OFRENDA DE LA FIESTA DEL AGUA EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS CUARENTAAntes de que iniciando la década de los ochenta del pasado siglo, los pregones de las Fiestas del agua se hicieron actos fijos con las proclamas que don Vicente Suárez Grimón, don José Juan Rodríguez Yánez y don Florencio Naranjo Lantigua hicieran consecutivamente de 1981 a 1983; hubieron concretas ocasiones en las que personalidades de la Villa pregonaron las mismas sin que ello significara una secuencia ininterrumpida sino más bien esporádica.
Basten como ejemplo dos extraordinarias piezas, tan literarias como sacras en este sentido.
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El 29 de julio de 1957, las Fiestas del Agua -ya predecesoras por entonces de los días del Pino- comenzaron con una solemnísima función con canto de Tercia y Misa a toda orquesta, en la que ocupó la cátedra don Francisco Rodríguez y Rodríguez, que cantó las glorias de la Virgen y la devoción a la misma.
Luego, la solemne procesión con la carroza San Isidro Labrador que presidia la Hermandad Sindical de Labradores y ofrenda de las primicias, las primeras cosechas ante la Virgen en la puerta del templo. La feria de ganados y los aplaudidos fuegos artificiales quemados por la noche, con concierto de músicos de Las Palmas dirigidas por don Domingo Peña Alonso el fútbol con personajes como Molowny o Silva completaron el programa de festejos.
Todo ello dentro del malestar y perjuicio que las sucesivas plagas de langosta de aquellos años traían para los sufridos agricultores y que también se tenían en cuenta en las rogativas de las Fiestas del Agua.
Pero, además tal como glosara el cronista, tuvieron un doble pórtico pregonero: el sacro al que nos hemos referido y el civil que desde el ayuntamiento tuvo su representación destacada en la figura de don Manuel Lantigua Pérez; quien “a pesar de su vida de trotamundos, tuvo calor y emoción, y tuvo altura, cantando la valía, la gracia y preeminencia del agua”
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Don Manuel Lantigua era tío de don Florencio Naranjo y realizó otro pregón de sagradas referencias, donde aparecieron las inmensas aguas de los días de la Creación; las aguas mansas del pozo Siquem de la Samaritana, para terminar anhelando las aguas de la vida eterna.
Al año siguiente, el brillante azul del cielo veraniego sirvió de fondo al ondear de la bandera que desde el domingo final de julio, en medio de voladores, fue puesta en lo alto de la fachada de la Basílica.
Desde la víspera del sábado (la Fiesta del Agua por entonces ocupaba sólo un domingo) las calles quedaron engalanadas con los colores de las banderas que colgaban sobre la calle principal y la Alameda. Tal como destacara el periodista Pablo Hernández, por la mañana hubo feria de ganados en las inmediaciones del cementerio; luego, al terminar la misa de doce, hizo su entrada una banda que luego acompañaría al trono del Patrón San Isidro y grupos de jóvenes vestidas con trajes típicos acompañaban a la carreta con cestas llenas de frutas y verduras, calabacines, espigas de trigo, plantas de millo, etc.
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Al igual que el año anterior, pregón, concierto, desfile de ganados, música y fuegos hicieron la fiesta.
Una semana antes, desde el ayuntamiento y con altavoces hacia la Alameda don Jaime Quintana Nicolau, pronunció el pregón.
El joven era sobrino de Ignacio Quintana Marrero y realizo un pregón que mezcló la literatura con lo histórico, en el que comenzó afirmando que “con el advenimiento de la estación estival se aproxima una de las más típicas efemérides del calendario: la fiesta de acción de gracias en la que los labradores de esta Villa ofrendan y rinden pleitesía a su Santísima Madre la Virgen del Pino por las mercedes y favores que Ella ha derramado sobre sus campos que se conoce por la Fiesta del Agua”
El Génesis, las aguas del Edén, el primer pecado y su redención por el trabajo, y al fin la bondad de Dios concediendo dos elementos primordiales para la subsistencia: la fertilidad de la tierra y el agua que habría de alimentarla, adornaron las primeras palabras de aquel pregón, para pasar a hablar luego de la sequía, “el terrible fantasma que persigue a los pueblos, que seca los campos hasta convertirlos en yermos, que aniquila a hombres y animales y hace que el caos y la desolación cunda por todas partes”.
Quintana Nicolau terminaba por afirmar que los hombres y mujeres de la Villa de Teror ante estas desesperaciones habían decidido secularmente acudir en trances similares a su venerada Madre para que ella intercediera ante su Divino Hijo y cesara el castigo de que tan acreedores se habían hecho.
Dijo, que después de una de estas milagrosas intercesiones que se hallan recogidas en el Libro de los Milagros que se custodia en el Archivo parroquial y que contiene una larga teoría de hechos sobrenaturales en los que nunca falta el sello de la ternura desbordada de la Madre hacia los hijos, se instituyó una fiesta a la que se dio en denominar Fiesta del Agua, afirmaba Quintana Nicolau.
