradas tierras de Marzagán como garantía (52).
Doña Catalina de Lezcano y Mujica, con quien contrajo matrimonio el mismo año en el Sagrario de Las Palmas (53), declaraba en la escritura de hipoteca de bienes que realizó en 1783 cual había sido la intención inicial de su marido y el motivo de la misma:
“... que por cuanto el expresado mi marido tenía una cordial devoción con María Santíssima Nuestra Señora vajo el título de las Nieves que en el Reyno de Andalucía de donde era natural se venera con el de Sta. María la Blanca (54) y con fervorosos deseos de adelantar su culto en esta Ysla, dispuso fabricar una Hermita publica dedicada á este Piadoso fin en el Pago de Marzagán junto á la Hacienda de viña y Arboleda que allí teníamos, consiguiendose tambien que los vezinos de aquellas mediaciones pudiesen mandar decir, y oír misa los días de presepto y otros de devocion sin la considerable incomodidad de haver de Accedér á alguna de las dos distantes hermitas del Pago de Ginamar; ó del de la Atalaya...” (55)
En realidad, la devoción procedía obviamente de la misma villa donde había nacido, y en la que se venera desde el siglo XII o XIII una interesante imagen de Nuestra Señora de la Blanca. Para llevar adelante su deseo, don Miguel solicitó al Cabildo de la isla le vendiera a censo un sitio donde proceder a erigir la ermita:
“... de Nuestra Señora con el titulo de la Blanca, sachistia y casa para el sujeto que cuide del aseo de dicha Santa Ymagen, con la plaza correspondiente en el Llano del Serrillo, donde llaman Marzagán” (56)
La venta se efectuó al mes siguiente de la autorización para erigir la ermita, el 15 de septiembre de 1763. No obstante, don Miguel es denunciado posteriormente por el Fiscal de S.M. y el procurador mayor del Cabildo “por haverse introducido en terrenos del monte Lentiscal” y usurpar mayor cantidad de terrenos de los que se le habían concedido. Por auto de agosto de 1768 se le condenó a la restitución de las tierras concedidas en un primer momento y de las que él se había apropiado ilegalmente, conservándole únicamente la posesión de once celemines y medio (57).
La descripción del sitio finalmente cedido para la construcción de la ermita la realiza su viuda en la misma escritura citada anteriormente, expresando detalladamente los linderos del mismo:
“... el sitio concedido á dho. mi marido pr. el Ayuntamiento,... linda por la parte del naciente con sitio señalado a Francisco Anselmo Rodríguez, línea recta por esta parte siguiendo pr. el Poniente el Llano arriba mirando derecho á la Terrera treinta varas, y finalizadas estas, cortando derecho al Camino que vá de Ginamar para Marzagán y Lomo de las Carretas, pr. la Barranquera grande abajo mirando al Norte hasta llegar a dho Camino, y de allí volviendo abajo mirando al Naciente lindando con dho Camino, á parar, y lindar con el sitio dado a Dn. Cristóbal de Abreu Canonigo que fue en esta Santa Iglesia, y suviendo línea recta arriva a la esquina de las casas que fabricó dho Dn. Cristóbal la que mira al Barranco de las Goteras pr. las Espaldas de dha casa...” (58)
Don Miguel Marcelino falleció el dos de julio de 1782 (59) sin poder ver cumplida su intención, por lo que su viuda y su hermano don Juan Manuel Marcelino solicitaron licencia al obispo Fray Joaquín de Herrera (60) y comenzaron la construcción que ya en febrero de 1783 se encontraba iniciada (61), y que presumiblemente se acabó al año siguiente.
Esta primera ermita, de sencilla construcción y muy escasa dotación de enseres, presentaba en su testero principal únicamente el cuadro de la Virgen Blanca, sin retablo y encima de un altar el que se situaban dos pequeñas imágenes: una de Nuestra Señora con el Niño (presumo que la misma que hoy se guarda en hornacina en la actual ermita y que se utiliza para salir a pedir limosnas), otra de San Juan Bautista y un crucifijo.
La pintura representa a la imagen de Nuestra Señora de la Blanca que se venera aún en la actualidad en la villa de Cabrejas del Pinar, en Soria (62). Junto a ella, en el margen inferior izquierdo, un personaje de la época, con toda probabilidad un retrato del propio don Miguel como bienhechor o donante. En el margen inferior derecho la siguiente inscripción, desaparecida en parte por el deterioro que sufre la tabla:
“Verdadero retratº de María SS.ma de la Blanca de la Villa de Cabregas del Pinar Obispado de Osma, el Yltmo. Sr. Dn. Jazinto Valledor Obis. de ºsma concede 40 días de indulgensias I el Exmo. Sr. Dn. Luis de Salzedo Archop.. de Sevilla concede 40 P( ) una ave María ( ) María Por este bienhechor por. Dios. Aº. de 1762 84” (63)
La fecha de 1762 indica el año en que fue traída a la isla por el donante o realizada aquí mismo utilizando copia del grabado que se venera en el templo parroquial de San Millán de Cabrejas del Pinar y en el que también aparece una inscripción de la que se extrajo, en forma resumida, la que aparece en la pintura de Marzagán (64). Este grabado puede datarse fácilmente en atención a que los dos prelados en él mencionados rigieron sus respectivas diócesis en época muy concreta: don Jacinto Valledor y Presno, natural del lugar de Presno, junto al de Plantón en el Obispado de Oviedo (65), ocupó la silla episcopal de Osma desde 1723 a 1730, año de su muerte (66); y don Luis de Salcedo y Azcona, natural de Valladolid, hijo de don Luis de Salcedo y Arbizu (67), ocupó la silla arzobispal de Sevilla desde 1722 a 1741, año en que también falleció (68). Por ello, la obra que se encuentra en Cabrejas del Pinar fue realizada con toda seguridad en la década de 1720; y la de Marzagán en Gran Canaria a inicios de la década de 1760 a partir con toda seguridad de una litografía. La anotación con el año de 1762 indicaría la hechura de la misma y la intención de dedicarle ermita, y el número 84 el año de 1784 en que ésta habría sido concluida.
