(133). LA BRISA DE LA BAHÍA. Parque de San Juan

Hay cosas, hechos y lugares que siempre nos sorprenden. Por ejemplo, el Parque de San Juan, en Arucas, donde tantas veces repartimos el sudor de la alegría y las carreras infantiles en las interminables tardes de verano, cada día parece conseguir una nueva dimensión no solo para señalar y reivindicar su clara presencia sino que, además, se convierte en fiel testigo de la historia local y personal de tantos aruquenses que en los últimos tiempos han arribado a su orilla. El Parque de San Juan es como el Puerto de llegada, donde atracar después de la aventura. O iniciar la singladura.

Además, ofrece oportunidades infinitas y, cuando vive en silencio, dormido aparentemente, ejerce su papel como nadie y es capaz de regalarnos imágenes insólitas ante nuestra torpe mirada. Por eso la imagen que acompaña este comentario no pretende otra cosa que mirar con tranquilidad, pachorra y detenimiento, con el fin de disfrutar, después de verificar, la valla que siempre lo ha delimitado y percatarnos, también, de su movimiento sombreado sobre la desgastada piedra azul: no hay mayor alegría que ofrecer, acaso regalar, ese dibujo artístico que se prolonga en los días soleados, donde la perfecta simetría de las sombras tratan de igualar, y agrandar, la verdadera realidad.

Es el Parque de San Juan un espacio que, además de ser homenajeado permanentemente, debe ser siempre recordado: su aportación a la historia local es muy significativa. Y si el espacio es muy importante, no lo es menos el paisanaje que en cada época ha sido y lo ha identificado, donde ha sabido mostrarse con entereza y saber estar. Estos tiempos de ahora son los mismos que los de antes: los cambios precisos, las modas actuales y, en el fondo, la misma algarabía infantil que parece renovarse cada semana: dale a un niño espacio donde correr y se adueñará de todo: la importancia permanente del juego y la diversión es muy trascendental.

Para eso, entre otras tantas actividades, nacieron los parques.

Y el de San Juan, en Arucas, cumple perfectamente su papel.

Juan FERRERA GIL