En aquel pregón terminó afirmando que las Fiestas del Agua eran una llamativa nota de hondo sabor y alegría a la que prestaban realce los vistosos y policromos trajes típicos, “portados gentilmente por bellas señoritas que llevaban en sus airosas cabezas los ubérrimo frutos de la madre tierra”
Dicho de una manera u otra, se notan en ambos pregones, las tradiciones, los fundamentos que siguen sustentando las anuales Fiestas del Agua de la Villa de Teror. Esa relación con lo rural se apreció aún más a partir de que la Hermandad de Labradores constituida el 3º de julio de 1944 comenzara a encargarse de la organización de las Fiestas del Agua por acuerdo del Ayuntamiento de la Villa, aunque dejando siempre clara su intención: la acción de gracias de los labradores terorenses a su Patrona por la protección otorgada durante el año a sus cultivos, a la que anualmente ofrendaban las primicias de sus tierras que colocaban humildemente en una mesa ubicada para tal fin en el pórtico de la Basílica.
Pero sería un hecho ajeno totalmente a la Hermandad lo que variaría ya para siempre el sentido tradicional y secular de las Fiestas del Agua: la creación de la Romería del Pino. Quedaron tan impresionados los miembros de la directiva de la Hermandad por la vistosidad de la misma, por su entronque campesino -sobre todo Florencio Naranjo, presidente de la misma- que, aprovechando una visita a la península y a Roma por parte de Antonio Socorro Lantigua, su presidente le encargó que trajera una imagen de San Isidro para encabezar a partir de entonces las Fiestas. La imagen fue pagada por don Florencio y bendecida por Monseñor Juan Alonso Vega, delante del edificio hoy ocupado por la ferretería de la familia González en el Paseo González Díaz hace siete décadas, el 26 de julio de 1953. El carpintero Manuel Henríquez y su eterno ayudante en estos menesteres, Prudencio Alfonso, prepararon la primera carreta y ahí comenzó el nuevo camino de estas fiestas y su desarraigo con la intención primigenia que las había creado siglo y medio antes.
Sus claros orígenes: la relación de la agricultura con la vida y la presencia de la Virgen del Pino como mediadora para que esa relación se mantuviera fructífera y productiva en bien de los terorenses.
Su vistoso y pujante presente: una fiesta de tradición y modernidad con una romería que hoy aunará a todos los barrios de Teror en torno a la imagen de San Isidro, Patrón de Labradores, que cumple setenta años de presencia en dicha fiesta.
José Luis Yánez Rodríguez
Cronista Oficial de Teror
PREGONEROS/AS DE LA FIESTA DEL AGUA (1981-2023)
Vicente Suárez Grimón (1981)
José Juan Rodríguez Yánez (1982)
Florencio Naranjo Lantigua (1983)
Juan Alberto Sánchez Montesdeoca (1984)
Antonio Peña Rivero (1985)
Luis Martínez González-Palenzuela (1986)
Vicente Hernández Jiménez (1987)
Mª del Pino Ortega Déniz (1988)
Rafael Lezcano Pérez (1989)
Gonzalo Ortega Ojeda (1990)
Luis Peña Quintana (1991)
Cipriano Acosta Navarro (1992)
Domingo Hernández Peña (1993)
Piedad Alarcón García (1994)
José Carlos Domínguez Afonso (1995)
Herminia Naranjo Hernández (1996)
Nicolás Sánchez Grimón (1997)
Juan Antonio Hernández Navarro (1998)
Goretti Caballero Arencibia (1999)
Sergio Sánchez Rivero (2000)
Juan Salvador León Ojeda (2001)
Juan José Jiménez (2002)
Pedro Luis Domínguez González (2003)
Eusebio Bravo Páramo (2004)
Pino Nuez Pérez (2005)
José Luis Yánez Rodríguez (2006)
Carmina del Rosario Pérez (2007)
Armando Rodríguez Ojeda (2008)
Isabel Guerra Sánchez (2009)
Ángel Rafael Grimón Cabrera (2010)
Rosa Mª Quintana Domínguez (2011)
José Antonio Quintana Melián (2012)
Juan José Laforet Hernández (2013)
Luis Larry Álvarez Cardero (2014)
David Naranjo Ortega (2015)
Talio Noda (2016)
Soledad Ramos Carracedo (2017)
José Francisco del Rosario (2018)
María del Pino Sánchez González (2019)
Pilar Rodríguez Pérez (2021)
Ramón Medina Cabrera (2022)
Fernando Suárez Falcón (2023)
(Fuente: www.teror.es y hemeroteca)































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