En 1811 fallece doña Catalina de Lezcano, y su heredero, don José Falcón y Ayala, con motivo de la reclamación que le hizo doña Bárbara Román para que pagase anteriores deudas de la testamentaría, prefirió dejar en abandono la hacienda y la ermita en ella incluida en espera de la resolución del pleito.
Años más tarde, en 1826, don José Hernández propietario de una de las fincas situadas en la zona, expuso al Obispado y al Alcalde Mayor su disposición a hacerse cargo de la administración judicial de los bienes embargados con la intención sobre todo de no continuar privando a los vecinos de Marzagán de los beneficios espirituales que la ermita de Nuestra Señora de la Blanca tenía para los mismos. El nueve de junio de ese año fue nombrado mayordomo y manifestó su intención de proceder con rapidez a realizar las obras de reparación necesarias para impedir su total deterioro.
No obstante, a su fallecimiento en 1839, el Provisor y Vicario General da cuenta nuevamente, vista la solicitud de ayuda del vecindario, de que la ermita “se hallaba en un total abandono, sin celebrarse en ella el Santo sacrificio de la misa...”; por lo que el 4 de mayo del mismo año procede a nombrar como mayordomo al presbítero don Francisco María de Sosa, fraile exclaustrado del convento de San Francisco de Las Palmas tras la desamortización.
El presbítero actúa con presteza en realizar la labor encomendada: el catorce de ese mes recibe las cuatro casas (tres en la calle de los Moriscos y una, de alto y bajo, en la de San Marcos de la ciudad de Las Palmas), propiedad de la mayordomía; el diecisiete visita el pago de Marzagán con la intención de inventariar los bienes de la ermita (69) y comprobar el estado en que se encontraban la misma, las casas y la hacienda (70); en julio comienza las obras de reconstrucción derribando el testero del altar (71) y posteriormente solicita le autoricen para proceder a la total demolición del edificio y su posterior reedificación, con el sobrante del rédito de sus bienes y las cantidades que debían entregar los herederos del último administrador, don Domingo Gil Barreda. A cuatro de ese mes recibe asimismo un terreno en Tenoya y una cuarta de agua de la Heredad, propiedad de la mayordomía.
Por fin, a 9 de julio de 1839 consigue la autorización del Obispado para que “proceda á la reedificacion de su Hermita como lo solicita” (72), debido al mal estado de la construcción.
Pero no por eso abandona su preocupación por la mejora del edificio: en agosto del mismo año compra a don Francisco Riverol una nueva campana por catorce pesos; y el diecinueve de octubre don Domingo Galván cobra a la mayordomía dos pesos corrientes por retocar la pintura de Nuestra Señora y pintar el marco.
Los siguientes años se dedican a la obra de construcción de la ermita, que ya estaba concluida en 1841 (73). Pero, no obstante, pasan los meses, y el 27 de mayo de 1842, don José de Torres, alcalde de barrio de Marzagán, se queja ante el Alcalde Constitucional de Las Palmas, don Bernardo González, de no estar aún celebrándose misa en el lugar. Al año siguiente, don Bernardo comunica a su vez al Obispado la indignación vecinal y solicita se le pida al presbítero que rinda cuentas de lo hecho y comience a decir misa los domingos y días festivos.
Sucesivas demoras, papeleos y solicitudes concluyeron el mes de mayo de 1843 cuando se construyen los poyos de lajas de la plaza pegados a la pared de la ermita y don Agustín Alzola, maestro de carpintería, subió al barrio a colocar el retablo que él mismo “había arreglado” (74). Se adquieren cáliz de plata, casulla, corporales, manteles, etc; y ese mismo mes el presbítero don José Hernández reanuda, por orden del mayordomo, la vida religiosa del barrio. Entre éste y el también presbítero don Juan Diego de Vega se cubrieron en los años siguientes las exigencias espirituales de los vecinos de Marzagán que por esta época ya contaba con 220 casas y se dedicaban al cultivo de viñedo, de “olivos de los denominados de Tartago” y a la siembra de cereales (75).
Las cuentas solicitadas las terminó de rendir doña Rita María de Sosa, hermana del cura mayordomo y promotor de la nueva construcción, en abril de 1847 por haber fallecido éste el 18 de diciembre de 1846, quizá ya agotado por todos los avatares sufridos (76).
El cuadro donado por el soriano don Miguel Marcelino centró el culto en su retablo hasta bien entrado el siglo XX. Posteriormente se trasladó al fondo de la ermita, el retablo se adaptó y en él se colocó la imagen de las Nieves que hoy lo preside y que hasta entonces ocupaba una repisa lateral.
En la actualidad, la advocación de La Blanca se ha transformado definitivamente en Las Nieves, depende eclesiásticamente de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Jinamar, y celebra sus fiestas en el mes de agosto.
