
“Aquel rincón, lleno de soledad en invierno, en las alargadas tardes de verano, lo disfrutábamos al fresquito donde lo divino y lo humano surgían en cada palabra y en cada mirada.
Es curioso cómo esta esquina se transforma en verano y es tan fría y llena de silencio en invierno. Está visto que somos animales de costumbres, según las estaciones. Siempre sucede que la tristeza nos acogota y nos sacude el alma cuando algún vecino ha optado por cambiar el lugar de la tertulia. Como al principio contamos todavía con su presencia, su ausencia se agranda para echarlo más de menos: su modo de hablar, sus chistes, sus vivos ojos, su socarronería y su buen hacer. Hasta que el inevitable paso del tiempo, cada vez más visible, consigue que el olvido se asiente casi definitivamente.
Y volver a empezar.”
Juan FERRERA GIL
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