
“Cuando iniciamos el sendero, que más adelante se convertiría en camino amplio y saludable, no entendíamos nada de la denominada “precariedad laboral”: dos palabras que sonaban lejanas y a chino mandarín.
Pero cuando notamos el daño que nos provocaba en los primeros trabajos remunerados que percibíamos, comprendimos que había de todo: gente que explota y gente explotada, esclavizadores y esclavos. Y todo ello en pleno siglo XXI. De lo que dedujimos que las palabras engañan, ocultan realidades y dramas, como si, con recurrente dolor, el Réquiem de Mozart escucháramos.
Así que el primer sendero tardó años en abrirse, como siempre sucede. Para cuando nos dimos cuenta del camino que recorríamos, ya teníamos dos hijos. Pero esta es otra historia.”
Juan FERRERA GIL































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