Curiosamente, y por decisión del vecindario, la fiesta mayor se celebra el día exacto de su onomástica: el cinco de ese mes, sin trasladarla, como es costumbre en otros lugares, al domingo siguiente.
NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES DE EL PALMAR DE TEROR
La imagen de Nuestra Señora de las Nieves de La Peña es una escultura en madera policromada, de variada filiación artística. Al carecer la advocación de las Nieves de una iconografía específica, desconocemos si la Imagen de La Peña fue venerada como tal desde un primer momento.
Según la historiadora Graciela Santana, con gran probabilidad por su tipología y similitud con otras obras de la misma escuela pudo haber salido de las manos de uno de los discípulos de Jorge Fernández, escultor de gran importancia en esta época que realizó el magnífico Altar Mayor de la Catedral de Sevilla y posiblemente también la talla de la patrona de nuestra diócesis (77). El rostro ovalado y alargado de la Virgen, los carrillos hinchados y la barbilla redondeada, la asemejan mucho a la Imagen del Pino aunque con una factura más tosca:
“Los ojos grandes y oblicuos en los bordes, las cejas finas y sutilísimas. La boca apretada, expresiva y pequeña. Apenas se percibe la suave coloración que sonroja sus mejillas. Todo ello enmarcado por una larga y ondulada cabellera que se divide en mechones cayendo uno por cada lado del frontal de la imagen...El Niño también muestra un cierto parecido. Incluso en la forma de sostenerlo la Madre. La diferencia fundamental está en el lado en el que se encuentra...el Niño aparece en el brazo derecho, resaltando, de este modo, al Divino Infante, detalle que no es demasiado frecuente en las representaciones...” (78)
No obstante lo dicho, las últimas investigaciones la adscriben, al igual que la anteriormente descrita de la villa de Agüimes, a la producción de talleres flamencos de la ciudad de Malinas. Constanza Negrín adelanta asimismo su hechura a principios del XVI, en concreto hacia la década de 1510-1520. La parte trasera de la imagen esta fragmentada desconociéndose si se realizó para desprenderla de un retablo y permitir su introducción en algún nicho de pequeño tamaño como el de la cueva que la acogió hasta el siglo XVII o para, según Negrín, ocultar la frecuente oquedad trasera de estas imágenes. Sea cual sea la explicación, ello determinó el que tanto la espalda como la parte posterior del cabello no existan (79).
Los pliegues del vestido caen de forma holgada y suelta, formando “uves” de tradición bajorenacentista en su caída central, lo que ha observado Graciela Santana como un dato más de similitud con el estilo de la imagen sevillana del escultor Fernández, aunque Negrín aclara que este tipo de plegados es de tradición gótica con raíz eyckiana y que en la imagen del Palmar se presentan en el manto (80).
La imagen procesionaba sobre una peana realizada en el siglo XVIII (81) que alzaba la talla para dar más prestancia y lucimiento a las vestiduras, en unas andas de factura muy simple y rodeada por una ráfaga de rayos plateados que resaltaban la glorificación de la Madre de Dios. En la actualidad lo hace en un trono con palio, realizado con estructura de madera en la carpintería de los hermanos García de Teror y chapado en estaño por los artesanos terorenses Francisco Herrera y Juan Carrasco en 1982, quienes también han ejecutado otros trabajos de gran valor artístico para la patrona de la Diócesis (82).
La imagen de Nuestra Señora de las Nieves al igual que la de Nuestra Señora del Pino y otras, pese a la belleza de su talla estuvo vestida desde sus primeros tiempos, por lo que, también al igual que a ésta, deben colocársele unas manos postizas ya que las suyas quedan ocultas bajo las vestiduras. En el inventario de 1715 con que comienza el Libro de su Mayordomía ya se menciona un manto de raso listado y una corona (83). En 1730 la Imagen tiene un vestido con túnica blanca y manto azul (84), otro con túnica azul y manto verde y dos varas de damasco para hacerle otros dos vestidos (85). Además se compraron por esas mismas fechas una vara de raso blanco y vara y media de damasco azul para vestido y manto, con una varilla y un punzón para fijar la corona a la Virgen. A fines de la década de 1730, culminando el período de mayordomía del presbítero don Bernardo Sánchez del Toro, la Virgen tenía una nueva corona de plata, una caja para guardar los vestidos y telas, un nuevo manto de tafetán pardo y un pendón de “tafetán de españa” blanco con guarnición de borlas y flecos de seda para preceder a la Imagen en sus procesiones. En 1766 ya tiene corona de plata también el Niño, una cruz de oro en una mano y un relicario y cascabelero de plata.
El siglo XVIII fue, como se puede observar, para la devoción popular a la Virgen de las Nieves un momento de auge que al igual que en otros templos también se manifestó en la humilde ermita de La Peña con un crecimiento de las limosnas y las manifestaciones externas de lujo en el culto. Entrados en la siguiente centuria, tal como también ocurriría también en Teror, las circunstancias variaron bastante hasta tal punto que, por documento fechado en 9 de septiembre de 1829 el mayordomo don José García de los Reyes solicitaba al Sr. Obispo don Bernardo Martínez Carnero, como “Mayordomo de la Cofradía de Ntra. Sra. de las Nieves en la hermita del Pago del Palmar”, que dispusiera la donación a la ermita de una casulla verde que en la Iglesia parroquial de Teror sobraba dado que en la del Palmar se carecía de ella para celebrar la misa los días dispuestos por las rúbricas. El obispo aceptó la solicitud y mandó al mayordomo de fábrica de Teror, don Carlos de Quintana, que procediera a lo solicitado (86).
