Confinados. Juan FERRERA GIL“Cuando sufrimos aquel confinamiento, en marzo de 2020, las calles de Arucas estaban tan desoladas que, en pleno día, causaban miedo y, tal vez, cierta desesperación mezclada con la tristeza.
Habitábamos una película de Alfred Hitchcock. Y no exageramos. En aquellas jornadas interminables, tan de olvidar, mirábamos con recelo cualquier cosa que se moviera. Así que no tuvimos más remedio que agudizar el ingenio para poder alargar las frecuentes caminatas y tratar de superar, sobre todo, el borde mismo de las aceras que, de repente, pasó a formar parte de la vivienda. Incluso la escalera de entrada se convirtió en improvisado lugar de lectura. Y así ha quedado.
Eso sí: para evitar suspicacias vecinales (siempre alguien se asomaba a una ventana o a la azotea) intentamos salir cuando las calles se encontraban desiertas.
Realmente la pandemia nos trajo días desconfiados, largos y tristes, muy tristes.”
Juan FERRERA GIL

































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