Sánchez, un estratega político, de talla excepcional
Vamos a ceñirnos en la realización de un recorrido por las estrategias que, según mi parecer, llevaron a cabo dos de las formaciones políticas más importantes de nuestro país, y que gobernaron el mismo, en algunas de las etapas de la historia de España.
Comencemos haciendo referencia en primer lugar a la estrategia del actual primer partido de la oposición; una estrategia, que a mi modo de ver, empezó con la legislatura que termina, y en la que, parece ser, que, presuntamente, se fijaron como objetivo prioritario, el acoso y derribo de su primer adversario político y líder del PSOE; procurando para ello, crear un ambiente que les favoreciera, especialmente, a base del machaqueo político y mediático, de un discurso difundido por toda la población española, que le había dado resultado con Felipe González, también con Zapatero, pero, por lo visto, no, del todo, con Pedro Sánchez; el ambiente favorable que crearon fue tal, que nadie daba por ganador al PSOE, ni en los sondeos, ni en los medios, ni a pie de calle; de hecho, el entonces candidato, Pedro Sánchez, actual presidente de nuestro país, no ganó en las elecciones generales del domingo, 23J; pero, sin embargo, los resultados de las elecciones, se celebraron como si hubiesen salido victoriosos; y no fue solo, por el hecho, de que sobre el papel, tenga, ahora mismo, más opciones de formar gobierno, que quien las ganó; sino también, porque superó las expectativas de voto que le había adjudicado ese poder tan apabullante que tiene la derecha, con el dominio casi absoluto de la mayoría de los medios de comunicación; y fue tan grande la superación de las expectativas que provocó el hecho de que se pasara, de un escenario, en el que se pronosticaba que perdería votos y escaños, a otro, en el que no solo, mantuvo los escaños en el Congreso de los Diputados, sino que los aumentó.
Y yo creo que, si hay algo que importa, casi tanto, como los votos que se obtienen en las urnas, ni que decir tiene, que son las expectativas habidas, antes de las elecciones, sobre cuántos serán y cómo se gestiona la posibilidad de conseguir lo que se pretende; y la de Sánchez, como decíamos, según, los sondeos, los medios, y a pie de calle, no invitaba precisamente al optimismo; y fue aquí, según mi parecer, donde, el líder del PSOE, empezó a aplicar parte de su estrategia, haciéndole saber a sus votantes, antes de las elecciones, que había que movilizarse acudiendo a las urnas, para contrarrestar la ventaja con la que partía el adversario; y los votantes del PSOE, ante la expectativa, de un gobierno de derechas del PP, con el apoyo de la extrema derecha de Vox, acudieron en ayuda de su candidato; por el contrario, y al propio tiempo, el PP, después del cara a cara, entró en la ola victoriosa de que no solo iba a ganar al adversario, sino que lo iba a devastar; y, a mi juicio, fue ello, lo que les llevó a confiarse y a adoptar una actitud más pasiva, durante el periodo de tiempo que restaba hasta la finalización de la campaña; pero a Pedro, no le fue suficiente con la aplicación de la estrategia que ya había empleado; a saber, estas elecciones estaban previstas para diciembre de este año; pero, tras los resultados de las elecciones municipales de mayo, en las que el PP, ganó, al haberse favorecido, por la desaparición de ciudadanos (a quien engulló) y por la abstención (que casi siempre favorece a la derecha), Sánchez anunció el adelanto de las elecciones generales, para julio; dicho sea de paso, un mes inusual en nuestro país, para celebrar elecciones, y con un escaso margen de tiempo para organizarse; yo fui uno, de los que pensó, que esa decisión suya, iba a jugar, en su contra; en tanto que, era previsible una mayor abstención del votante de izquierdas, ya que, entre los de izquierdas, abundan los críticos con sus partidos, a lo que se unía, el mes inusual para votar; y además, este votante, suele percibir la abstención, como una opción electoral legítima: y por el contrario, los votantes de derechas, por razones ideológicas, son en su mayoría más disciplinados y tienen mayor resistencia a la abstención; pues bien, está claro, que su decisión de convocatoria, acabó por beneficiarle, porque internamente, no hubo tiempo para que nadie le disputara el liderato, ni para que interviniera en la organización del proceso electoral; y aunque el tiempo era escaso, fue el suficiente, para que se conformaran los nuevos gobiernos locales y de las Comunidades Autónomas salidos de las elecciones de mayo pasado, muchos con el PP y Vox en coalición; e hizo ver, en directo al electorado, tomando como referencia algunas de las actuaciones de PP, y Vox, en las CCAA, donde gobernaban, que un gobierno de coalición PP, Vox, a nivel nacional, sería un calco y mucho más, de lo que ya estábamos viendo en las CCAA, porque tendrían potestad para derogar y elaborar leyes; y fue mayormente aquí, según mi apreciación, donde estuvo el meollo de la cuestión, porque el mensaje de Sánchez, al electorado fue recibido y entendido por éste. El electorado se apercibió de que el mensaje de Sánchez no era ficticio, porque la ultraderecha ya estaba actuando a través de las CCAA, donde gobernaba, y eso ayudó al PSOE, a erigirse en la alternativa a la ultra derecha.
El electorado del PSOE, es mayormente, un voto de militantes y simpatizantes, y el mensaje de que el previsible gobierno de coalición de PP, y Vox, iba a destruir las políticas socialistas, caló hondo, y ello, a mi entender, conllevó a la movilización del electorado de izquierda.
Para acabar, en mi opinión, pienso, que la derecha ha sido víctima de su propia propaganda; y que, sin la hegemónica influencia de la derecha en los medios de comunicación, estoy segurísimo de que la movilización de la izquierda habría sido aún mayor; la mayoría de estos medios, están bajo el control de la derecha; la prueba la tenemos, o la tengo, en lo lejos que estaban sus encuestas de la realidad.
Esta campaña, ha sido para mí, la campaña de las mentiras; y la mentira más grande de todas fue dar por hecho que la izquierda no tenía nada que hacer; y que ya era inevitable, un Gobierno del PP con Vox.































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