Ya en el siglo XX se realizaron varios mantos y sayas para la Virgen de las Nieves. Uno de singular importancia por estrechar la relación que la une con la Virgen del Pino fue el elaborado por Francisco Herrera y Juan Carrasco en 1982 en los talleres terorenses con los trozos de tela llamada de fallera con la que ambos artesanos realizaron un traje para la Patrona de la Diócesis el mismo año.
El deterioro de la imagen ha sido muy grande durante todos estos siglos debido al maltrato que recibía para prepararla en su colocación en la peana, las coronas y la vestimenta añadida, además de los daños añadidos que ocasionaban las procesiones con motivo de sus fiestas, o más tarde su anual traslado al templo parroquial de Las Huertas. Por ello, fue encargada su restauración a doña Amparo Caballero Casassa y doña Mila Gómez Pablo. La situación de la imagen era ya alarmante y aconsejaba la urgencia de la intervención.
Se realizó un primer estudio organoléptico que descubrió detalles interesantes sobre su estado (87) y otros de singular importancia como que se habían realizado varias actuaciones antiguamente que iban desde el repintado de todos los ropajes ocultando el pan de oro que la cubría anteriormente, excepto en la falda; el descubrimiento de pequeños trozos de tela adheridas sobre la escultura del Niño con el fin de embellecerla; el corte de parte de la falda a la altura de la cintura para facilitar la colocación de los vestidos; o el hecho no documentado hasta ahora de que por razón desconocida la cabeza de la Virgen se desprendió en algún momento del resto del cuerpo, accidente que fue subsanado con la introducción en el interior de la cabeza de un clavo de gran tamaño, descubierto con el estudio de Rayos X (efectuado previamente a la restauración) y el repintado de la escultura en la zona más oculta de las mejillas y el cuello (88).
Posteriormente al proceso de restauración se ha elaborado un pliego de “Condiciones de conservación preventiva” de la imagen de las Nieves. Como normas generales, debe controlarse la temperatura, nivel de humedad, luz, plagas y acumulación de suciedad. Además, no deben colocarse a menos de un metro de distancia ni velas, ni candelas, ni jarros con flores; la imagen debe ser manipulada lo menos que sea posible, sin besamanos, ni limpiezas bruscas de la superficie.
El traslado procesional se realizará asegurando la total estabilidad de la imagen y evitando cualquier exposición a inclemencias del tiempo como la lluvia, el sol o el viento directo (89)
NOTAS DEL CAPÍTULO II
1.- http://www.corazones.org/lugares/italia/roma/maria_mayor.htm.
2.- http://es.geocities.com/mikel_torres/gundemaro.html
3.- ROS CARBALLAR, CARLOS: “La Inmaculada y Sevilla”. Sevilla, 1994, p. 13.
4.-http://ar.geocities.com/magisterio_iglesia/sollicitudo.html:
El Breve“SollicitudoOmmnium Ecclesiarum” del Papa Alejandro VII fue promulgado el 8 de Diciembre de 1661, después de la misa en Santa María la Mayor, “a favor de la sentencia que afirma que el alma de Santa María Virgen en su creación, en la infusión del cuerpo fue obsequiada con la gracia del Espíritu Santo y preservada del pecado original... Antigua es la piedad de los fieles cristianos para con la Santísima Virgen María, que sienten en su alma, que en el primer instante de su creación e infusión en el cuerpo, fue preservada inmune de la mancha del pecado original, por singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de su Hijo Jesucristo, Redentor del genero humano, y que, en este sentido, veneran y celebran con solemne ceremonia la fiesta de su concepción;...”
5.- VV. AA.: “Pintura Barroca 1”.Enciclopedia Grandes de la Pintura, tomo IV, Ediciones Sedmay, 1979, pp. 77 y ss.
6.- http://www.artehistoria.com/genios/cuadros/912.htm
7.- ARTILES, JOAQUÍN: “Agüimes artístico”. Colección Guagua, Las Palmas de Gran Canaria, 1982, pp. 12 y 13.
8.- VV. AA.: Negrín Delgado Constanza, cap. “La Aventura Cristiana”, pp. 155 a 157. Catálogo de la Exposición “La Huella y la Senda”. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias/Diócesis de Canarias, 2004.
9.- CAZORLA LEÓN, SANTIAGO Y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, JULIO: “Obispos de Canarias y Rubicón”, EYPASA, 1997. Para más información sobre este prelado, véase las pp. 217 y ss.
10.- ARTILES, JOAQUÍN: “Un legado de cinco siglos (La villa de Agüimes)”. Las Palmas de Gran Canaria, 1985, p. 73. Véase también en SÁNCHEZ VALERÓN, RAFAEL Y MARTÍN SANTIAGO, FELIPE ENRIQUE: “Génesis y desarrollo de Ingenio durante el siglo XVI”. Ediciones del Ilustre Ayuntamiento de la Villa de Ingenio, 2003, pp. 414 y 472 distintos legados de vecinos de Ingenio a la Virgen de las Nieves en la segunda mitad del siglo XVI.
11.- ARTILES, JOAQUÍN: Op. cit., p. 74.
12.- SUÁREZ GRIMÓN, VICENTE: “La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran Canaria, en la Crisis del Antiguo Régimen”. Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1987, tomo II, p. 653.
