
Imaginen, es gratis y reseña una situación casi increíble pero del todo cierta.
Un ciudadano cualquiera coge su coche para ir a tirar tres pequeños objetos, que pueden ver en la fotografía que encabeza este artículo, al punto limpio, impulsado sobre todo por la concienciación de la Ecoisla, empleando su tiempo, su transporte y sus creencias medioambientales.
Al llegar al punto limpio de Santa María de Guía se dan las buenas horas a las que el empleado del lugar ni tan siquiera responde.
Para poder acceder al recinto se nos pide identificación, con el DNI y la matrícula del vehículo. Una vez identificado pregunta, ¿qué va a tirar?
Procedemos a mostrar los tres objetos que muestra la fotografía y seguidamente se nos dice: "no lo puedo recoger pues el contenedor está lleno".
Nuestro asombro es mayúsculo, pero aún así se le pide si se puede arbitrar alguna otra solución contestando que no la hay, que la misma pasa por volver otro día y con la suerte debida el contenedor no está lleno.
Un poco confundidos, por llamarlo de alguna manera, intentamos dejar constancia a través del libro de reclamaciones la situación vivida, a lo que se nos responde que el mismo no existe y que si queremos poner alguna queja nos dirijamos directamente al Cabildo Insular de Gran Canaria.
Ante esta situación, y previa identificación anterior, se pide la justa correspondencia identificativa del empleado y servidor público, con el único objeto de hacerlo constar en la reclamación que pensamos dirigir a la institución responsable, el Cabildo Insular de Gran Canaria, por supuesto, se niega, añadiendo que él no tiene por qué identificarse, sin embargo, nosotros si, desde el minuto uno de este relato.
Realizando una somera reflexión podemos apreciar como, los ciudadanos pagamos ese servicio, sin embargo, parece que te están haciendo un favor, no se ofrecen ningún tipo de facilidades, pues parece que ellos, los políticos, los que ponen la norma, hacen lo que les da la gana, se han llegado a creer una clase especial y acuden más veces de las necesarias a imponernos normas estúpidas desatendiendo los servicios, sin importarles que las cosas funcionen o no, al fin y al cabo, el ciudadano traga, no se queja, acepta calladito y si queremos protestar, te lo ponen lo más difícil posible para que no lo hagas.
No obstante, y a pesar de los impedimentos, seguiremos siendo activistas medioambientales convencidos, de verdad, no de cara a la galería, pero que no nos pidan que sigamos dando vivas a la Ecoisla, para la mayor pompa y boato de un equipo de mediocres.
Tranquilidad ciudadanos, todo va muy bien, esto no funciona pero tiene gracia y para finalizar imaginen ya saliendo que a las puertas del recinto se acumulan materiales abandonados que decoran, no de forma agradable las puertas del recinto, pero que no son recogidos pues de la puerta del recinto hacía fuera nada incumbe al servicio que está de puertas adentro.
Lo dicho, alucinante, así funcionan las cosas, pero ojo, no por ello vamos a hacer las cosas mal y con campechana paciencia volveremos otro día, con la ilusión, el deseo y la esperanza de que el contenedor no esté lleno.
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