Las fiestas, llevan implícito revivir las raíces de un pueblo

Juan Reyes González

[Img #5587]Las fiestas, tal y como yo las entiendo, no son otra cosa, que, la imagen que manifiesta la panorámica de la vida de un pueblo, y que, al propio tiempo que actualiza la tradición, proyecta las inquietudes del momento, y hace presentes las ilusiones, que también forman parte de la realidad de cualquier pueblo; y que, además, expresan, según mi parecer, las huellas del tejido social, que representan, y cuyos intereses simbolizan, constituyendo el reflejo de la identidad cultural de cualquier pueblo, según su tradición.

 

Ni que decir tiene, que la fiesta, lleva implícito, el revivir las raíces, la identidad, los valores y los recuerdos de un pueblo; y además, nos aporta, nada más y nada menos, que una ruptura con la normalidad y el orden cotidiano, donde uno puede experimentar sentimientos más fuertes y entregarse a actividades placenteras que no hace a diario, relacionadas con la música, con compartir tiempo con los amigos, con la posibilidad de conocer gente, con el movimiento físico... Ahora mismo, aquí, en nuestro pueblo de Gáldar, estamos tocando el comienzo de las fiestas grandes, lo que, para la mayoría será motivo de alegría viva; para otros de reflexión gozosa. Esta fiesta, como cualquier otra, puede ser cualquier cosa, menos superficial; porque en ella, se libera la fuerza vital; una energía desatada, tras tiempo de preparación; es, en principio, si se quiere, un caos, una vulneración, que da paso a la calma, al restablecimiento del orden, y a la celebración en su más formal sentido.

 

Celebrar fiestas, es una acción exclusivamente humana; como dije antes, lo que motiva su celebración, es la pretensión de huir de la repetición diaria, de la cotidianidad, de lo mismo; el ser humano, es por naturaleza, fiestero; vivir la vida, es la cotidianidad; pero distanciarse de su vida, es la fiesta; es constituirse en un ser excéntrico, fuera de lo normal. La fiesta no es un entretenimiento de poca importancia; en tanto que, armoniza las antiguas formas de vida: la placentera, la práctica y la contemplativa; hay diversión, hay espacio para el trabajo y para la contemplación religiosa; y lo que debe caracterizarlas siempre, es la participación popular, porque, en definitiva, ello, es la esencia de las fiestas; por eso, a mi juicio, en las fiestas, al igual que en tantas cosas, en la sociedad, debe primar el sentido de lo festivo, al del espectáculo; porque el espectáculo tiene como fin deslumbrar, y poco tiene que ver con el sentido participativo de la fiesta.

 

Del mismo modo, hemos consumido y seguimos consumiendo espectáculos de diversión en la vida política, en cuanto a distraer la atención de los asuntos que importan a la ciudadanía. Es curioso a ese respecto que incluso, a los proyectos considerados de importancia, se les magnifique con expresiones que los alaban en exceso. Estamos en lo mismo de casi siempre, más que la funcionalidad en beneficio del ciudadano, en muchas ocasiones, se busca la espectacularidad.

 

Ni que decir tiene, que esto último que acabo de expresar, es a todos los niveles políticos; en tanto que, a mi parecer, esto ha sido y sigue siendo, un mal general en nuestro país; y es bueno que lo que está mal, se corrija, o que al menos, intentemos corregirlo. Es cierto que no podemos medir el valor de lo que se gastan en las fiestas con el sentido utilitario que en otros tiempos se empleaba, pero lo bien cierto, es que la fiesta para que, como tal, lo sea, debe ser participativa, y por ende, no se puede dejar al margen a aquellos que menos poseen.

 

En este sentido me parece de alabar, la aportación y el apoyo ordinario, de donantes, participantes, empresas e instituciones, entidades de economía social, a una entidad, sin ánimo de lucro, vinculada a la Iglesia Católica; sin embargo, a mí parecer, las instituciones públicas, deben intentar mejorar en mucho, la aportación del 31% a nivel general, que destinan a la entidad vinculada, para estos menesteres; frente al 69% de aportaciones privadas; y en cuanto a nuestro ayuntamiento, que es lo que nos toca, por nuestras fiestas, aun ignorando por mi parte, lo que aporta, pero tomando como referencia el 31% de aportación general de las instituciones, entiendo, que debe plantearse mejorar la contribución cotidiana, para los que menos poseen e incrementarla en las fiestas, ateniéndonos a que la esencia de la fiesta, es la participación; y, al propio tiempo, estudiar la posibilidad, de celebrar las fiestas dentro de una mayor austeridad, con el fin de continuar rebajando la deuda, sin que ello, signifique que tenga que disminuir la dignidad de la celebración; que dicho sea de paso, la calidad y el nivel de representación, son, de las cuestiones que más se suelen resaltar, por la ciudadanía respecto a las fiestas; Esto último, lo podríamos tomar como referencia, en el sentido, de que nada tienen que ver, la calidad y la dignidad de la representación, con la ostentación.

 

Termino diciendo, de que el hecho, de que se manifieste esa enorme satisfacción en la celebración de las fiestas, podría ser un ejemplo, de que muchas cosas, podrían empezar a cambiar.

 

Y finalizo, definiendo a la fiesta, como la primacía del mundo de la fantasía, de la imaginación sobre la rutina de cada día.

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