13.- “NOBILIARIO”, tomo II, pp. 501 y ss.
14.- OJEDA QUINTANA, J. J.: “La desamortización en Canarias (1836 y 1855)”. Las Palmas de Gran Canaria, 1977, pp. 38 y ss.
15.- El cura catalán don Sebastián Parer y Torrent fue párroco de Agüimes desde 1877 a 1894.
16.- TARAJANO PÉREZ, FRANCISCO: “Memorias de Agüimes 1”. Edición del Ilustre Ayuntamiento de Agüimes, p. 117.
17.- Ibid., p. 118
18.- Aunque existen varias opiniones al respecto, creo que la imagen que realmente salvó del incendio fue la de la Virgen de las Nieves, y puede observarse que en estas coplas el pueblo se refiere a ella como la de la Purísima Concepción, una muestra más de esta traslación de advocaciones que se da con ambas y que explicaría la carencia de datos concretos sobre la imagen en estos años.
19.- TARAJANO PÉREZ, FRANCISCO: Op. cit., p. 100.
20.- “NOBILIARIO”, tomo I, p. 17: “Alonso Fernández de Lugo: hijo segundo de Pedro Fernández de Lugo Señorino y de Doña Inés de las Casas, General, Justicia y Adelantado de las Islas Canarias, Conquistador de la Gran Canaria, La Palma y Tenerife, Capitán General de las Costas de África desde el cabo de Guer hasta el de Bojador, nació en Sanlúcar, y, después de haber servido en jornadas diferentes a los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel, fue Capitán en la conquista de Canaria y llevó a cabo como General la de La Palma y Tenerife”
21.- ARIAS MARÍN DE CUBAS, TOMÁS: “Historia de las siete islas de Canaria”. Real Sociedad Económica de Amigos del País, Las Palmas de Gran Canaria, 1986.
22.- DE LA ROSA OLIVERA, LEOPOLDO: “Estudios históricos sobre las Canarias Orientales”, capítulo X “Francisco de Riberol y la colonia genovesa en Canarias”, p. 261: “El genovés Francisco Palomares (Francesco Palmaro) vino a las islas, procedente de Valencia, de donde era vecino desde 1484, y se dedicaba a la industria y comercio azucareros, entre otras actividades”
23.- RUMEU DE ARMAS, ANTONIO: “Alonso de Lugo en la Corte de los Reyes Católicos”, C.S.I.C., Madrid, 1952, pp. 87 y ss.
24.- JIMÉNEZ SÁNCHEZ, SEBASTIÁN: “La villa de Agaete y su Virgen de las Nieves”. Las Palmas de Gran Canaria, 1945, p. 16.
25.- Aunque algunas crónicas nos aseguran la presencia de la imagen de Nuestra Señora de las Nieves en la isla de La Palma en septiembre de 1492, existen otras versiones que apuntan a una incursión de cristianización desde el Obispado de Telde, un viaje de exploración o búsqueda de esclavos o una incursión esporádica de los normandos que en 1402 comenzaron la conquista (“La Identidad Canaria”, p. 491). Viera y Clavijo, abundando en esta posibilidad de la presencia de una advocación anterior a la conquista de la isla de La Palma, nos habla sobre una bula del papa Martino V de 1424 en la que se hace mención de la existencia de una capilla de “Santa María de La Palma” (“Historia…”, tomo II, p. 327). Mons. José C. de la Paz hace también una prolija recopilación de documentación encaminada a rebatir la hipótesis de la llegada de la Imagen a La Palma con el Adelantado Lugo: (“La Virgen de las Nieves de Agaete, en Gran Canaria y la Virgen de las Nieves de la Isla de La Palma”. La Palma, 1945).
26.- SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, JULIO: “La Merced en las Islas Canarias”. Canarias, 2001, p. 104.
27.- Ibid., p. 106. Apoyamos esta tesis de don Julio Sánchez, aunque en CEBRIÁN LATASA, JOSÉ ANTONIO: “Ensayo para un Diccionario biográfico de conquistadores de Canarias”. Fontes Historiae Canariae, Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 2003, pp. 166 y 167 se cita una escritura del escribano de Tenerife Bernardino Justiniani, de mayo de 1535, en la que se nombra este convento, probablemente no hiciera referencia más que a la ermita y alguna construcción aneja : “… fray Sebastián de Betanços, comendador de la casa e monasterio de Nuestra Señora de Santa María de la Merced, que es en la ysla de Gran Canaria, que se hizo e hedificó por Antonio Cerezo, vecino de dicha ysla, otorga poder que tiene de don fray Alonso de Soria (sic), maestre en Santa Teología e provincial perpetuo que soy de los Reynos e Horden de Nuestra Señora de Santa María de la Merced de Nuestros Reyes e señores por privilegio […] de Sus Majestades, nombra a fray Martín de Bilar, fraile profeso de la dicha orden, el qual pueda yr a la dicha casa y monasterio e residir en ella e celebrar los divinos oficios e administrar […]”
28.- MONZÓN, SEBASTIÁN: Pregón de las Fiestas de Nuestra Señora de las Nieves. Publicado en Canarias 7 los días 4 y 5 de agosto de 1992.
29.- JIMÉNEZ SÁNCHEZ, SEBASTIÁN: “La villa de Agaete y su Virgen de las Nieves”. Las Palmas de Gran Canaria, 1945, p. 25.
