Retorno a 1939...
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Llevamos un tiempo asistiendo a una profunda degradación de la sociedad civilizada, entendiendo como tal y según marca la RAE un comportamiento educado y correcto. El respeto a las ideas de los demás se está perdiendo, así como la tolerancia, los valores, los Derechos y las libertades. Y todo ello debido a la influencia que ejercen sobre una buena parte de la población personajes deleznables como Donald Trump, Giorgia Meloni, Viktor Orbán o Santiago Abascal, entre otros…
Y todos ellos tienen un denominador común, aunque intenten no mencionarlo: Fascismo. Esa forma de totalitarismo antidemocrático ultranacionalista y de extrema Derecha que tan bien les funcionó en el pasado a dictadores genocidas como Benito Mussolini, Adolfo Hitler o Francisco Franco. Aunque los dos últimos, en su arrogancia, personalizaron su ruindad fascista cambiando el nombre a nazismo y franquismo. Mismo perro con distinto collar (por cierto nunca mejor dicho lo de perros)…
Los líderes fascistas actuales (iba a escribir «modernos», pero ideologías tan retrógradas como las suyas no pueden recibir ese adjetivo) intentan, y algunos lo consiguen, llegar al Poder haciendo uso de la Democracia que tanto desprecian y que eliminarían de poder hacerlo. Saben que esa es la forma en la que Hitler llegó al Poder. Y saben también que admitir su ideología fascista puede acarrear cierto rechazo, por lo que procuran definir sus proyectos como Derecha natural o Extrema Derecha o ultraderecha. Pero tengámoslo claro: si piensas como un fascista, hablas como un fascista y actúas como un fascista, sencillamente eres un fascista…
Decía Miguel de Unamuno: «Lo que los fascistas odian es la inteligencia«. Y así es, porque intentan captar sus fieles en las mentes más simples, las más manipulables, las que prefieren que alguien piense y decida por ellos sin cuestionarse nunca si lo que decide «su líder» es o no correcto. Los que defienden «ideas» arcaicas y tienen miedo del empoderamiento de la mujer porque así se sentirían «agredidos». Los que creen que los inmigrantes «vienen a quitarnos el trabajo». Los que rechazan cualquier tipo de orientación sexual diferente…
Los que siguen defendiendo aquel «Vivan las caenas» de 1.823 que devolvió al peor monarca que jamás ha habido (Fernando VII) al trono acabando con el Trienio Liberal. Los que prefieren tener un amo que les de mala vida antes de tener que buscársela por sí mismos. Los que, como Paco el bajo, en Los Santos Inocentes, prefieren ejercer de perro olisqueador para el «señorito» Iván y vivir humillados. Mentes ignorantes, malvadas o desmemoriadas, en suma…
En algunos casos intentan (al menos inicialmente) disimular su fascismo, pero, con el tiempo se van empoderando. Ahí está Abascal que ya dice abiertamente (no es que antes hubiera ninguna duda, desde luego) que «Los que defienden la obra de Franco tienen cabida en Vox«…
La «obra» de Franco: una dictadura cruel y sanguinaria, con más muertos a sangre fría una vez terminada la guerra que durante ésta. Una represión sin límites. Un apoyo incondicional a Hitler y Mussolini (los que le ayudaron a ganar la guerra que él inició al fracasar el Golpe de Estado). Un lavado de cerebro a toda la sociedad de la época. Una miseria generalizada debido a sus desmanes y a su estúpida autarquía…
Y ahí tenemos al Partido Popular, que ha pasado de decir que no pactaría con Vox a compartir Gobiernos con el partido fascista incluso donde puede gobernar en solitario. Una formación condenada por corruppción hasta en tres ocasiones (por ahora) por la Justicia y que sabe que para gobernar necesitará a Vox. A tal punto que ya estamos viendo las exigencias de los fascistas allá donde han pactado…
Ahora tenemos la oportunidad de pararles los pies, yendo en masa a votar y dando nuestro voto a fuerzas progresistas estatales o de las distintas nacionalidades que conforman el Estado español (la que cada uno decida). Porque lo que está en juego no es solo un cambio de Gobierno estatal, sino el avanzar en el siglo XXI o retroceder a una de las más oscuras épocas de nuestra historia…
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