30.-VV. AA.: “Historia del arte en Canarias”. Gran Enciclopedia Canaria, Edirca, 1986, p. 71.
31.- Joos Van Der Beke Van Cleve nació en 1485 en Flandes, falleciendo en la ciudad de Amberes sobre 1540. También llamado “Maestro de la Muerte de la Virgen”. Su pintura asimila el estilo del Cinquecento italiano, destacando especialmente como retratista.
32.- CRUZ SAAVEDRA, ANTONIO: “Las artes plásticas en la Villa de Agaete (Gran Canaria): El tríptico flamenco de las Nieves”. Anuario de Estudios Atlánticos nº 36, año 1990, p. 284.
33.- MONZÓN, SEBASTIÁN: Pregón de las Fiestas de Nuestra Señora de las Nieves. Publicado en Canarias 7 los días 4 y 5 de agosto de 1992: En él nos dice que esta misa fue impuesta por doña María de Mujica.
34.- SUÁREZ GRIMÓN, VICENTE: Op. cit., p. 639.
35.- “NOBILIARIO”, tomo I, p. 421.
36.- SUÁREZ GRIMÓN, VICENTE: Op. cit., p. 639. El autor cita el protocolo del escribano José Rodríguez Ferrer, legajo 1517, del año 1717, donde el matrimonio dejó constancia de las obras realizadas en la ermita.
37.- Ibidem.
38.- “NOBILIARIO”, tomo I, pp. 432 y 433 e INSTITUTO CANARIO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS “REY FERNANDO GUANARTEME”. Revista semestral, tomo III, Las Palmas de Gran Canaria, 1987, p. 200.
39.- CAIRASCO DE FIGUEROA, BARTOLOMÉ: “Antología poética”, Biblioteca Básica Canaria, nº 4, introducción de Miguel Sánchez, Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1989, pp. 31 y 32.
40.- GALVÁN TUDELA, ALBERTO: “La fiesta de la Rama”, capítulo 20 de “Los símbolos de La Identidad Canaria”, C.C.P.C., 1997, p. 289.
41.- ARTILES, JOAQUÍN: Op. cit., p. 74.
42.- ARCHIVO PARROQUIAL DE SAN FRANCISCO: Libro 6º de Bautismos, folio 156 v., partida nº 359.
43.- Debo estos datos a la gentileza de don Juan Peñate Suárez.
44.- A. H. D. L. P. (Obispado): Expediente de erección de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Lomo Magullo-
45.- Ibidem.
46.- VERA LASSO, JUAN RAMÓN: “Otra forma de ver la Historia de Canarias”. Gran Canaria, 2001, p. 225.
47.- La villa de Cabrejas del Pinar se halla en la provincia de Soria, situada en una depresión de la Sierra de Frentes o Sierra de Cabrejas, al pie de un cerro que llaman Pico, a una altura de 1.138 metros sobre el nivel del mar. Desde el lugar, mirando hacia el Norte se divisa Urbión, Cebollera y Moncayo y hacia el Sur por al famoso portillo de Cabrejas la Sierra de Guadarrama en el Sistema Central.Su término municipal cuenta con 12.390 hectáreas de las cuales 5.000 son pinares, predominando el pino albar, siendo ésta quizás su riqueza más apreciada; unas 1.000 se dedican a la agricultura (principalmente cereal), el resto pertenecen al monte de sabinas llamado El Enebral de inestimable valor ecológico, sobre todo por la escasez de estas cupresáceas, incluido en la mayor masa forestal de esta especie a nivel mundial.En arquitectura hay que destacar, además de las ermitas de la Blanca y Santa Ana, la iglesia parroquial de San Millán, y los restos del castillo. La primera de ellas se encuentra a media legua del pueblo, al borde de la nacional 234, pero al mismo tiempo junto al pinar. Se ignora desde cuando se venera a la Virgen de la Blanca como Patrona de la Villa. La ermita, que alberga la valiosa imagen del siglo XIII, se construyó sustituyendo a la antigua, data del año 1.818 y fue donada por los descendientes de tres familias (Vadillo, Herrero y Mateo) emigrados a Méjico en el siglo anterior. En su construcción colaboraron todos los pueblos de la concordia y en la actualidad acuden con sus insignias parroquiales a celebrar las fiestas. El tercer sábado de Julio se celebra la romería en honor a Nuestra Señora de la Blanca, a la que acuden los pueblos de la concordia: Talveila, Cubilla, y Muriel Viejo acompañados de sus insignias. El orden en el que concurren fue establecido en año 1.814, para evitar disputas sobre la preferencia y dignidad de Cruces Parroquiales, inicialmente participaban también Abejar, Cantalucia, Herrera y Muriel de la Fuente. Las fiestas se prolongan durante el jueves, viernes, sábado y domingo de dicha semana.
48.- Debo estos datos a la gentileza de don Francisco Oliva Medina, que fuera párroco de San Millán de la Cogolla, en Cabrejas del Pinar.
49.- Don Juan García aparece en el Catastro de Ensenada, realizado en Cabrejas en 1752, como “Juan García, casado, oficio de escribano Rl. del Estado General, tiene un sobrino, un criado y una criada menor de hedad” (A.H.P. de Soria. Sign.: 9.572. Libro 171); en las respuestas particulares aparece como propietario de un prado, una casa de morada en la población y algo de ganado (Datos comunicados por doña Carmen Vázquez Mateo, ayudante del A.H.P. de Soria). Además, él mismo declara que “Gana en cada un año en su facultad de escribano real del número y Ayuntamiento de esta villa, seiscientos reales de vellón.” (A. H. P. de Soria. Sign.: 9.570. Libro 168, h. 1.491 y 1.492). Se hace referencia a este pariente de don Miguel Marcelino, debido a que según declara en su testamento don Juan Manuel Marcelino García, pensaban destinar la herencia que de él esperaban a la ermita de Marzagán (A. H. P. L. P. Protocolos Notariales. Escribano: José Agustín Alvarado. Legajo 1741. Año 1791); posteriormente, por codicilo de 10 de marzo de 1792, declara no haber tal herencia “por haver dejado a su Alma por heredera” (A. H. P. L. P. Protocolos Notariales. Escribano José Agustín Alvarado. Legajo 1742. Año 1792)
50.- A. H. P. L. P.: Protocolos Notariales. Escribano Lorenzo Rodríguez Gómez. Legajo 1602. Año 1757. Folios 298 y ss.
51.- A. H. P. L. P.: Protocolos Notariales. Escribano José L. Hernández Millares. Legajo 1689. Año 1763. Folios 415 y ss.
52.- Ibidem.
53.- A. H. D. L. P.: Consta el matrimonio entre don Miguel Marcelino García y doña Catalina de Lezcano y Mujica al índice del libro 8º de casamientos del Sagrario, pero la partida en sí ha desaparecido debido al deterioro de dicho libro.
54.- La particular devoción que tienen los sevillanos por Nuestra Señora la Blanca viene desde que en 1391, a raíz de las matanzas de judíos producidas en Sevilla el 6 de Junio de ese año, dos de las tres sinagogas de la ciudad fueron expropiadas y convertidas en templos cristianos: uno dedicado a la Santa Cruz, y el otro a Nuestra Señora de las Nieves, vulgarmente llamada la Blanca. Debo estos datos a la gentileza de don Carlos Ros Carballar, periodista, estudioso e historiador de distintos temas relacionados con la ciudad de Sevilla. Pero en realidad, como puede comprobarse, don Miguel no era natural de Andalucía.
55.- A. H. P. L. P.: Protocolos Notariales. Escribano: Juan Reyes de Cabrera., legajo 1862, año 1783, folios 47 v, 59 y ss.
56.- A. H. P. L. P.: Protocolos notariales. Escribano: Juan de Zubiaga, legajo 1673, año 1763.
57.- SUÁREZ GRIMÓN, VICENTE: Op. cit., tomo I, p. 204.
58.- A.H.P.L.P.: Protocolos notariales. Escribano: Juan Reyes de Cabrera, legajo 1862, año 1783, folios 47 v., 59 y ss.
59.- A. H. D. L. P.: Libro 5º de enterramientos del Sagrario, folio 192.
60.- CAZORLA LEÓN, SANTIAGO Y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, JULIO: “Obispos de Canarias y Rubicón”, EYPASA, 1997. Para más información sobre este prelado, véase las pp. 329 a 332.
61.- A. H. P. L. P.: Protocolos Notariales. Escribano Juan Reyes de Cabrera, Legajo 1862. Año 1783. Folios 47 v, 59 y ss.
62.- “20 Santuarios Marianos en la Diócesis de Osma-Soria”, Edición del Obispado de Osma, p. 7: “una talla policromada del siglo XIII o XIV. Representa a la Madre de Dios sentada en un trono y sirviendo a su vez de trono al Niño Jesús, que se sienta sobre su rodilla izquierda mientras extiende la mano derecha en actitud de bendecir.”
63.- Transcripción del texto que aparece en la pintura de Santa María la Blanca, de Marzagán.
64.- Texto de la litografía.
65.- LOPERRÁEZ CORVALÁN, JUAN: “Descripción histórica del Obispado de Osma con el catálogo de sus prelados”, Madrid, 1788, p. 558. Edición facsímil de Ediciones Turner, 1978.
66.- NÚÑEZ MÁRQUEZ, VICENTE: “Guía de la Catedral del Burgo de Osma y Breve historia del Obispado de Osma”, 1949, p. 204.
67.- GONZÁLEZ DORIA, FERNANDO: “Diccionario Heráldico y Nobiliario de los Reinos de España”, Editorial Bitácora, Madrid, 1987, p. 145: Don Luis de Salcedo y Arbizu fue Caballero de Alcántara. El 3 de noviembre de 1692 el rey Carlos II le concedió el título de Conde de Gómara.
68.- ROS CARBALLAR, CARLOS: “Los Arzobispos de Sevilla. Luces y sombras en la sede hispalense”, Sevilla, 1986, p. 210.
69.- A. H. D. L. P.: Expediente de la Mayordomía de Santa María la Blanca de Marzagán, folio 9. Al mismo aparece el siguiente inventario: Un cuadro que representa a Ntra. Sra. la Virgen Blanca con un velo para cubrirlo; una campana; una cruz pequeña, una efigie pequeña de San Juan Bautista, una efigie de Nuestra Señora con su Niño, una piedra de ara, todo sobre el altar; un frontal para el altar de madera pintado de colores y con mantel de muselina basta; un atril; dos pequeños candeleros de metal amarillo; dos lamparines de bronce; dos vinajeras de cristal sin platillo; una campanilla sin badajo. En el cuerpo de la iglesia: una lámpara de peltre; seis cuadros de distintas advocaciones, dos bancos de tea sin espaldar; una pila de cantería azul para el agua bendita, una silla de brazos de mediano uso y una tarima de tea. En la sacristía: una mesa vieja con su cajón y una silla de brazos con su rejilla para confesionario, sin asiento. No aparecen vasos ni ornamentos sagrados.
70.- A. H. D. L. P.: Expediente de la Mayordomía de Santa María la Blanca de Marzagán, folio 10: Encontró las casas amenazando ruina y las cercas de los terrenos destruidas en muchas partes.
71.- A. H. D. L. P.: Expediente de la Mayordomía de Santa María la Blanca de Marzagán, folio 15 : Don Francisco de Sosa expone que ha dado principio a la reconstrucción “derribando el testero del altar qe. se hallaba rendido ý proximo á caer. Pero acontece qe. los Maestros encargados de la obra advierten qe. el frontis ý la mayor parte de las paredes colaterales se hallan en muy mal estado y espuestas a venirce al suelo mayormente ahora qe. le falta el estribo del testero derrivado, ý opinan deverce hacer desde simientos pª evitar desgracias qe. pudieran ocacionar si se viniesen al suelo hallándose la Hermita ocupada pr. los vecinos”
72.- Ibidem.
73.- La reedificación de la ermita y la composición de las casas tuvieron un costo total de 534 pesos, 7 reales de plata y 9 cuartos y medio.
74.- Con respecto al retablo de la ermita de Marzagán hay notas contradictorias en el expediente estudiado. Si bien en julio de 1842 se refiere el mayordomo al mismo como que “no se ha concluido”, dando a entender que se estaba fabricando; su tipología artística y la mención que asimismo se hace al año siguiente de que “se había arreglado” se puede interpretar como que es un trabajo anterior adaptado por don Agustín Alzola al nuevo espacio.
75.- MADOZ, PASCUAL: “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar”. Madrid (1845-1850). Edición facsímil de “Canarias”, Ámbito Ediciones S.A., 1986, p. 146.
76.- A. H. D. L. P.: Debo a la señorita María José Otero, encargada del Archivo Histórico Diocesano, el haberme ayudado a encontrar estos fondos y las facilidades dadas para su consulta.
77.- HERNÁNDEZ SOCORRO, MARÍA DE LOS REYES Y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, JOSÉ: “La iconografía de la Virgen del Pino”. Capítulo 9 de “El Pino. Historia, tradición y espiritualidad canaria”. Editorial Prensa Canaria, 2002, p. 130.
78.- GARCÍA SANTANA, GRACIELA: “Imágenes marianas en Canarias”. Tesis inédita.
79.- A[RCHIVO] P[ARROQUIAL] DEL P[ALMAR]: Informe de Conservación y Restauración de la Imagen de las Nieves. En el “Comentario histórico e iconográfico” adjunto, realizado por doña Maite Aldunate Ruano destaca que la imagen “estaba en su origen totalmente dorada como así el retablo del que formaba parte, pero posteriormente fue repintada con los colores mencionados antes, probablemente al desprenderse del retablo”. La restauración ha respetado estas pinturas posteriores por estar realizadas desde que la imagen está exenta y expuesta al culto y NEGRÍN DELGADO CONSTANZA, cap. “La Aventura Cristiana”, pp. 155 a 157. Catálogo de la Exposición “La Huella y la Senda”. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias/Diócesis de Canarias, 2004.
80.- GARCÍA SANTANA, GRACIELA: Op. cit.; y NEGRÍN DELGADO CONSTANZA, cap. “La Aventura Cristiana”, pp. 159 a 161. Catálogo de la Exposición “La Huella y la Senda”. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias/Diócesis de Canarias, 2004.
81.- Constan en el “Libro de Mayordomía” varias peanas a lo largo del siglo XVIII.
82.- La última labor llevada a cabo por este singular artesano para la Virgen del Pino ha sido el manto de seda roja bordado en plata encargado por su camarera y estrenado el 3 de septiembre de 2002.
83.- A. P. T.: Libro de Mayordomía de la Ermita de las Nieves, f. 6 r.
84.- ROS CARBALLAR, CARLOS: “La Inmaculada y Sevilla”, Edit. Castillejo, Sevilla 1994, p. 278: El autor cita a Francisco Pacheco, que en su “Arte de la Pintura” nos indica el origen de la iconografía de estos colores: “Hase de pintar con túnica blanca y manto azul, que así apareció esta Señora a doña Beatriz de Silva, portuguesa, que se recogió después en Santo Domingo el Real de Toledo a fundar la religión de la Concepción Purísima, que confirmó el papa Julio II, año de 1511”.
Santa Beatriz de Silva (1424-1491) fue canonizada por el papa Pablo VI el 3 de octubre de 1976, y fue la que extendió la iconografía de la Concepción con los colores referidos, por habérsele aparecido en sueños la Virgen vestida con ellos. En la homilía de su canonización, Pablo VI insistía en que la “blanca limpieza de la Virgen” fue siempre el ideal de toda la vida de la santa.
85.- A. P. T.: Libro de Mayordomía de la Ermita de las Nieves, f. 13 r.
86.- A. P. T.: Carpeta de documentos varios. Sin foliar.
87.- A. P. P.: Informe de Conservación y Restauración de la Imagen de las Nieves.
88.- Ibidem
89.- A. P. P.: Informe de Condiciones de Conservación Preventiva. Virgen de las Nieves, El Palmar. Amparo Caballero Cassasa.
José Luis Yánez Rodríguez
Cronista oficial del a villa de Teror
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